Los vientos que soplan de cola proceden de dos vertientes. La economía que empuja con bríos inusitados, y la FED que recorta sus tasas, y así también empuja. ¿Cuáles son las preocupaciones de la Bolsa?
Wall Street alumbró un mercado bull en octubre de 2022 contra viento y marea. A contramano de la suba de tasas, una inflación rebelde y todos los pronósticos de recesión. En junio de 2023 el S&P 500 escaló 20% desde su piso de 3577 puntos y certificó sus credenciales. Pero aun entonces era un rally concentrado en apenas siete papeles y de estirpe sospechosa. Dos años después de su gestación, no quedan dudas. El mercado bull es un toro de raza. No solo acredita recorrido, un avance de 62,5% que lo encumbró por encima de los 5800 puntos. La FED se convirtió en su amiga. Y ya no le opone un sendero de tasas cuesta arriba. Hoy el viento y la marea, y la inflación en retirada, son favorables. Es más, los vientos que soplan de cola proceden de dos vertientes. La economía que empuja con bríos inusitados, y la FED que recorta sus tasas, y así también empuja.
La FED estrenó la baja de tasas con un hachazo de medio punto el 18 de septiembre. Las tasas a diez años, un día antes, rozaron un mínimo de 3,60%. Y el viernes cerraron en 4,10%. Es decir, las tasas largas respondieron a la baja de medio punto con una suba del mismo porte. En otras palabras, el voto de Michelle Bowman no es el único disenso. La inflación no está vencida, no regresó todavía al redil del 2%. Lo enfatizan ambos, la gobernadora y los bonos del Tesoro, que aumentan día a día las primas de inflación implícitas en sus cotizaciones. Pero donde manda capitán… En las minutas de la última reunión se registró la férrea voluntad de Jay Powell, y unos “pocos” (sic), de arrancar el proceso con un gesto contundente que no era, en principio, la opinión de la mayoría. En público, el presidente ya sugirió también un derrotero para lo que resta del año. Un cuarto punto de reducción en noviembre y otro tanto en diciembre. Y los mercados, que querían más, compraron la idea sin chistar después de comprobar la robusta creación de empleo en septiembre.
La FED está convencida de profundizar la poda. La política monetaria es muy restrictiva. Y la quiere normalizar. La tasa de fed funds se ubica en 5%. La tasa neutral, estima, en torno a 3%. En esa inteligencia, Austan Goolsbee, de la FED de Chicago, espera que, a más tardar para finales de 2025, la tasa corta habrá descendido a una franja entre 2,5% y 3,5%.
Pausar o no pausar la suba de tasas
El diablo está en los detalles. O, mejor dicho, en la velocidad del ajuste. Y, dice John Williams, de la FED de Nueva York, “todo dependerá de la data”. Pero, la data misma será de difícil interpretación. No la inflación, que en septiembre dio una nota más alta que lo esperado. Si se examina con cuidado es casi un calco que se repite en julio, agosto y septiembre. Los precios mayoristas no variaron el mes pasado. En consecuencia, la inflación que sigue la FED -la del deflactor del consumo- será más tenue que la conocida de los precios minoristas. Y, sin embargo, Raphael Bostic, de la FED de Atlanta, declaró que “tal vez deberíamos hacer una pausa en noviembre”. La leve oscilación de los precios fue la excusa para meter el bocado.
La fortaleza del mercado laboral es la razón más que evidente para desensillar. Pero, ¿es tan evidente? El salto brusco de los pedidos de subsidios de desempleo -de 225 mil a 258 mil en una semana- encendió una alarma. Hace más de un año que no afloraba tanta demanda. ¿Qué pasó? Pasó el huracán Hellene. E hizo destrozos, incluyendo pérdidas de trabajo. Y ahora, dos semanas después, azotó otro, Milton. Sobre llovido, anegado. ¿Cómo interpretar la data entonces? Estos desastres dañarán la actividad real. De forma temporaria, pero fuerte. La FED tiene un colchón de tasa para recortar, y prefiere pecar por el lado de la generosidad. A buen entendedor, entonces, Powell ya nos dijo lo que piensa hacer. Bajará las tasas en noviembre y diciembre.
Wall Street y sus preocupaciones
¿No será demasiado? Que se quejen Bostic, Bowman y los bonos del Tesoro. La Bolsa agradecerá el aventón, aunque no lo precise. Instalada en la cima de récords flamantes, sus preocupaciones son otras. La salud de las compañías y de la república. Vigila la temporada de balances, que arrancó a tambor batiente gracias a los buenos números de los grandes bancos. Y a su mensaje propicio de cara al futuro, incluyendo la declaración de aterrizaje suave del CFO de JPMorgan.
Pero, sobre todo, interesa develar quién será el próximo presidente de los EEUU. La votación está a tiro: el 5 de noviembre, dos días antes que termine la reunión de la FED. El principal riesgo es que el escrutinio se demore y que la limpieza de la elección se ponga en la picota. No importa quién gane. Sí que el candidato derrotado acepte tomar rápido la pérdida y dar vuelta la página.