12/10/2024 22:55hs.
Desde luego que si Francisco Fydriszewski hubiese convertido el penal que pateó con displicente lujo sobre la hora en Mendoza -y el arquero le detuvo sentado en el piso y con una sola mano-, es posible que algunos comentarios hoy elogiarían su carácter, su sangre fría y la valentía de tomar ese riesgo en una situación límite.
Pero aunque hubiese hecho el gol, habría sido justo hablar también de su temeridad y su insensatez. Porque incluso sin el diario del lunes, antes de ejecutarse ese remate clave, en una encuesta con hinchas de San Lorenzo iba a ser difícil encontrar, entre millones, uno solo que dijera: en esta situación, hay que picársela al arquero. Alguno diría que había que colocarla, o esperar a que se moviera; el 95% habría implorado por reventarle el arco.
Zinedine Zidane, chapeau, picó un penal en una final del mundo (lo mandó adentro); el Loco Abreu lo debe haber hecho en los 150 equipos que jugó. Por otro lado, Edwin Cardona consiguió otra picadura en su boleto para irse de Boca cuando en un mata-mata contra River se la quiso empalar al arquerito de la Cuarta (los demás tenían Covid) y se la dejó en las manos.
Picar un penal es mucho más un lujo y un desafío atrevido que una certeza de eficacia. Si Fydriszewski, recién llegado a Boedo, comprendiera la situación por la que atraviesa su club, habría tenido otra sintonía con sus hinchas y sus compañeros y ponderado de otro modo si era el momento de hacerse el langa. Incluso si ya lo había hecho un par de veces en su carrera y le había salido bien.
Suena a que tenía tanta fe en convertirse en héroe de Marvel que jugó más para Deportivo Fydriszewski que para San Lorenzo; le quitó la pelota a Leguizamón, que le iba a dar la ejecución a Muniain, para hacer lo que hizo. Si lo que ambicionaba era que hoy todo el mundo estuviera hablando de él, eso sí lo consiguió.
El momento en que Fydriszewski pica la pelota (Foto: Pablo Ríos).
Zidane se la picó a Buffon en la final del Mundial 2006. Palabras mayores (Reuters / Michael Dalder).
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Fuente: Olé