El vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvédev, afirma que el Occidente colectivo conserva la ilusión de que habiendo destruido la Unión Soviética sin disparar un tiro podrán enterrar a la Rusia actual sin problemas para ellos, pero se trata de delirios peligrosos.
En un artículo elaborado para el diario ruso Izvestia, Medvédev explicó que las razones de lo que está ocurriendo se buscan en el legado de una historia larga y relativamente nueva. «La tragedia que ahora se desarrolla en Ucrania comenzó a finales del siglo pasado. Concretamente, en el momento en que se derrumbó la Unión Soviética«, postuló.
«El mundo occidental miraba todo esto con el altivo estrabismo de un vencedor y un sentimiento de pura superioridad. Solo les preocupaba satisfacer sus propios intereses creados. Y con todas sus fuerzas, siguió empujando a nuestro país al abismo para eliminar por completo a su antiguo rival».
«Toda la dulce palabrería sobre una asociación igualitaria, un mundo nuevo y valiente sin líneas divisorias y demás galimatías de bella inspiración, solo pretendía distraer. Resultaron no ser más que fórmulas sin sentido que enmascaraban los retorcidos designios de nuestros eternos adversarios. Los políticos que tomaron el poder en la nueva Rusia no pudieron hacer frente a la amenaza emergente. Algunos por ignorancia, falta de cultura política y experiencia; mientras que otros estaban sinceramente equivocados sobre las intenciones de nuestros nuevos amigos«, señala.
«La civilización anglosajona, harta de su impunidad, que simplemente se había vuelto loca en el terreno de las ideas de excepcionalismo y mesianismo imaginario«.
Puntos de no retorno
El vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso habló también de dos fechas que pueden considerarse puntos de no retorno.
«La primera fue en el otoño de 2008, cuando el mundo occidental apoyó la agresión de Georgia contra el pueblo osetio y elogió a un imbécil, drogadicto y aventurero, que más tarde fue rechazado no solo por su propio país, sino también por otros, a los que cobardemente huyó. El agresor fue entonces rechazado con rapidez y firmeza».
«El segundo punto de inflexión», avanza, «fue la primavera de 2014, cuando el pueblo de Crimea expresó su voluntad en un referéndum legal, regresando definitivamente a su patria histórica. En el mundo occidental esto provocó una histeria frenética e impotente que dura hasta hoy».
«Sus convulsiones [del mundo occidental] están alimentadas por una rusofobia cavernícola y el deseo de crear un nuevo Frankenstein en forma de Ucrania, una ‘anti-Rusia’ especial sobre la que ha escrito nuestro presidente. ¿Qué más hay que decir? Solo hay una cosa que decir: ya lo decían los sabios predecesores de los actuales descerebrados políticos occidentales: Deus quos vult perdere dementat prius — Cuando Dios quiere perder a alguien, primero lo enloquece«.
Según las palabras del funcionario, el deseo obsesivo de hacer pedazos a Rusia ha conducido a la operación especial en Ucrania.
«Parece que los que primero destruyeron la URSS y ahora intentan destruir la Federación Rusa no quieren comprenderlo. Tienen ilusiones delirantes de que, habiendo enviado a la Unión Soviética al otro mundo sin un solo disparo, podrán enterrar a la Rusia actual sin problemas significativos para ellos, echando al horno las vidas de miles de personas implicadas en el conflicto. Estos son conceptos erróneos, extremadamente peligrosos. No funcionará como con la URSS», advirtió Medvédev.
Sobre el tema de si Rusia se enfrentara directamente a Occidente, Medvédev hizo una grave advertencia.
«Si se plantea seriamente la cuestión de la existencia de la propia Rusia, no se decidirá en el frente ucraniano, sino junto con la cuestión de la existencia ulterior de toda la civilización humana. Y aquí no debe haber ambigüedades. No necesitamos un mundo sin Rusia», escribió Medvédev.
«Los países occidentales con sus satélites son sólo el 15% de la población del planeta. Somos muchos más y mucho más fuertes. El poder sereno de nuestro gran país y la autoridad de sus socios son la clave para preservar el futuro de todo nuestro mundo», añadió.
«Nuestros enemigos están haciendo precisamente eso, sin querer entender que sus objetivos están conduciendo, a sabiendas, a un fiasco total. Una pérdida para todos. Colapso. Apocalipsis. […] Rusia no permitirá que eso ocurra. Y no estamos solos en esta aspiración».
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