Desde el organismo financiero internacional esperan que los próximos recortes de tasas de interés de la Reserva Federal (Fed) ayuden a reavivar los flujos de bonos hacia las economías emergentes y en desarrollo.
En las últimas décadas los flujos de capital hacia las economías de mercados emergentes y en desarrollo vienen de varios ciclos de auge y caída, a menudo de la mano de acontecimientos externos como las decisiones de política monetaria en las principales economías avanzadas. Por eso ahora, que se vislumbra la reversión del ciclo de contracción monetaria global, crecen las esperanzas de que los flujos retornen con más vigor a los emergentes, en busca de mejores rendimientos, como proyecta, entre otros, el propio Fondo Monetario Internacional (FMI).
Vale señalar que durante el reciente ciclo internacional de austeridad monetaria, las entradas de capital en muchos emergentes y en desarrollo demostraron ser relativamente resistentes, gracias a la solidez de sus marcos de políticas y la buena posición de sus reservas internacionales. Sin embargo, algunos de los países más vulnerables se vieron afectados de manera desproporcionada por el aumento de los costos de endeudamiento externo, como lo refleja la fuerte desaceleración en la emisión de eurobonos.
¿Qué son los eurobonos?
Los eurobonos son instrumentos internacionales de deuda emitidos por países en una moneda diferente a la suya, en general el dólar o el euro. Los emergentes y subdesarrollados de mayor riesgo recurren a estos instrumentos especialmente porque les permiten sortear las limitaciones de sus mercados locales de capital, y acceder a capital extranjero y diversificar las fuentes de financiamiento. Pero, a diferencia de los bonos en moneda nacional, los eurobonos implican un riesgo cambiario para el tomador, y sus tasas de interés son especialmente sensibles a la configuración de la política monetaria de la moneda de emisión.
Según un cálculo de los economistas del Fondo, Paula Arias y Robin Koepke, la fuerte desaceleración de la emisión neta de eurobonos por parte de los emergentes y subdesarrollados, que cayó a 40.000 millones de dólares anuales en 2022-23, un 70% menos que en los dos años anteriores. Señalan que durante este período, 26 de los 75 países registraron salidas netas de eurobonos, por un total de 58.000 millones de dólares (incluidos países como Bolivia y Mongolia), y estas salidas se debieron a que los eurobonos que vencían superaron a las nuevas emisiones, más que a ventas directas por parte de los inversores internacionales. “El fuerte aumento de los rendimientos de los bonos del Tesoro de EEUU provocó una caída en la emisión de eurobonos por parte de los mercados emergentes”, explican Arias y Koepke.
Ahora bien, la reducción de los flujos de eurobonos “fue el resultado de la combinación de un endurecimiento de las condiciones financieras externas y de las vulnerabilidades preexistentes en las economías afectadas, como los retos en materia de sostenibilidad fiscal y externa”. Así se ha visto que algunos países con fundamentos económicos y marcos de políticas más sólidos lograron sustituir la emisión en moneda extranjera por deuda en moneda local, financiada en parte por inversores nacionales, mientras que muchos países respondieron recortando la inversión para reducir las importaciones, lo que pesó sobre el crecimiento económico; y muchos otros también recurrieron a sus reservas, lo que podría reducir la capacidad de estos para hacer frente a shocks futuros.
Es clave la tasa en EEUU
Según explican Arias y Koepke, la emisión neta de eurobonos tiene una fuerte relación negativa con las tasas de interés de las economías avanzadas, como el rendimiento de los bonos del Tesoro de EEUU a 10 años: cuando los rendimientos de los bonos en EEUU y otras economías avanzadas se desplomaron durante la pandemia, los tomadores de los emergentes y en desarrollo aprovecharon los bajos costos de endeudamiento para emitir deuda.
Por eso durante el posterior endurecimiento de la política monetaria de la Fed y otros bancos centrales importantes, las entradas de eurobonos en muchos emergentes y subdesarrollados con calificaciones más bajas se evaporaron a medida que las tasas de interés de los préstamos alcanzaban niveles prohibitivos. “La emisión de eurobonos disminuyó aun cuando el diferencial de tasas de interés se amplió en los emergentes y subdesarrollados, lo que apunta a la importancia de las tasas de interés externas para este tipo de flujos de capital”, sostienen.
En 2024, las condiciones de las tasas de interés mundiales comenzaron a ser más favorables para los tomadores, a medida que los principales bancos centrales empezaron a flexibilizar su política monetaria. “Esta evolución contribuyó a la recuperación de la emisión de eurobonos, hasta los 40.000 millones de dólares en el primer trimestre de 2024, con la vuelta al mercado de países como Benín y Costa de Marfil”, señalan los economistas del Fondo.
De ahí que sugieran que el inicio de un ciclo de flexibilización de la Fed puede respaldar un nuevo repunte en la emisión de eurobonos y una reactivación más amplia de los flujos de capital hacia las economías emergentes y en desarrollo. Lo cual podría ser aprovechado por el Gobierno de Milei, siempre y cuando, no solo se hagan las cosas bien, sino que si todo salga bien.
Cabe señalar que algunos países de mayor riesgo aún enfrentan altos costos por vender deuda denominada en moneda extranjera a inversores después de que los principales bancos centrales subieran las tasas de interés. Por eso será clave la dinámica de la flexibilización monetaria de la Fed, el BCE y otros grandes bancos centrales del mundo.