Tras ser electo en 2012 secretario general del Partido Comunista de China (PCCh), Xi Jinping citó al “Sueño Chino” como la ruta que conduciría al progreso firme, de alto estándar e indetenible del país en un mundo plagado de incertidumbres.
Por Yolaidy Martínez Ruiz.
Luego, en marzo de 2013, al asumir la presidencia del gigante asiático, afirmó que materializar dicho concepto “significa realizar la prosperidad, la vitalización de la nación y la felicidad del pueblo”, dígase, un porvenir con riqueza, fortaleza militar y armonía entre sus ciudadanos.
Las claves de China para lograr tamaña aspiración radican en el Liang Ge Yibai Nian, sus dos Metas Centenarias que convocan a aprender del pasado, planificar el futuro y consolidar al país en la posición de una potencia avanzada y socialista.
Las dos Metas Centenarias se anunciaron durante el XVIII Congreso del PCCh en 2012. La primera fue completar el establecimiento de una sociedad modestamente acomodada, sin pobreza extrema y con la contaminación medioambiental bajo control cuando el Partido celebrará 100 años de nacimiento, en 2021.
En tanto, la segunda será tener un Estado socialista moderno, próspero, fuerte, democrático, culturalmente avanzado y al nivel de las potencias del primer mundo, al cumplirse el centésimo aniversario de la fundación de China como República Popular en 2049.
Cumplido el primer objetivo
El primero de esos objetivos ya se cumplió y así lo anunció Xi Jinping en su intervención del 1 de julio de 2021, por los 100 años del Partido Comunista. Dos elementos primordiales de esa meta fueron el éxito en las luchas contra la contaminación y la pobreza extrema.
La guerra a la polución arrancó en 2014 y son innegables los resultados de las medidas más drásticas tomadas para erradicar con efectividad un mal perjudicial para la salud humana y el desarrollo económico.
El Estado y el PCCh lo definieron como un asunto de seguridad nacional y así lo asumieron con el mismo ímpetu que la expansión rápida registrada décadas atrás, pero que deterioró el entorno.
Ahora China disfruta de más días donde predomina el aire limpio y cielo azul, el agua tiene mayor calidad y los suelos disponen de una amplia cobertura forestal.
El Gobierno se planteó acelerar la construcción de un sistema que garantice hacia 2035 una sociedad mejor educada en materia ecológica, además de alcanzar el pico y neutralidad de carbono antes de 2030 y 2060, respectivamente.
Pero ahora tiene como reto el complejo proceso de controlar en muchas ciudades las altas concentraciones de ozono, el cual afecta la salud, las cosechas y la infraestructura.
Las peligrosísimas partículas PM2.5 absorben los elementos responsables de generar el gas y al disminuir su concentración, aumentó la presencia del químico en los niveles inferiores de la atmósfera.
El Ministerio de Ecología y Medioambiente señaló recientemente que entre enero y abril pasados, 339 grandes urbes del país reportaron una densidad promedio del ozono de 127 microgramos por metro cúbico, o sea, un 8,5 por ciento más en comparación con la misma etapa de 2021.
Incluso, el incremento sobrepasó el 20 por ciento en lugares como Chengdu, Chongqing y otras importantes metrópolis ribereñas del río Yangtsé.
“La situación no es optimista. El Ministerio tiene por delante un camino duro cuando se trata de control”, dijo un portavoz, al agregar que el ozono es el principal contaminante del aire durante el verano.
Respecto a la pobreza extrema, China la declaró erradicada en 2021 y al cabo de ocho años de una campaña que implicó reformas, mecanismos y estrategias encaminadas a exterminar de raíz un problema de siglos, y asegurar que todos los ciudadanos vivan de forma digna.
Dicha contienda contempló el reasentamiento en vecindarios con viviendas más confortables, instalaciones de servicios públicos, mejor infraestructura vial, transporte, y oportunidades de educación y empleos.
Con el fin del flagelo, China cumplió esa meta de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, una década antes de lo programado.
Pero le queda pendiente solucionar situaciones que enfrentan los residentes en zonas rurales y diseñar planes de apoyo al constante progreso del campo, para así evitar el regreso a la pobreza.
