Bastó la promesa de la Casa Rosada de que, tal vez, si no había cambios, incluirían el Presupuesto 2025 en el temario de extraordinarias para que los gobernadores bloquearan, una vez más, la sesión para rechazar el DNU de canje de deuda. Casi en espejo de la sesión de hace dos semanas, el peronismo, Encuentro Federal y el radicalismo de Democracia Para Siempre no pudieron reunir los 129 presentes para rechazar el DNU con el que Luis Caputo puede refinanciar deuda pública sin pasar por el Congreso. Se quedaron cortos por diez ausencias que, por afuera del tridente oficialista –el PRO, el radicalismo de Rodrigo de Loredo y La Libertad Avanza–, correspondían a dirigentes propios que responden a gobernadores. No fue, sin embargo, la única sesión del día que no consiguió quórum: dos horas antes, la UCR no pudo juntar el número para limitar el poder de los sindicatos y, furiosa, acusó al Gobierno de haber cerrado un acuerdo con la CGT.
«Dale, sentate un ratito», le gritaban, risueñas, un grupo de diputadas peronistas a la exlibertaria Lourdes Arrieta, que había bajado al recinto para dar quórum y rechazar el DNU 846. La oposición había logrado juntar 119 voluntades a fuerza de robar dirigentes de otras fuerzas: el larretista Álvaro González, sentado solo entre las bancas del PRO; Julio Cobos y Fabio Quetglas, los radicales críticos que quedaron en el bloque comandado por el mileísta De Loredo; el santacruceño Sergio Acevedo; y Arrieta, sola en el ala oficialista del recinto, sacando fotos y filmándose. No alcanzó, sin embargo, y cumplido el tiempo límite (media hora), Martín Menem tomó la palabra y bajó la sesión: «Cumplo el tiempo reglamentario, para que después no me digan Colapinto», ironizó el presidente de la Cámara de Diputados, a quien habían acusado la semana anterior de suspender rápido la sesión por Ficha Limpia y así impedir que el PRO consiguiera quórum.
El fracaso, sin embargo, estaba anunciado desde la noche anterior. Unión por la Patria sabía que los cuatro catamarqueños de Raúl Jalil no darían quórum y en el recinto, se desayunaron que tampoco lo harían ni la neuquina Danya Bertoldi ni el santafesino Roberto Mirabella. Tampoco estuvo el santiagueño Ricardo Daives, aunque en su caso fue por cuestiones de salud. Encuentro Federal, conducido por Miguel Ángel Pichetto, sufrió una sangría de seis diputados que responden a gobernadores: los cuatro cordobeses de Martín Llaryora, el chubutense Jorge «Loma» Ávila y el entrerriano de Rogelio Frigerio, Francisco Morchio. En el caso de los radicales de Democracia, no estuvieron el jujeño Jorge Rizotti, la santafesina Melina Giorgi, el correntino Miguel «Colo» Aguirre, la entrerriana Marcela Antola y el chaqueño Juan Carlos Polini. Sumados a los sanjuaninos de Marcelo Orrego, los tucumanos de Osvaldo Jaldo, los misioneros de Hugo Pasalacqua y los salteños de Gustavo Sáenz. Todos los gobernadores –todos excepto Axel Kicillof, Gildo Insfrán, Sergio Ziliotto, Ricardo Quintela y Gustavo Melella– habían jugado para boicotear el rechazo al DNU 846.
La Coalición Cívica, mientras tanto, se rompió al momento de dar quórum: solo Maxi Ferraro y Mónica Frade dieron quórum, el resto, en cambio, se plegó al gobierno.
El cuento de la buena pipa
Una vez más, la zanahoria para conseguir la complicidad de los gobernadores fue el Presupuesto. O al menos esa fue la excusa. Temprano, Casa Rosada dejó trascender que, ahora sí, analizaba la posibilidad de incluir el debate del Presupuesto 2025 en el temario de sesiones extraordinarias. Los diputados que responden a esos gobernadores, sin embargo, se enteraron de la oferta a través de los medios. «Milei y Caputo no les responden los mensajes», admitió un legislador del PRO santafesino que coincide, como la mayoría en la oposición, que el Gobierno amagará con tratar el Presupuesto, pero lo dilatará hasta marzo.
Si la promesa del Presupuesto era una fantasía lejana, ¿Por qué entonces los gobernadores habían decidido renunciar a la bala de plata que les ofrecían en la oposición para obligar al Gobierno a negociar?. La posibilidad de flexibilizar las condiciones para refinanciar la deuda pública estaban, después de todo, en el artículo 54 del Presupuesto: si el Congreso rechazaba el DNU, el Gobierno estaría obligado a tratar el Presupuesto para que Caputo tuviera su herramienta. Esta era, al menos, la estrategia opositora. Pichettistas, macristas y peronistas coincidían en una misma respuesta: porque los gobernadores le tiene miedo a Milei.
«Ellos negocian uno a uno con el Gobierno y después miran las encuestas. Milei mide bien y tienen miedo de que los insulte si le llevan la contraria», masculló, resignado, un dirigente de EF a cargo del poroteo. En el peronismo coinciden: «Son los gobernadores más miedosos que tuvimos hasta ahora. Porque no les dan nada, están todos con que Milei tiene buena imagen en sus provincias. ¿Se creen que Karina (Milei) nos les va a armar listas en sus terriorios?», apuntó, enojada, una importante dirigenta de Unión por la Patria.
Los legisladores no le escaparon al tema en el recinto. «No sólo no estaban acá los diputados del oficialismo con peluca, tampoco estaban los de nuestro propio partido con peluca, y tampoco los diputados del peronismo con peluca. Porque no hemos podido reunir el quórum y esto también hay que decirlo», cuestionó el presidente de Democracia, el radical Pablo Juliano.
«A mi no me hace gracia que compañeros no estén dando quorum, pero quiero valorar que el 93 por ciento de nuestro bloque estuvo acá sentado», señaló, en cambio, el titular del bloque peronista, Germán Martínez, que acusó a Milei de «fascista»: «Alguien que quiere impedir el funcionamiento de uno de los poderes del Estado, es fascista. Alguien que llama ‘ratas’ a los diputados y senadores, es fascista», denunció.
Reforma sindical sin quórum
Dos horas antes de la convocatoria del DNU 846, el radicalismo deloredista intentó impulsar una reforma sindical que, entre otras cosas, prohíbe la reelección indefinida de los secretarios generales así como la eliminación de la obligatoriedad. La avanzada, sin embargo, no había sido más que una implementación de la lógica libertaria del «principio de revelación»: el proyecto de Martín Tetaz no había conseguido dictamen, por lo que, a menos que se hiciera una reinterpretación del reglamento, necesitarían de dos tercios para poder aprobar la iniciativa. Un número imposible de conseguir dado que ni el peronismo ni la izquierda acompañaban el proyecto.
La UCR, al final, no logró siquiera conseguir quórum. Recolectó, junto al PRO, el oficialismo y la Coalición Cívica, unos 111 diputados. El bloque que preside Pichetto optó por no participar junto a la izquierda y el peronismo. De Loredo, sin embargo, acusó al Gobierno de cerrar un acuerdo con la CGT para que no hubiera quórum: «Es evidente, basta ver el juego de sillas. No quiero ser hipócrita, no digo que hagan lo que nosotros no pudimos hacer cuando nos tocó gobernar. Pero que hay un acuerdo, hay un acuerdo», cuestionó el titular del bloque radical.