Con el veto decidido, el reclamo universitario -con acompañamiento de buena parte de la oposición- deja presión sobre el club del veto. El PRO sostiene el silencio, provincialismos se alejan de LLA, UCR se concentra en evitar fugas.
Una vez más, la marcha federal universitaria logró generar un hecho político que es una rareza en la coyuntura local: la transversalidad de un reclamo que rompe con la lógica partidaria. En este caso, a favor de la Ley de Financiamiento Universitario sancionada por el Congreso y que Javier Milei vetará para sostener el frente fiscal, pese a que la norma representa el 0,14% del PBI.
Al igual que en abril, miles de estudiantes salieron a las calles no solo de Buenos Aires sino de todo el país para defender la universidad pública, uno de los pocos orgullos nacionales que se sostienen a lo largo del tiempo. En aquella oportunidad, en los albores de la presidencia de Javier Milei, el Gobierno también le había bajado el precio a la movilización, de forma previsible. No obstante, la contundencia de los hechos llevó a que Milei, quien suele mirar solo para adelante, decidiera dar un paso atrás: finalmente, amplió partidas para el funcionamiento de las casas de estudio en un 70%
Los efectos ahora están por verse y el impacto de las imágenes de las calles colmadas apuntan ya menos al Gobierno, decidido a dinamitar la ley de financiamiento a las universidades, que a los aliados del oficialismo de quienes depende sostener ese veto. El PRO, los radicales cuentapropistas y diputados de fuerzas provinciales tendrán una pelota caliente en las manos, tras haber aportado al oficialismo en el veto anterior a la reforma jubilatoria. Otra vez, en ellos se encomendará el Presidente para no mostrar flaquezas: si no reúne un tercio de cada cámara dará una señal de debilidad hacia afuera, en especial hacia los mercados.
Javier Milei y su equipo de comunicación se mantuvieron, incluso en los diálogos informales, atados al mantra de “la marcha es política”. Descreen de mediciones de impacto y nada torcerá el rumbo de la política concreta. Es decir, la firma del veto. Incluso, redoblaron la apuesta en la previa. Alzaron datos de cantidad estudiantes, de participación de extranjeros en la matrícula, de salarios docentes, y otros etcéteras para no alterar una consigna que suena absurda: una marea humana movida por intereses partidarios. Aunque, en rigor, ayuda a la tesis libertaria la aparición de lo que Milei denominó «el tren fantasma» en su primera reacción a la convocatoria: presencia en la calle de todo el arco político opositor, en especial del peronismo.
De todos modos, que la marcha sea política es una obviedad, ya que se trata de una pulseada por las prioridades presupuestarias. Un informe de la Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP) remarcó que el recorte en lo que va del año es de 32%. Asimismo, el Presupuesto 2025 signa $3,8 billones a las universidades, cerca de la mitad de lo que pide el Consejo Interuniversitario Nacional. «Si el proyecto para el 2025 no se modifica la situación de las universidades y el sistema científico será mucho más grave que la que atravesamos hoy. Lo que estará en juego su continuidad. Ni más ni menos que eso», afirmó la presidenta de la Federación Universitaria de Argentina (FUA), Piera Fernández, en el discurso de cierre.
Un tercio fluctuante
En abril el Gobierno tenía margen para perder una batalla, en los niveles altos de aprobación de la luna de miel alargada. En cambio, en los últimos días Javier Milei recibió un cúmulo de malas noticias que hicieron mella en su capacidad de respuesta, e incluso en la de marcar la agenda, una virtud que venía exhibiendo desde el inicio de su gestión. La caída de la imagen, el aumento de la pobreza, el estancamiento de la economía ponen presión al Presidente.
Por eso, esta vez la fuerza simbólica de la marcha federal difícilmente logre los efectos que sí obtuvo en abril. Y, en cambio, apunta a romper al club del veto. ¿Podrán los universitarios? «Vamos a seguir mirando el tema, pero no por la marcha, sino por lo que nosotros creamos», dijeron a Ámbito desde el PRO. Es que el silencio de Mauricio Macri genera tensión en el vínculo con La Libertad Avanza, máxime tras su formalización como partido con un acto en CABA y con la fusión de bloques en la provincia de Buenos Aires con los amarillos que responden a Patricia Bullrich. El silencio es táctico, ya que de rechazar el veto, Mauricio Macri también tendrá un desafío personal: demostrar cuántos legisladores responden efectivamente a su liderazgo. Una incógnita que podrá despejarse.
«Los diputados de Río Negro y de Misiones no se pronunciaron todavia y van a esperar al día de la sesión. Por eso Innovación Federal no sacó un comunicado», expresó a este medio la titular de ese bloque en la Cámara baja, la salteña Pamela Caletti, quien además es docente en la universidad pública y se expresó de manera personal en contra del veto. Los otros dos diputados salteños de ese espacio también apoyarán la ley de financimiento universitario. En el veto a la reforma jubilatoria, este bloque se abstuvo de votar.
El radicalismo también salió a jugar fuerte tras las fugas de diputados en el veto anterior, que determinó suspensiones a los aventureros. Hay una tradición partidaria de defensa de las universidades, y muchos de los cuadros políticos de la UCR se forman en los centros de estudiantes de las facultades. Ahora, apunta a lograr unidad en los bloques de ambas cámaras.