Noviembre será un mes con agenda intensa para los obispos católicos argentinos. El epicentro estará, sin duda, en la asamblea plenaria del episcopado que se celebrará, entre el 11 y el 15 del mes que se inicia, en la residencia “El Cenáculo”, en la localidad bonaerense de Pilar. Allí se encontrarán más de un centenar de miembros de la jerarquía católica para dialogar e intercambiar sobre cuestiones estrictamente eclesiásticas que se mezclarán con el análisis de la posición institucional de la Iglesia Católica frente a la situación que afronta el país que demanda permanentes respuestas de la comunidad católica en todos sus niveles. Pero también habrá que comenzar a procesar los grandes lineamientos surgidos del sínodo celebrado en Roma durante el mes de octubre y que culminó el último fin de semana. A eso se agrega que la agenda de la asamblea incluye la renovación de autoridades del episcopado, en una situación en la que gran parte de quienes hoy ejercen los cargos de mayor responsabilidad no pueden estatuariamente ser reelectos. Ese es el caso, entre otros, del presidente Oscar Ojea (San Isidro), del vicepresidente primero Marcelo Colombo (Mendoza), y de los titulares de otros dos cargos claves: Jorge Lugones (Pastoral Social) y Carlos Tissera (Cáritas).
Si bien desde afuera de la institución eclesiástica las miradas se suelen centrar casi exclusivamente en la renovación de las autoridades, la mayoría de los obispos prefieren bajarle el tono a esta cuestión, aunque no dejan de prestarle atención al tema. Mientras tanto en los pasillos y en los mensajes de WhastsApp circulan nombres de candidatos para ocupar los cargos más importantes.
¿De qué de habla?
La asamblea comenzará –como es habitual- con una misa que incluye la homilía del presidente Oscar Ojea, en la que seguramente habrá un somero balance de lo que ha sido su gestión al frente del episcopado durante dos períodos. Es posible que allí también surjan algunas recomendaciones de cara al futuro que de todas maneras será objeto de intercambio y de debate entre los obispos.
El segundo día del encuentro –al que están invitados también los obispos eméritos (sin funciones específicas en una diócesis)- se dedica usualmente al “intercambio pastoral”. Todos los obispos –o gran parte de ellos- exponen como ven, desde su perspectiva eclesial-pastoral, la realidad en los distritos eclesiásticos que gobiernan. Hay miradas muy encontradas entre los propios obispos sobre la validez de esta instancia. Hay quienes la ponderan porque permite aproximarse a un panorama federal y al modo de presencia de la Iglesia en todo el país. Otros, en cambio, critican diciendo que se trata de una seguidilla de exposiciones a las que no se presta mayor atención, sin intercambios fructíferos que luego redunden en acciones comunes.
No hay que perder de vista que –de acuerdo a la propia constitución de la Iglesia Católica- si bien la Conferencia Episcopal es un organismo colegiado que permite armonizar toda la tarea eclesiástica, cada obispo es autónomo y tiene además la suma de la autoridad en su diócesis, solo restringida por una eventual indicación del Papa. Es una cuestión que pese a la insistencia sobre la mayor participación en la iglesia fue ratificada en el sínodo romano que acaba de concluir.
Por lo menos un sector de los obispos aspira a que, a partir del intercambio entre los miembros de la jerarquía, la Conferencia Episcopal establezca lineamientos generales que organicen de forma más programática la acción de la Iglesia Católica en Argentina. Por el momento parece un objetivo difícil de alcanzar, sobre todo porque subsisten diferentes eclesiologías y estilos pastorales que se traducen también en actitudes y gestos distintos.
Poco tiempo antes de cumplirse el primer año del gobierno que encabeza Javier Milei y con el permanente agravamiento de la cuestión social, habrá también tiempo para evaluar la relación con el gobierno. Respecto de este punto hay diferencias entre los obispos y que esto queda de manifiesto en sus modos de presencia en la sociedad. Siguiendo los lineamientos que Francisco pone a jugar desde Roma, hay disposición mayoritaria y compromiso para permanecer cerca de los pobres y los excluidos. Hay gestos de la institución eclesiástica en esa línea, pero muchas veces estas expresiones provienen de actores de base y solo en algunos casos hay obispos directamente comprometidos con acciones y con las palabras. El propio Ojea impulsó manifestaciones en este sentido. Lo mismo el vicepresidente Colombo, también los titulares de Pastoral Social y Cáritas, Jorge Lugones y Carlos Tissera, y el vicario general de Buenos Aires, Gustavo Carrara, entre otros.
Distinta es la actitud cuando se trata de la denuncia que puede llevar incluso al enfrentamiento con el gobierno. Al respecto reina la “cautela” evitando los enfrentamientos con el poder político, aunque en situaciones puntuales la crítica también aparezca. A buena parte de los obispos se los puede escuchar afirmando que su tarea es “facilitar el diálogo” y en contra de “la grieta”.
La relación de la actual directiva del episcopado con el gobierno ha sido correctamente institucional pero “fría y distante”, según lo señalan varios de los obispos. Las autoridades del episcopado no se han sentido atendidas en los asuntos –especialmente vinculados con cuestiones sociales- que le llevaron tanto a Milei como a su equipo. Después de las intervenciones públicas de Francisco con críticas directas al gobierno, desde la Casa Rosada se emitió la orden de apaciguar cualquier nivel de confrontación con la Iglesia.
¿Qué se espera para las elecciones?
No hay listas para la elección, aunque sí propuestas de nombres. Se elige mediante voto secreto para cada uno de los cargos. Por estatuto se requieren dos tercios de los votantes (94 obispos) en las dos primeras rondas. Si no se logra esa mayoría se accede con la mitad más uno de los votos en el tercer turno.
Además de la presidencia, dos vicepresidencias y la secretaría general, se eligen los titulares de 22 comisiones episcopales temáticas. Si bien todas son consideradas importantes, en esta coyuntura adquieren relevancia algunas: Pastoral Social y Cáritas entre ellas.
Dado que Ojea no puede ser reelecto en su cargo entre los candidatos a la presidencia aparecen el cardenal cordobés Ángel Rossi (66), el también cardenal Vicente Bokalic (Santiago del Estero, 72 años), el arozobispo porteño Jorge García Cuerva (56) y el mendocino Marcelo Colombo (63). Otros no descartan al actual vicepresidente segundo Carlos Azpiroz Costa (Bahía Blanca, 68 años). Entre todos ellos –salvo el caso de Colombo que solo podría acceder a la presidencia porque viene de ser vicepresidente en dos períodos- surgirían el presidente y los dos vice presidentes. Tampoco hay que descartar las sorpresas. La secretaria general suele reservarse para un obispo auxiliar o titular de una diócesis pequeña, dada la sobrecarga de tareas que implica la función. No se descarta la reelección en ese cargo del obispo auxiliar de La Plata, Alberto Bochatey.
En Pastoral Social el obispo Lugones no puede reelegir y además -por edad- está próximo a su retiro. Un posible candidato para ese puesto podría ser el vicario general de Buenos Aires, Gustavo Carrara –“el obispo villero”- a quien también se menciona como posible presidente de Cáritas. Hay quienes postulan al arzobispo Marcelo Colombo para una de estas dos responsabilidades con connotación social, siempre y cuando el mendocino no sea elegido presidente.
Los resultados de las votaciones de quienes integrarán la presidencia en todos su cargos suelen conocerse a mitad de la semana, y las restantes designaciones en los días subsiguientes a medida que se producen las votaciones.
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