Tres candidatos principales se disputan suceder al presidente nigeriano Muhammadu Buhari, quien dejará el poder tras dos mandatos consecutivos. Se trata de las sextas elecciones generales de la economía más grande de África desde el regreso de la democracia en 1999.
Nigeria, la nación más poblada del continente africano y el séptimo productor de petróleo del mundo, llevó adelante los comicios este 25 de febrero para elegir presidente, vicepresidente y renovar las dos cámaras de la Asamblea General, tras una campaña marcada por la cercanía entre los tres principales aspirantes y los graves problemas que atraviesa el país en varios frentes.
De acuerdo con las autoridades oficiales, 93 millones de personas estaban autorizadas para votar en los colegios electorales dispuestos a lo largo de todo el país. Si bien se registraron retrasos en numerosos centros de votación, principalmente debido a la aplicación de nueva tecnología para evitar fraude electoral, el ambiente según los reportes periodísticos locales e internacionales fue de gran tranquilidad y fervor alrededor de las casillas, observándose largas colas para votar.
De los 18 candidatos que aspiran suceder a Buhari, presidente desde el 2015, solo tres tienen oportunidades reales de obtener la victoria, tras mantenerse en lo alto de las encuestas a lo largo de los últimos meses.
El primero de ellos es Bola Tinubu, del oficialista Congreso de Todos los Progresistas y exgobernador de Lagos, mientras que el segundo es Atiku Abubakar, del Partido Democrático Popular, la principal formación opositora. Abukabar ocupó la vicespresidencia entre los años 1999 y 2007, pero en ninguna de las cinco veces anteriores que se presentó como candidato presidencial logró imponerse.
Ambos aspirantes, pertenecientes a los partidos tradicionales de Nigeria, tienen un competidor, Peter Obi, del Partido Laborista, que gracias a una dinámica campaña en redes sociales y su acercamiento a los votantes jóvenes con un mensaje centrado en la promesa de cambio, se disparó sorpresivamente en las intenciones de voto.
La estrategia electoral no es el único rasgo que diferencia a Obi de los dos hombres fuertes de la política nigeriana. Mientras Bola Tinubu y Atiku Abubakar son ambos musulmanes (pertenecientes a una etnia yoruba y a los fulanis, respectivamente), Obi es un cristiano del grupo étnico igbo.
De acuerdo con las leyes electorales nigerianas, para que alguno de los candidatos se proclame vencedor debe lograr la mayoría de los votos y el 25% de los sufragios en al menos dos terceras partes de los 36 estados nacionales, lo que le permitiría ser estimado presidente en primera vuelta. En caso de que ninguno lo logre, se celebrará una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados en un plazo de 21 días.
Estas elecciones marcaron además el debut del sistema bimodal de acreditación de votantes, una tecnología facial y de huellas dactilares presentada por la Comisión Electoral Nacional Independiente para garantizar la transparencia del proceso mediante el involucramiento de datos biométricos.
En los últimos años, numerosas crisis, vinculadas a la alta inflación y la devaluación de la naira, los problemas de energía y el aumento en la violencia tanto de bandas criminales como de agrupaciones yidahistas hicieron mella en la popularidad de Buhari, y el próximo presidente deberá encargarse de revertir la situación que ha sumido a grandes porciones de la ciudadanía en el descontento.
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