El Gobierno de Francia ha sobrevivido a dos mociones de censura parlamentarias sobre la decisión del presidente Emmanuel Macron de impulsar un polémico proyecto de ley de reforma de las pensiones sin la aprobación de los legisladores. Las mociones fallidas del 20 de marzo fueron seguidas de nuevos disturbios violentos durante la noche.
Una de las mociones, presentada por Reagrupamiento Nacional, el partido de la derechista Marine Le Pen, obtuvo apenas 94 votos de los 287 necesarios para ser aprobada.
Sin embargo, la segunda, impulsada por legisladores de centro y apoyada tanto por la izquierda, como independientes y lepenistas, alcanzó los 278 respaldos, apenas a nueve votos de la cifra que hubiese tumbado a la primera ministra Élisabeth Borne y profundizado la crisis política del gobierno francés.
De esta manera, la reforma para subir la edad jubilatoria en Francia, que controversialmente fue aprobada por Macron a través de un decreto y no fue debatida en la Asamblea Nacional, sorteó el último escollo para convertirse en ley.
El empleo del artículo 49.3 de la constitución francesa para aprobar el proyecto y eludir una posible derrota parlamentaria provocó una ola de indignación entre los ciudadanos, los sindicatos, y los propios legisladores, quienes anunciaron el «fin de la democracia».
Tras conocerse el fracaso de las mociones de censura, se convocaron manifestaciones en París y otras ciudades del país europeo. Algunas de estas protestas, como ha sucedido en los últimos días, acabaron con disturbios y represión por parte del gobierno de Macron contra los inconformes.
Durante la protesta, los manifestantes prendieron fuego a botes de basura y lanzaron piedras y botellas hacia los policías, según reportes de la prensa local. Por su parte, los uniformados usaron gases lacrimógenos para dispersar a la multitud.
A las 22:00 horas, tiempo local, las fuerzas del orden habían detenido a 101 personas en la capital, según medios.
De acuerdo a la iniciativa, el aumento de la edad de jubilación empezará a regir desde el 1 de septiembre de 2023, pero el incremento será paulatino, hasta alcanzar los 64 años en 2030.
Según las encuestas, la propuesta, que había sido una de las promesas de campaña de Macron en 2022, es rechazada contundemente por los ciudadanos. France24 recoge un sondeo de la reconocida consultora Elabe, que indica que el 70% de los consultados está en contra de aumentar la edad jubilatoria.
El repudio al proyecto también le está costando apoyos al presidente francés con la ciudadanía. En marzo, su índice de popularidad cayó a su nivel más bajo desde 2019, obteniendo solo el 28% de aprobación, según un sondeo de Ifop para el periódico francés Journal du Dimanche.
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