Lo malos que vos matais…
El Congreso votó en la semana pasada la Boleta Única de Papel, que significa que ya los partidos no van a proveer las boletas, sino que habrá una única boleta, gigante, provista por el Estado, en la que los ciudadanos deberán marcar su voto con una birome. El nuevo sistema fue celebrado por La Libertad Avanza, el PRO y el radicalismo principalmente. Es que todo proviene de un mito instalado desde hace años:
Mito 1: Los peronistas -dicen- tienen un aceitado mecanismo de punteros que le entregan a los votantes la boleta de papel del PJ (o el nombre de la alianza que integra) y de esa manera el ciudadano entra al cuarto oscuro con un voto ya pactado de antemano. Los jueces electorales dicen que eso es cosa del pasado. Ocurre poco o muy poco en estos tiempos.
Mito 2: Los peronistas, los malos, roban las boletas de los demás partidos y eso les da una ventaja decisiva. También en esto, los jueces electorales reiteran que es cosa del pasado. Casi no ocurre, es muy marginal.
Mito 3: Los malísimos peronistas van a los geriátricos y a otras instituciones y le dan a los que están internados la boleta del partido, produciendo otro voto manipulado. Nuevamente, los jueces electorales sostienen que ese fenómeno casi no existe.
Los partidos de derecha afirman que es verdad que son hechos muy puntuales, muy marginales, pero que la sumatoria de esas tres maniobras, aunque altere sólo 1 por ciento de los votos, en elecciones tan parejas como las actuales, son de máxima importancia. El argumento es que en estas épocas las elecciones son muy parejas, con diferencias que van entre 0,2 y 1,2 por ciento en muchísimos casos. La elección norteamericana que se viene, por ejemplo, amenaza con tener ese rango de diferencia.
Del otro lado, prácticamente todos los jueces electorales sostienen que el sistema electoral argentino está más que probado. Nunca hubo una sola denuncia de fraude que haya tenido sustento en la justicia y lo cierto es que los oficialismos perdieron reiteradamente. El último ejemplo, es el de 2023, en que perdió el peronismo, que gobernaba, pero cuatro años había perdido el PRO, que también gobernaba. Los ejemplos son incontables.
El Estado se hace cargo de la boleta
A nivel internacional sólo Uruguay mantiene el sistema de la boleta suministrada por los partidos, de manera que en la justicia electoral consideran que debe hablarse de una especie de modernización. Curiosamente, el gobierno de Milei, tan anti-Estado, festeja que el protagonista del suministro de la boleta, pasa a ser el Estado. Estos son los argumentos en danza:
* Se termina con el negocio de la impresión de boletas, algo que favorecía a los partidos chicos, entre ellos LLA. Es público y notorio que distintas fuerzas políticas se quedaban con parte del dinero para hacer campaña. LLA, ahora en el poder, no necesita de ese dinero.
*Desde el punto de vista del sostenimiento del medio ambiente -otro tema que los libertarios odian- es evidente que hay un ahorro de papel: ya no se imprime una boleta por cada partido sino una para todos los partidos y el voto se marca con cruces.
Quienes defienden el nuevo sistema afirman, principalmente, que evita las maniobras del peronismo, y quienes se oponen sostienen que el anterior funcionaba sin problemas, sin objeciones reales. El nuevo -dicen- dependerá mucho de la capacitación.
Educar al soberano y a los fiscales
La experiencia indica, en las provincias que ya usaron la boleta única, que la clave está en la capacitación del ciudadano y también de los fiscales. Nada de eso figura en los planes existentes ahora y menos que menos aparece la previsión de los gastos para hacer esa capacitación.
*El ciudadano tiene que marcar con una cruz la categoría que vota. Por ejemplo, en ocho provincias el año que viene se votan senadores nacionales y diputados. Habrá que poner una cruz en cada una de las categorías. Sin capacitación, se corre el peligro de que el votante ponga cruces en dos listas de candidatos a diputados (voto nulo) y ninguna en senadores (voto en blanco). O a la inversa.
