Hugo Chávez planteó infinidad de modelos para una integración latinoamericana real y basada en los principios de Simón Bolívar. A diez años de su partida, el analista y exasesor de Chávez, Sergio Rodríguez Gelfenstein, contó cómo el carácter del presidente venezolano marcó una época para el continente.
Por Sergio Pintado.
Sergio Rodríguez Gelfenstein conoció bien al expresidente venezolano Hugo Chávez (1999-2013), ya que sirvió como director de Asuntos Internacionales de la Presidencia de Venezuela durante su Gobierno. Por eso, cuando ya pasó una década de su fallecimiento, el experto en relaciones internacionales puede asegurar que el fundador del chavismo no solo era «el bolivariano más grande» sino el responsable de plantar la semilla de la integración latinoamericana en el siglo XXI.
Un repaso por la historia de Hugo Chávez demuestra cómo el comandante derivó de un programa de propuestas centradas en cambiar la realidad venezolana a desarrollar una visión política más amplia con la que buscó que Venezuela tuviera un rol protagónico en la escena regional y global.
Rodríguez Gelfenstein recordó que la política exterior «no era un tema de primer orden» para el Chávez de 1998, cuando su campaña para acceder al Gobierno se centró en recuperar la industria petrolera venezolana, combatir la corrupción imperante hasta el momento y convocar a una Asamblea Constituyente.
Sin embargo, rememoró el experto, Chávez era «profundamente bolivariano en términos ideológicos», por lo que, ya en el Gobierno, no pudo evitar comenzar a pensar también en la suerte de América Latina y el Caribe como región. Por supuesto, no fue fácil hacerlo en los últimos años de una década de 1990 marcada por ideas neoliberales y la hegemonía absoluta de EEUU en las decisiones de la región.
«Chávez se dio cuenta de que la dinámica política regional estaba totalmente dominada por Washington«, explicó Rodríguez Gelfenstein, retrotrayendo su memoria hacia la Cumbre de las Américas celebrada en Canadá en 2001. Allí, el presidente venezolano encontró poca sintonía para el pensamiento de Simón Bolívar cuando Washington insistía en la formalización del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Rodríguez Gelfenstein apuntó que, cuando todavía faltaba más de un año para que Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2011) asumiera en Brasil y Néstor Kirchner (2003-2007) hiciera lo propio en Argentina, «no había una correlación de fuerzas» en la región que permitiera que sus ideas de integración encontraran eco. Aún así, Chávez suplía la falta de complicidad con otros mandatarios acercándose al movimiento popular latinoamericano, algo que no lo dejaría de caracterizar en el futuro.
En esa etapa, Chávez comienza a comprender que «si quiere avanzar en un proyecto de integración bolivariana deberá pasar por una confrontación con EEUU, que hasta ese momento imponía la Doctrina Monroe«, explicó el analista.
El experto enfatizó que las disputas con Washington, que caracterizarían la política exterior de Chávez de ahí en más, no fueron buscadas por el venezolano, sino por EEUU, que «vio el peligro que significaba Chávez para sus intereses». El comandante comprendería cabalmente lo indeseable que sería para la Casa Blanca cuando sufrió un intento de golpe de Estado en 2002 que, según sostiene Venezuela hasta hoy, fue apoyado por estadounidenses.
ALBA, CELAC y Unasur: los organismos propiciados por Chávez
Una de las expresiones institucionales del pensamiento integrador de Chávez puede encontrarse en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), un bloque regional ideado por el líder venezolano con el apoyo de Fidel Castro desde Cuba, como una suerte de contraposición al ALCA.
El organismo, que nuclea a Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Cuba y varios países del Caribe, nació con las ideas de Bolívar, José Martí y Augusto Sandino, entre otros próceres latinoamericanos que abogaban por una integración que contrapesara la influencia estadounidense.
Sin embargo, Rodríguez Gelfenstein remarcó que las ideas integradoras de Chávez trascendían al ALBA, que solo concentraba a algunos países. «Chávez tenía un pensamiento totalizante, tenía una visión mucho más amplia de la integración y entendía que tenía que incorporar a otros países«, explicó.
Eso explica el papel clave del líder venezolano en la creación de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) en 2011, una experiencia inédita de relacionamiento entre todos los países sudamericanos por fuera de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Lo mismo con la fundación de la Unasur, un bloque que reunió a todos los Estados de América del Sur y nació en 2008 y la insistencia de Chávez para que Venezuela se incorporara al Mercosur, el bloque comercial que hasta entonces solo incluía a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
Rodríguez Gelfenstein recordó que Chávez veía a Argentina y Brasil «en términos estratégicos» como socios determinantes para una verdadera integración latinoamericana, aun cuando los nuevos líderes progresistas que iban accediendo al poder en los primeros años del siglo XXI todavía no estaban «imbuidos» en ese espíritu.
Como ejemplo de eso, el experto venezolano recordó la relación entre Chávez y Néstor Kirchner. El argentino había llegado al Gobierno sin demasiado recorrido internacional, pero rápidamente forjó lo que Rodríguez Gelfenstein consideró «una amistad muy sólida» con Chávez que lo pondría como otro de los referentes de esos procesos de integración.
