Los fenómenos de la transculturación, la importación de códigos occidentales y la influencia de las nuevas tecnologías amenazan la supervivencia de costumbres y tradiciones en muchas partes del mundo como consecuencia de la globalización. La música de los pueblos árabes, acompañada inseparablemente por el laúd, refleja el devenir histórico de estas naciones a lo largo de siglos de guerras, conflictos internos, discriminación, racismo y resistencia. Como afirma Imad Ballani, «no creo que exista un instrumento que exprese la música oriental como el laúd».
Por Yodeni Masó Aguila.
A pesar de las guerras y la colonización cultural, los pueblos indígenas, latinoamericanos, africanos y árabes luchan por la preservación de sus identidades ante la proliferación de manifestaciones como la mercantilización, el consumo y la hegemonía.
El Medio Oriente acogió a las primeras civilizaciones de la historia y con ellas una multiplicidad de valores, modos de vidas, patrones y prácticas que perduran en el imaginario popular.
Las religiones, la arquitectura, el alfabeto, la literatura, la artesanía en cobre y piedra y la textilería constituyen expresiones de la herencia cultural de los países árabes.
El folclore, la danza y las sonoridades musicales están bautizadas desde la época mesopotámica (1350 antes de nuestra era) por el laúd, un instrumento que sobrevive como patrimonio de las naciones del Levante gracias al poder de sus cuerdas para acompañar las mejores melodías.
Artistas como Sayed Darwich (Egipto), Marcel Khalife (Líbano) y Farid Al Atrash (Siria) representan a los grandes cantautores árabes que inmortalizaron la singularidad armónica del laúd.
Rey de las Sonoridades Árabes
Pese a lo incierto de su origen, el laúd es una pieza central en leyendas de personajes bíblicos e historias de los imperios romano, griego, egipcio y, tras las Cruzadas y el auge medieval, en todas las cortes de Europa.
El investigador libanés Imad Ballani aseguró que de acuerdo con rastreos históricos y grabaciones, todo parece indicar que su surgimiento data del año 1350 a.n.e. en Mesopotamia, actual Iraq.
Según comentó en diálogo con Prensa Latina, los primeros hallazgos del laúd en piedra fueron encontrados en Londres y Francia para revelar una línea de tiempo desde los países de Medio Oriente hacia Turquía, Europa y América.
“El laúd constituye el instrumento básico en la música oriental y los mejores vocalistas contaban con él a la hora de componer sus himnos y otros tipos de géneros”, explicó.
De acuerdo a su estructura, el laúd árabe está conformado por el cuenco o caja de resonancia, hecho de madera dura y gruesa, que transmite el sonido hacia el exterior por unas aperturas, además del cúbito a través del cual se definen las notas musicales.
“El número de cuerdas inicialmente era de cuatro, luego añadieron una, dos y tres. Hay intentos constantes para desarrollar el instrumento, pero algunas veces fracasan, pues el laúd es identidad, patrimonio y orgullo de nuestra música”, puntualizó.
Heredero de una tradición.
Graduado del Instituto Superior y del Conservatorio de Música en Líbano, Ballani no solo investiga y educa, su pasión por el laúd lo condujo a fabricarlo y desde 2015 impulsa la marca Assil.
“Todo comenzó en casa, en la radio era constante escuchar a artistas como Mohamed Abdel Wahab, Al Sunbati y Al Kasabji, todos destacados intérpretes del instrumento que influenciaron mi niñez hasta comenzar a interesarme académicamente”, manifestó.
En el sureste de Beirut, el pequeño taller que tiene, compite con industrias y de manera artesanal, con las propias manos, Ballani selecciona la madera (cedro, pino, nogal y ébano), corta los listones, acopla las piezas, lima vigas y ranuras, coloca cuerdas y talla para dar vida al instrumento.
Uno de los principales problemas para la fabricación a pequeña escala es la disponibilidad de las maderas y en ese sentido subrayó que la importación, en el caso de Líbano, encarece el precio del laúd en el mercado con precios entre 300 y miles de dólares según la antigüedad, valor que consolida la calidad de la armonía.
«No creo que exista un instrumento que exprese la música oriental como el laúd», subrayó Imad Ballani.
El laúd puede alcanzar el sistema de modos melódicos usado en la música árabe, sentenció Ballani, al calificarlo como uno de los esenciales, “algo así parecido al latido del corazón y esa voz melodiosa hace que interactúe más con el ser humano”, significó.
La música de los pueblos árabes, acompañada inseparablemente por el laúd, refleja el devenir histórico de estas naciones a lo largo de siglos de guerras, conflictos internos, discriminación, racismo y resistencia.
La canción patriótica árabe
Las décadas de 1960 y 1970 marcaron el surgimiento en el Medio Oriente del arte comprometido y la canción patriótica, inspirados en el nacionalismo árabe del expresidente egipcio Gamal Abdel Nasser (1954-1970).
Influenciado por las ideas del panarabismo, Wissam Hamade compuso su primera obra en 1982 titulada “Ajeno en la Patria” y a partir de entonces su mensaje político trasciende esta geografía en defensa de las causas justas.
Acompañado por su fiel amigo, el laúd, Hamade expresó a Prensa Latina que en los países árabes, minimizados por la opresión, la ocupación y la injusticia, la música constituye la forma más efectiva y rápida para expresar el dolor.
Conciertos en campos de refugiados de palestinos, actividades de solidaridad en apoyo a Cuba, Venezuela y los pueblos indefensos marcan la identidad musical del también presentador de televisión y pintor.
«Lamentablemente nuestra memoria es imborrable por mucho que traten de satanizar nuestros símbolos», afirmó Wissam Hamade.
“Si yo no tuviera una causa tan grande y tan justa, quizás estaría cantando solo sobre rosas y muchachas lindas, pero ni tiempo me queda para eso. La injusticia crece por día y tengo muchos mensajes que transmitir”, aseveró.
Hamade está consciente de la capacidad de la colonización cultural para tergiversar y manipular la conciencia colectiva, de ahí su propósito de “contribuir mediante el arte a liberar a los ciudadanos”.
En la diversidad está la vida del tiempo
Para el filósofo comunista libanés Mahdi Amel (1936-1987), “la muerte está en la simetría y en la diversidad está la vida del tiempo”.
Bajo esta máxima, el músico, profesor y empresario Ballani consideró que “la apertura a la globalización y a otra cultura no debe significar nunca abandonar lo nuestro, cada ser humano tiene su propia identidad y no es necesario borrar lo de uno para darle fuerza a otro”.
El académico insistió en la urgencia de una cultura alternativa a través de la defensa de la identidad y las costumbres nacionales desde la enseñanza artística en escuelas e institutos.
Ante la monopolización en la industria, Ballani pidió compartir saberes y prácticas para ayudar a eternizar el patrimonio del laúd en las nuevas generaciones.
Sobre el desarrollo tecnológico y la informatización, Hamade puntualizó que en el mundo de la música, estos avances aún no suplantan la relación entre el instrumento y la sinceridad de la melodía o la voz del intérprete.
Defensor de la fabricación artesanal del laúd, el cantautor libanés llamó a acompañar la contemporaneidad sin hacer derroche de los aparatos electrónicos, pues en la música lo esencial es la calidad interpretativa en el escenario.
Los pueblos árabes conocen del horror de la guerra y han sacrificado la vida de muchos de sus hijos, ojalá y en medio de tantos esfuerzos por la paz logren preservar un patrimonio cultural como el laúd, que enriquece las más arraigadas tradiciones.
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/ Imagen principal: © Prensa Latina / Lesli Alonso