Los anuncios de los presidentes Alberto Fernández y Lula da Silva en el marco de la Cumbre de la CELAC reflejan la búsqueda por recuperar la integración regional. Desde el financiamiento para la construcción del gasoducto argentino en Vaca Muerta hasta el proyecto de una moneda común, ¿qué impacto pueden tener en la economía del país austral?
Por Juan Lehmann
La VII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) estuvo signada por el rol preponderante que asumió Brasil tras su regreso al bloque, catalizado por la asunción presidencial de Luiz Inácio Lula da Silva. El encuentro puso de manifiesto el interés del flamante mandatario por profundizar el histórico lazo comercial que une al gigante sudamericano con la Argentina.
El presidente Alberto Fernández y su par brasileño explicitaron en una declaración conjunta su búsqueda por «relanzar la alianza estratégica bilateral con la reactivación de varios espacios de cooperación y diálogo». Tal como remarcó el embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli, el objetivo consiste en la consolidación de la CELAC y el relanzamiento de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
Son tres los anuncios centrales para el desarrollo de la relación bilateral:
- El financiamiento brasileño para la construcción de la segunda etapa del gasoducto argentino Néstor Kirchner, cuyo objetivo consiste en aumentar el flujo de gas proveniente del yacimiento de Vaca Muerta en la provincia patagónica de Neuquén para la exportación a Brasil, como parte de la organización de un «entramado energético», según consignó el presidente Alberto Fernández.
- El proyecto de instaurar una moneda común para el intercambio entre ambos países
- El financiamiento de importaciones, que consiste en la ampliación de una línea de crédito por parte del Banco Nación argentino que beneficia a las empresas del país proveyéndolas de los dólares necesarios para importar desde el país vecino. Simultáneamente se corre hasta 366 días la fecha de pago de divisas desde el país austral, gracias al financiamiento en reales ofrecido por el Banco Do Brasil.
La pregunta que sobrevuela entre los analistas apunta a cómo se reflejará el paquete de medidas en la práctica. Concretamente, ¿qué impacto tendrán para Argentina los anuncios acordados?
Destrabar el desarrollo
«El financiamiento por parte de Brasil para la construcción del gasoducto es lo más relevante, porque hoy Argentina no cuenta con los dólares para llevar a cabo la segunda etapa», dice Cecilia Graschinsky, ingeniera, investigadora y consultora energética.
La especialista se refiere a la ampliación de la obra que hoy busca conectar al yacimiento de Vaca Muerta con la provincia de Buenos Aires, con una extensión de 573 kilómetros. De concretarse la segunda fase del gasoducto, la construcción de 467 kilómetros adicionales llegaría hasta la provincia de Santa Fe, y habilitaría la posibilidad de abastecer a grandes ejes urbanos e industrias del centro y norte del país, así como la oportunidad de exportar los excedentes a Chile y Brasil. Para esta instancia, el gigante sudamericano está dispuesto a financiar con 689 millones de dólares.
«El potencial de Vaca Muerta es altísimo. Sabemos que el principal obstáculo que dificulta que se pueda sacar todo el gas que potencialmente extraíble es la limitada capacidad de transporte, y el anuncio se dirige a este punto central», sostiene Graschinsky.
La conclusión de la consultora es compartida entre los analistas. Según Hernán Letcher —economista y director del Centro de Economía Política (CEPA)— la construcción en cuestión «generará en el futuro muchos más dólares que los que cuesta hacerla. Pero lo cierto es que las divisas se necesitan hoy, y el hecho de que lo financie Brasil nos resuelve un capítulo central: no afecta a las reservas del Banco Central. Es absolutamente trascendente para la economía argentina«.
Del anuncio a la realidad
El impacto que generaría la concreción del gasoducto para traducir en exportaciones la explotación de Vaca Muerta —la segunda reserva de gas y la cuarta de petróleo a nivel mundial— es crucial para la macroeconomía argentina, que atraviesa una apremiante situación ligada a la escasez de divisas.