*Los fiscales, entre otras cosas, tendrán que controlar como siempre. El partido que no tiene fiscales corre el riesgo que las boletas con una cruz a su favor terminen llenándose de cruces, con lo que el voto es nulo.
Por supuesto que el nuevo sistema tiene otra forma de escrutinio de manera que en ese terreno la capacitación a las autoridades de mesa también será determinante.
Como combinar elecciones
La justicia electoral y la política tendrán la última palabra en una cuestión más que espinosa: cómo se combinarán las elecciones a senadores y diputados nacionales, con las de legisladores de cada provincia, concejales y otros cargos provinciales.
Por lo que pudo chequear Página/12, que en una boleta única aparezcan los cargos nacionales y provinciales requiere que la legislatura de la provincia que se trate modifique la actual ley electoral de la provincia y adecúe la boleta provincial a la nacional. No es sencillo.
La otra cuestión paralela es política. Es muy posible que los gobernadores no quieran vincular sus elecciones a las nacionales, entendiendo que Milei moverá mucho dinero y mucha influencia. El gobernador seguramente quiera disociar la elección nacional de la provincia. Esta cuestión es esencial, sobre todo en Provincia de Buenos Aires.
Después de la experiencia en CABA del año pasado, la justicia electoral intentará evitar las elecciones concurrentes, o sea que las nacionales y las provinciales se hagan el mismo día. La idea de las dos boletas y las dos urnas no camina. Casi seguro, la justicia electoral va a exigir que si no hay boleta única para todos los cargos, las elecciones sean en dos días distintos. Significará un gasto adicional en logística, pero es probable que los gobernadores se inclinen por esa variante.
Hay un dato político adicional que tiene que ver con la ley votada. Un partido nacional va a querer que su figura tenga un arrastre en todos los cargos, o sea que se promueva el equivalente a boleta completa. Apoyo al dirigente más conocido y, a partir de eso, a toda la lista. La variante no está prevista en la ley que salió del Congreso, básicamente porque se oponían los partidos provinciales y los votos de sus diputados eran imprescindibles. Pero es muy difícil que el peronismo, el radicalismo y los libertarios no introduzcan el mecanismo de boleta completa. Lo harán con otra ley o con alguna disposición en la reglamentación de la ley.
Elecciones y ajuste
A las dudas que plantea la boleta única se agregan las tremendas consecuencias del ajuste que puso en marcha el gobierno de Milei:
*Por de pronto, esta semana la Casa Rosada dejó entrever que va a cerrar la Casa de la Moneda, porque manda a imprimir los billetes al exterior. Pero desde el punto de vista electoral, en la Casa de la Moneda se imprimen los padrones, un trabajo delicado y que no puede estar en manos de cualquiera. ¿Los padrones se mandarán a imprimir a China? Además de los padrones, la Casa de la Moneda produce casi toda la documentación electoral: planillas, instructivos y hasta había comprado máquinas especialmente para lo que llaman el módulo electoral.
*El achicamiento del Correo, con una enorme cantidad de despidos, también produce un fuerte debilitamiento del aparato para los comicios. En una elección se usan 16.000 vehículos del Correo, mulas y lanchas para llevar el material a las mesas. Todo el operativo lo maneja el Correo, incluyendo planillas, instructivos y biombos, cuando se necesitaron. Pero, además, esta semana se produjo el alejamiento de Diego Fernández Oliver, el responsable del Servicio Electoral de la empresa. El Correo dice que no fue un despido, sino que Fernández Oliver se fue a trabajar con Daniel Scioli a su secretaría. Lo cierto es que los 5.000 despidos -varios de los que manejan el operativo electoral- y el cierre de sucursales fueron una noticia dramática para los jueces: piensan que el operativo está en riesgo. El papel protagónico en el Correo parece tenerlo ahora Alejandro Tulio, histórico director nacional electoral, contratado como asesor.
A los ajustes se suma el ajuste en la propia justicia electoral. Redujeron los presupuestos, igualito que en las
universidades. De manera que los jueces están asombrados por las imprevisiones y hablan de que no hay nada asegurado en el operativo electoral de 2025.