La playa, a escasos kilómetros de Ciudad del Cabo, es el paradisíaco hábitat de estas aves. En 1983 una pareja se instaló en la zona y desde entonces no han cesado de reproducirse. Los turistas se cuentan por decenas de miles cada año. Son pingüinos africanos y se encuentran en peligro de extinción.
Por Magda Bigas.
Sol, arena blanca, aguas cálidas de color turquesa… Esta podría ser parte de la descripción de cualquier playa paradisíaca, ideal para pasar una jornada tranquila, lejos de aglomeraciones. Sin embargo, hay rincones cuyo verdadero atractivo, más allá de su increíble paisaje, reside en algo que los hace distintos. En Boulders Beach, una playa de Simon’s Town, un pueblo pesquero situado a unos 40 kilómetros de Ciudad del Cabo, la diferencia la marca una poblada colonia de pingüinos.
Y es que desde que en 1983 una pareja se instalara en esta zona de la costa sudafricana procedente de la isla de Dyer, unos 60 kilómetros al sur, las aves se han reproducido, convirtiéndose en unos residentes de lujo. Sin prestarles atención alguna, campan a sus anchas ante los ojos de los 60.000 turistas que cada año visitan el lugar atraídos por su presencia.
Se trata de pingüinos africanos, considerablemente más pequeños que otras especies más comunes (miden de media alrededor de 60 centímetros), conocidos en el mundo anglosajón cono pingüinos Jackass (asno), por el tipo de “rebuzno” que emiten. Viven en las costas rocosas del extremo sur del continente (de Namibia a Sudáfrica) y se encuentran en peligro de extinción, amenazados por la contaminación y el cambio climático.
Si bien el número de ejemplares descendió aquí durante la primera década de siglo, pasando de unos tres mil a solo 2.100 en 2011, Boulders Beach se ha convertido en la actualidad en un excelente hábitat para estas aves. Incluida en el área protegida del parque nacional de Table Mountain, en ella conviven bañistas y pingüinos sin aparente conflicto.
La zona está integrada por tres calas vírgenes ideales para nadar en calma y en familia en las templadas aguas del Índico, protegidas del viento por enormes rocas de granito, y un área de observación formada por tres plataformas marítimas. A través de un entablado de madera que se levanta sobre las dunas, es posible acercarse a las aves sin riesgo de destruir las madrigueras, construidas debajo de la vegetación.
Desde estas pasarelas valladas, que no suponen molestia alguna para ellas, se disfruta de las mejores vistas de Boulders Beach, especialmente en Foxy Bay (el punto más al norte), donde se reúne la mayoría de ejemplares y, por supuesto, de los turistas. Tras contemplarlas, fotografiarlas y casi tocarlas, se impone bañarse y tomar el sol en una cala tranquila en presencia de solo algún pingüino distraído y, con un poco de suerte de focas y delfines, habituales junto a la costa.
Para contribuir a la conservación del espacio natural, el acceso es de pago. El parque cuenta con vigilancia y numerosos servicios, como visitas guiadas y excursiones en kayak o barco, alternativas que permiten descubrir las maravillas de Boulders Beach desde otro punto de vista.
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