Los Gobiernos de Argentina y Ecuador atraviesan un momento de tensión tras solicitar el retiro de sus respectivos embajadores en ambas naciones. El analista argentino Gonzalo Fiore pronosticó que las relaciones quedarán «en punto muerto por lo menos hasta que haya un cambio político en alguno de los dos países».
Ecuador y Argentina alcanzaron su punto más tenso esta semana luego de meses de diferencias. El motivo fue el viaje a Venezuela de la exministra correísta María de los Ángeles Duarte, quien se encontraba en calidad de huésped por razones humanitarias en la embajada argentina de Quito desde agosto de 2020 y era requerida por la Justicia ecuatoriana.
Sobre la exministra de Transporte y Obras Públicas pesa una sentencia de ocho años de prisión emitida por la Corte Nacional de Justicia de Ecuador, que la considera culpable del delito de cohecho en el caso Sobornos 2012-2016, misma causa por la que fueron sentenciados el propio exmandatario Rafael Correa (2007-2017) y otros ministros de su administración.
El abogado argentino y magíster en Relaciones Internacionales Gonzalo Fiore consideró que las relaciones bilaterales entre Quito y Buenos Aires se encuentran en un contexto «bastante complicado» y aventuró que, si bien no espera que la tensión siga escalando, no habrá una «normalización» en el corto plazo.
Para Fiore, la relación bilateral quedará «en un punto muerto, por lo menos por un tiempo, hasta que haya un cambio político en alguno de los dos países«. Eso podría ocurrir en las elecciones presidenciales que Argentina celebrará en octubre de 2023 o en los comicios generales de Ecuador, en enero de 2025.
Luego de que la Cancillería ecuatoriana tomara conocimiento de la partida de Duarte, quien habría salido el viernes 10 en horas de la tarde rumbo a Caracas, procedió a señalar «imprecisiones» sobre lo que consideran el «escape» de la exfuncionaria.
De acuerdo a la propia dependencia ecuatoriana de Relaciones Exteriores, Argentina se opuso a presentar videos y documentación sobre la salida de Duarte del país, por lo que Quito declaró persona non grata al embajador argentino, Gabriel Fuks, y pidió su retiro del país.
Para Fiore, Argentina «está en todo su derecho de negarse» a entregar los videos de sus cámaras de seguridad que solicitó Ecuador. Además, sostuvo que la embajada argentina tampoco tenía obligación de custodiar a la exministra dado que estaba asilada y, por lo tanto, «tenía libertad para moverse».
Para el analista político puede ser comprensible el enojo del Gobierno ecuatoriano, que «está convencido que Argentina le facilitó el salvoconducto a Duarte y el escape a Venezuela». Sin embargo, reivindicó el derecho de las embajadas de otorgar protección y asilo a un ciudadano. En este caso, a «una ciudadana ecuatoriana que además denuncia persecución de la justicia», manifestó.
Esta situación, según el experto, se enmarca en un contexto en el que el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, es «bastante impopular». El mandatario no solo se enfrenta a un posible juicio político por el caso de corrupción conocido como El gran padrino, sino que en las recientes elecciones regionales «el correísmo arrasó».
A su vez, la oposición denuncia persecuciones políticas y el país cuenta con varios exiliados, entre ellos el propio Correa, que se mantiene residiendo en Bélgica y asegura ser víctima de lawfare, como se conoce a las estrategias jurídicas para descarrilar iniciativas políticas.
Fiore no descarta que este conflicto con Argentina sea utilizado como «herramienta política» en Ecuador, aunque «habrá que esperar en el mediano, el corto plazo para ver qué pasa», finalizó.
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