«Asado para los diputados, pan y agua para los jubilados», decía el cartel que sostenía una jubilada de pelo blanco en la cercanía de la Quinta de Olivos. Cerca de ella, y vestidos de gala, ingresaban a la residencia presidencial, para «celebrar» el veto contra los jubilados y compartir un asado con el Presidente, los diputados del bloque de la Libertad Avanza, los del PRO y el radical Mariano Campero. Todos ellos apoyaron el veto presidencial a la ley de movilidad jubilatoria y para el Jefe de Estado son considerados «los 87 héroes». Campero no fue el único radical que en menos de dos meses cambió su voto para perjudicar a los jubilados, otros tres también lo hicieron y les valió la suspensión por la Convención Nacional de la UCR del partido. Si bien finalmente no fueron expulsados, de todos ellos solo Campero decidió participar del asado. El vocero presidencial Manuel Adorni, ante las críticas por el festejo en el marco de un gobierno que no deja de repetir que «no hay plata», pero realiza banquetes para lo que ellos mismos denominan «la casta», salió a aclarar que cada diputado iba a pagar su plato 20 mil pesos. Algunos, burlones, incluso llevaron ensaladas y vinos.
En la reunión, que al cierre de esta edición aún continuaba, más allá de que se habló y se «festejó» el veto en contra de los jubilados, Milei tuvo otro objetivo: el de asegurarse el número clave «de los 87 héroes» para los vetos que ya sabe que vendrán. El primero en la lista de espera, ya prometió, será el de la ley de financiamiento universitario.
«El costo de la cena será de $20.000 por persona y lo abonaremos con tarjeta de débito (no se aceptará pago en efectivo)», dijo jocoso el vocero del Presidente en sus redes sociales –el día que lo ascendieron con rango de ministro–. La excusa, sin embargo, no les alcanzó a los jubilados que se manifestaron el martes por la noche en la puerta de la residencia presidencial. «Es una vergüenza. Se está burlando de nosotros que no podemos ni llegar al día diez del mes y estos comen asado. ¿Hasta dónde quieren llegar? Mi marido ya no tiene remedio para el corazón y no lo podemos comprar«, dijo una jubilada, con los ojos vidriosos, que viajó para estar presente desde el municipio de Tres de Febrero y fue entrevistada por un móvil de televisión.
«Lo pague quién lo pague, no se trata de eso. Esta noche un montón de abuelos se van a ir a la cama sin comer y a ellos no les importa. Saben muy bien lo que están haciendo», dijo otro señor que también fue consultado. Otra de las jubiladas contó que tenía el brazo roto porque la policía la había golpeado cuando participó de la marcha en contra del veto que se hizo frente al Congreso de la Nación el día de la sesión y que terminó con una brutal represión.
La invitación formal al «festejo» en la Quinta de Olivos fue enviada el día anterior al asado a la casilla de mail de los «87 héroes» –como llamó el Presidente a los legisladores que lo acompañaron con el veto– y no estaba firmada por Milei, sino por su hermana, la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei.
Cerca de las siete y media de la tarde los diputados de La Libertad Avanza se subieron a dos combis de la Cámara de Diputados —las mismas que usaron para ir a visitar a los genocidas en el penal de Ezeiza– con destino a la Quinta de Olivos. Los del PRO, por separado, hicieron lo propio. Uno de los que comensales fue Martín Yeza, muy cercano a Mauricio Macri. María Eugenia Vidal había dicho en la previa que «cualquier encuentro que ayude a generar consensos y ponernos de acuerdo sin gritos y descalificación es bueno». El diputado Damián Arabia, cercano a Patricia Bullrich, también estuvo presente y subió una foto de una ensalada de papa y huevo y puso risueño: «Hay mucha gente preguntándome, y si: traje una ensalada de papa y huevo. Me parece descortés caer a una casa con las manos vacías».
La burla y la crueldad, sin embargo, no terminaron ahí, en medio de los jubilados que decían que no les alcanza para pagar los remedios, ni para comprar alimentos, los diputados de LLA desfilaban vestidos de gala. La legisladora María Celeste Ponce, por ejemplo, posó en la puerta de uno de los anexos del Congreso vestida con una remera dorada, pollera larga negra, botas altas y una enorme sonrisa y escribió: «En el Congreso por partir a la cena en Olivos. Viva la Libertad Carajo».
El clima no fue tan jocoso para los radicales. Mientras los diputados de los bloques de LLA y el Pro posaban para las fotos, mostraban sus looks y sus ensaladas, se reían y festejaban que habían logrado voltear una ley que iba a significar un aumento de unos quince mil pesos para los jubilados (por el asado iban a pagar 20 mil unas horas más tarde), los diputados de la UCR mantenían una acalorada reunión de bloque. Allí estuvieron tres de los diputados que responden al partido, que votaron en un principio a favor de la ley y luego a favor del veto, y que, por esa actitud, sufrieron una suspensión por parte la convención Nacional de la UCR.
En la reunión de los radicales, que empezó a las 18 y siguió hasta pasadas las 20, estuvieron: Martín Arjol, Mariano Campero y Pablo Cervi. Luis Picat no voló a la ciudad de Buenos Aires y decidió quedarse en Córdoba. José Tournier, responde al gobernador radical de Corrientes, Gustavo Valdés, pero no está afiliado al partido y tampoco estuvo presente. Si bien Cervi y Arjol decidieron no tirar más de la cuerda y no ir a Olivos, Mariano Campero, sí. Temprano, el diputado confirmó que iba a ir al asado y dijo en tono de chiste: «Vamos a llevar el débito y el vinito».
Después de gritos y fuertes discusiones, el bloque de la UCR en Diputados no se rompió, pero desde el sector ligado a Facundo Manes pidieron la renuncia a la presidencia del bloque de Rodrigo de Loredo y dispararon que «el bloque, en la práctica, está quebrado. La novedad es que hay ahora un grupo de cinco libertarios a los que sostiene Rodrigo de Loredo y son topos de LLA dentro de la UCR«.
Por parte del PRO, en tanto, Álvaro González, Héctor Baldassi, Ana Clara Romero y Héctor Stefani no fueron invitados. González porque votó en contra, los otros tres diputados porque se ausentaron el día de la votación.
Una vez que los legisladores ingresaron a la Quinta de Olivos, esquivando jubilados que se quejaban con sus carteles y cacerolas, el personal de casa militar hizo que los legisladores dejaran sus teléfonos en bolsitas para que no saquen fotos, filmen o escriban mensajes durante la cena. Un miembro del bloque de LLA, antes de dejar el celular, llegó a disparar un mensaje para dejar en claro que la interna en el espacio no da tregua ni siquiera durante el «festejo» por recortar a los jubilados: «me alegro que nos hagan dejar los teléfonos porque hay gente en el grupo que graba a sus compañeros», se quejaba.
Además del Presidente y su hermana, iban en representación del gobierno el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, el ministro de Defensa, Luis Petri, el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, el subsecretario de Gestión Institucional, Eduardo “Lule” Menem, el vicejefe de Gabinete del Interior, Lisandro Catalán, el asesor Santiago Caputo y Manuel Adorni.