Con Lula la sintonía también fue inmediata, rememoró el experto, señalando que el mandatario brasileño había llegado al poder con la firme convicción de que Brasil pisara fuerte en el concierto internacional y comenzara a tener influencia en zonas del mundo en las que no las tenía. «Ese interés de Lula se encontró con el de Chávez, el de Kirchner y el de Fidel y por diferentes circunstancias se va gestando un interés por la integración», subrayó.
El analista venezolano enfatizó que Chávez sabía transformar esa voluntad de integración en medidas concretas, algunas que todavía son mencionadas como posibles soluciones una década después de su fallecimiento. Chávez llegó a proponer el sucre como moneda única latinoamericana y creó el Banco del Sur como un instrumento que protegiera la soberanía financiera de los países latinoamericanos.
La integración energética y fluvial, el gran sueño de Chávez
Pero, además, el expresidente venezolano defendía la necesidad de una integración energética de América Latina, una cuestión que se vuelve cada vez más un problema serio para los países de la región.
«Chávez creía que se podía generar una red de oleoductos que vinieran desde México y confluyeran con gasoductos de Venezuela en territorio colombiano para luego bordear hacia el sur por el Pacífico y se conectaran a gasoductos bolivianos y argentinos, de manera de producir una verdadera integración que hiciera a América Latina y el Caribe independiente en materia energética«, detalló Rodríguez Gelfenstein.
Para el analista, fueron «las oligarquías» de los países de la región las que paralizaron ese proyecto e impidieron que, en la actualidad, América Latina tenga una mayor defensa ante el incremento de los costos de la energía.
De todas maneras, puede encontrarse una muestra de la idea a escala más pequeña de la integración energética de Chávez en Petrocaribe, una alianza que permite que países del Caribe puedan adquirir petróleo venezolano a precios preferenciales.
Chávez también tenía otro «gran sueño»: conectar a los países de América del Sur a través de sus ríos. «Estaba convencido de que era posible hacer una conexión fluvial a través de los ríos Orinoco, Río Negro, el Amazonas, el Pilcomayo, el Paraná, el Uruguay y llegar hasta el Río de la Plata para poder comunicarnos no por fuera, sino por dentro del continente«, explicó el experto.
Haber trabajado de cerca con Chávez le permitió a Rodríguez Gelfenstein comprobar el nivel de apasionamiento que el comandante venezolano tenía con sus proyectos.
«Chávez tenía en su oficina unos mapas en los que estaba toda su idea de integración energética y fluvial. Era algo permanente en sus ideas: la integración económica, financiera, energética, fluvial y hasta la adquisición de una ciudadanía latinoamericana y caribeña«, sintetizó.
El carácter, una marca registrada de Chávez
Al haberlo conocido de cerca, Rodríguez Gelfenstein mantiene la convicción de que el «talante humanista» que el presidente venezolano le imprimía a lo que hacía fue clave para el desarrollo de su plataforma política. «Le dolían las cosas que pasaban en África o en Haití y ese dolor no solo se quedaba en sentimiento, sino que trataba de hacer algo que expresara la voluntad solidaria de Venezuela«, acotó.
Por eso, además de los mecanismos de integración que impulsó, Chávez también se puso al hombro, junto con Fidel Castro, programas como la Operación Milagro, que llevó a médicos cubanos a realizar operaciones oftalmológicas a personas de bajos recursos en todo el continente.
Además, la combinación de altos estudios militares con sus orígenes humildes alimentó un carisma que le permitió ser un «líder natural» tanto para las Fuerzas Armadas de Venezuela como para trabajadores y sectores desfavorecidos de Venezuela. «Chávez no era ajeno al sentimiento del venezolano auténtico», resumió el analista, destacando al líder como un fiel representante del «valor natural del pueblo venezolano».
Esa forma de ser también lo llevó a plantarse firmemente en cumbres internacionales, ya sea para discutir con el rey Juan Carlos de España en una cumbre en 2007 o para pasar a la historia al decir «ayer estuvo el diablo estuvo aquí. Huele a azufre todavía«, en la Asamblea de Naciones Unidas en referencia al presidente estadounidense George W. Bush (2001-2009).
«Chávez sentía la responsabilidad de haber sido elegido presidente y en esos eventos internacionales manifestaba ese sentir puro del venezolano. Y no tenía miedo. No tenía temor porque tenía convicciones muy profundas», enfatizó Rodríguez Gelfestein.
El legado vive en los pueblos
Una década después de su partida, el analista internacional aseguró que las ideas de Chávez siguen más que vigentes en los países que más las han seguido como la propia Venezuela, Cuba, Nicaragua o varios países del Caribe. De todas maneras, admitió que «la situación de la región hoy es distinta».
«Las izquierdas de hoy no son las mismas de hace veinte años, el Lula de hoy no es el mismo de hace veinte años y Alberto Fernández no es Néstor Kirchner. No podemos establecer una comparación», lamentó. Incluso, admitió que el actual presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha debido afrontar «un brutal bloqueo» que no tenía la misma fuerza en la época de Chávez y que también conspira contra la influencia de Venezuela en la región.
Ahora bien, Rodríguez Gelfenstein aseguró que el legado de Hugo Chávez puede notarse con mayor evidencia en los sectores populares de América Latina.
«El espíritu del comandante Chávez está en los pueblos, que tienen un recuerdo extraordinario de su impronta. Creo que es imposible ocultar a Chávez de la historia, es un actor imperecedero de cara al futuro y la historia de América Latina«, sintetizó.
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