«El efecto central sería en materia cambiaria. Si logra terminarse la primera etapa de la obra en junio de este año, Argentina ahorraría 3.000 millones de dólares, dependiendo del valor de la energía, porque ese tramo alcanzaría para abastecer al mercado interno de consumo de gas: es una cantidad sustancial de divisas que dejarían de salir», sostiene Letcher.
El economista subraya la trascendencia de que se cumplan los plazos previstos, pues es fundamental terminarlo antes de que empiece el invierno austral, porque la demanda de energía importada se presenta en los meses de alto consumo de gas, entre junio y septiembre. «Si el proyecto se retrasara, no se daría semejante ahorro. Cada día cuenta«, remarca.
En este punto entra en juego el rol del acuerdo entre Fernández y Da Silva: la segunda etapa del gasoducto abre la puerta a la exportación de gas a Brasil y al mundo, que sufre el declive de la producción de Bolivia.
«La financiación sería beneficiosa ya en un nivel estructural de la economía. Se incorpora una masa de dólares que hoy no existe: el 90% de los problemas económicos del país obedecen a la cuestión cambiaria. Una inyección de dólares de este tipo permitiría afrontar el problema desde otro lugar», afirma Letcher.
La esperanza en números
La expectativa es por el potencial caudal de divisas que podrían ingresar al país: «considerando la volatilidad del precio internacional del gas, estimar un precio futuro es difícil. Pero podemos pensar en que las exportaciones rondarían los 1.000 o 1.500 millones de dólares anuales«, apunta Graschinsky.
«Más allá del monto de divisas, en Vaca Muerta hay reservas para abastecer a la Argentina por 130 años: son muchísimos dólares disponibles que potencialmente podrían ingresar, y esa es la clave para la economía», completa Letcher. «Depende de adónde pueda colocarse el gas y a qué precio. Si se da otro conflicto bélico como el de Rusia y Ucrania, la cantidad de divisas sería francamente sustancial», agrega.
Concretar el proyecto exportador repercutiría, incluso, en los niveles de producción de gas. Según Graschinsky, «lo que se busca es potenciar los mercados para exportar gas en verano —cuando acá no es consumido— manteniendo la producción relativamente estable. Porque lo que sucede hoy es que los responsables se ven forzados a cerrar la producción porque no tienen a quien vendérsela. El mercado brasileño es una clara oportunidad».
La utopía de la independencia
Otro de los ejes centrales del acuerdo reside en el establecimiento de una moneda común para el intercambio comercial entre Brasil y Argentina. Tal como señaló el canciller de Honduras, Eduardo Reina García, la propuesta busca reducir la dependencia hacia monedas foráneas como el euro o el dólar.
«El acuerdo que rige actualmente indica que la relación comercial se realice en las monedas de estos países. Si bien este pacto existía desde 2008, por cuestiones técnicas no se concretaba: por ejemplo, al ser optativo, muchas empresas no se anotaban. Ahora se están corrigiendo estos puntos para potenciar la herramienta», afirma Letcher.
Sin embargo, el consultor marca que el caso no seguiría el ejemplo de la moneda de la Unión Europea: «Veo muy lejana esa posibilidad. Los ministros de Economía se encargaron de mencionar que ninguno de los países perdería su moneda en los acuerdos mencionados. Además, el euro funcionó bien para Alemania y Francia, pero mal para Grecia: no vaya a ser que cualquier acuerdo en esa dirección termine generando que los países paguen el costo”, considera.
Independientemente del formato de la moneda de convergencia, la voluntad de profundizar el intercambio bilateral resulta insoslayable: «El objetivo es recuperar la relación comercial entre Argentina y Brasil, que supo alcanzar un volumen de 40.000 millones de dólares, mientras que hoy se ubica en 28.000 millones», advierte el economista.
«Argentina es el país más demandado en materia de divisas. Para Brasil quizás sea menos significativo, aunque puede tener como prioridad recuperar la relación comercial, habida cuenta de que supo ser la sexta economía más grande a nivel mundial, mientras que hoy es la décimo tercera«, concluye Letcher.
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