Wang Zhengpu, director de la Administración nacional de Vitalización Rural, explicó que el Gobierno dispone de un mecanismo de monitoreo y asistencia, a fin de velar porque esas personas mantengan estabilidad en los ingresos y cobertura de necesidades básicas, como acceso al agua potable.
La idea -indicó- es detectar cualquier problema e intervenir de manera temprana para solucionarlo y establecer políticas diferenciadas según las peculiaridades de cada región.
También se prioriza el desarrollo de industrias, infraestructura y agricultura, la capacitación de recursos humanos y las fuentes de empleo, especialmente de la población reubicada en nuevos asentamientos.
Precisó Wang que los esfuerzos involucran a empresas privadas, al Ejército y a todos los sectores de la sociedad; el Estado mantiene el respaldo financiero y facilidades aplicadas en los últimos años, pero pone énfasis en la responsabilidad de los funcionarios encargados del programa antipobreza.
En pos del segundo propósito
La travesía hacia la segunda Meta Centenaria de China va acompañada de reformas a las instituciones gubernamentales y partidistas con vistas a transformarla en un estado moderno que aprovechará al máximo las oportunidades y ventajas del sistema socialista, pero al mismo tiempo tendrá un crecimiento estable.
En lo tecnológico, se trabaja en una nueva generación de inteligencia artificial con la idea de ponerla al servicio de la industria y sectores como salud, seguridad y protección del medioambiente.
El plan Hecho en China 2025 tomó mayor fuerza con la construcción de zonas donde se demuestra la calidad de productos nacionales, pues el propósito es ser una potencia manufacturera mundial.
Dichas áreas sirven de vitrina al desarrollo de circuitos integrados, las comunicaciones de la telefonía móvil con conexión 5G, automóviles eficientes en términos de energía y de nuevos materiales.
De conjunto, China también da impulso a su fórmula de doble circulación, la cual concede mayor peso a los negocios, la producción y los gastos domésticos, sin abandonar la cooperación internacional.
Otro aspecto importante es la continua lucha contra la corrupción, las directrices sobre la recuperación, conservación y ahorro de los recursos naturales, así como el reforzamiento del marco legal para combatir las infracciones en el plano medioambiental.
En lo social, el Gobierno redujo los precios de los medicamentos para hacerlos más asequibles y mantiene bajo la lupa la educación a fin de darle un vuelco radical, pues existe una creciente polémica por la sobrecarga de tareas en los estudiantes.
Además, aunque China todavía es la nación más poblada del mundo, lleva años con una bajísima natalidad y un envejecimiento tan acelerado de su población que evidencian su acercamiento al declive demográfico, incluso en una fecha tan cercana como el presente 2022.
La persistencia a largo plazo de esa combinación encendió las alarmas y, en un esfuerzo por revertir la situación, el Gobierno relajó la planificación familiar con el cese de la política sobre el hijo único y también busca solucionar los factores socioeconómicos que desestimulan los embarazos.
En ese sentido, anunció cambios en términos de vivienda, educación, salud, empleo, seguridad social e impuestos para aligerar la carga financiera en los hogares e incentivar la reposición de la familia.
Sueño de China, ¿Pesadilla Occidental?
El Sueño Chino puede resumirse en la determinación del gigante asiático de conseguir un desarrollo de excelencia enfocado en garantizarle un mayor liderazgo global, fortaleza en lo económico, mercantil y militar, más un alto bienestar social hacia 2050.
Pero ese anhelo asusta a muchos en Occidente, que en respuesta expanden por el mundo la teoría de “la amenaza china” al notar cómo este país les pasó por delante y los vaticinios proyectan su llegada a la cumbre de la economía global antes de lo previsto.
Según afirmó el politólogo Zhen Zehao, Estados Unidos es el primero en sentirse incómodo, considera a China como un enemigo político y por eso se empeña como nunca en los conflictos bilaterales, organizar a sus aliados e instigar acciones de contención al auge de Beijing.
No obstante, el mismo presidente Xi Jinping más de una vez aseguró que el progreso del país siempre estará vinculado al deseo de todos los pueblos del orbe de vivir una vida mejor.
“El crecimiento de China no lleva amenazas al mundo, sino oportunidades. El Sueño Chino que vamos a efectuar no solo beneficiará al pueblo chino, sino también a los diversos pueblos del mundo (…) Este compromiso nunca cambiará”, afirmó el mandatario.
/ Prensa Latina