Buscar explicaciones a un resultado electoral puede ser una tarea interesante en la medida que junto al análisis, la investigación, el estudio y un meduloso andar por cierta senda científica, se puedan agregar claras definiciones políticas. De lo contrario es un mero ejercicio de auto satisfacción para quienes encuentran, siempre en responsabilidades ajenas, las causas de las derrotas en el voto popular.
Me aparto de eso, salvo para decir que los pueblos votan en virtud de sus intereses, siempre. Y cuando esos intereses no son los nuestros, agua y ajo por no haber puesto en sintonía las mismas incumbencias. Cuando las multitudes hablan, cuando las voces conversan dentro de las urnas y terminan diciendo quienes ganan y quienes no, se acabó la fantasía y solo suena la contundente expresión del cuerpo electoral, de la voluntad de millones, que en definitiva es lo que da magnitud mayor al sistema de democracia electiva que tenemos en nuestro pais.
Claro que se podría, con esfuerzo de la “clase” política y de las dirigencias de todo tipo, buscarse más y mejores instantes de democracia. Más cotidianos y más seguidos que en esos dos años que pasan entra elección y elección. Seguramente incluyendo en el menú de las democracias cuestiones atinentes a lo social, económico, cultural, regional etc., viviremos mucho mejor.
Pero eso, es como decían las fogueadas y curtidas mujeres simples del barrio “harina de otro costal”. Y para conversarlo en otro momento.
SÍ, y con cuidado y mucha prevención, hay que tomar en cuenta que el 26/10 en pocas horas apareció un Milei envuelto en mayores poderes que con los que comenzó el día. Reluciente papel de regalo que envuelve un contenido que no se ve y solo luce en el exterior por el fulgor del celofán envolvente. En un solo día los libertarios pasaron de ser unos pocos en el Congreso, a ser un montón. Milei pasó de estar a tiro del Juicio Político a que esto ya no se produzca pues no habrá manos parlamentarias que se levanten mayoritariamente para eso. En unas horas se disipó el temor a no poder utilizar el veto para frenar iniciativas del Congreso que con justicia y racionalidad puedan morigerar las decisiones del Poder Ejecutivo.
Entonces, estamos en condiciones distintas a las que vivimos hasta el 26/10 a la mañana, donde la alegría estaba llegando, la felicidad era un sensación de cercanía y los tiempos para que finalice la pesadilla libertaria se contaba en un máximo de 24 meses y hasta en un mínimo mucho menor.
Pero, siempre los “peros” auguran que lo que viene no es bueno y entonces surge esa voz popular que nos pone en otra dimensión. No sé si será en la cuarta , pero nos deja en un espacio de cierta oscuridad política y de desencanto anímico. No por mucho tiempo pues la política siempre brinda nuevas energías, si se saben buscar, y nuevas chances de pelearle a las contrariedades y algo muy cierto: Todo triunfo electoral, todas nuevas mayorías parlamentarias, conllevan siempre, más tarde o más temprano, la provisoriedad de su vigencia. De forma tal que no hay mal que dure cien años, no hay deuda que no se pague y no hay chancho al que no le llegue su San Martín.
Debe preocuparnos cierta efervescencia oficialista que cargada de la lógica soberbia que las victorias suelen dar, ya proponen temas jodidos (perdonen el término) escondidos en supuestas reformas de nueva generación y que no es otra cosa que seguir engullendo lo que puedan de derechos sociales y laborales (tanto activos como pasivos). Ya demostraron su desconocimiento casi escolar (lo que aprendimos en aquellos lindos años de la primaria en los acto de fechas patrias) sobre soberanía, dignidad nacional y orgullo de ser argentinos y ni hablemos de que justicia social, equilibrio distributivo, producción, empleo digno y respeto a los espacios hermanos mas vulnerados, son conceptos, ideas y palabras lejanas al vocabulario mileista.
Una cosa es que respetemos los votos obtenidos por LLA, cuestión ésta que, al menos yo, cumplo, y otra es que no dejemos de ver que abajo, arriba, en el medio y al lado de esos votos ganadores, se sigue percibiendo ese proyecto reaccionario, antiguo, conservador, fundacional de la nada y econométrico del peor capitalismo de explotación, extractivismo y de vigilancia, que OJO al piojo, no es todo el capitalismo que como sistema, se puede tener.
Una elección donde, con algún cuidado podemos decir que un poco de miedo al pasado venció a la racionalidad de un pésimo presente y que el dato económico entre los que valoran alguna tranquilidad (tampoco toda) de precios, cierta inflación mantenida y calles sin piquetes, todas razonables argucias para votar a LLA, venció al cuestionamiento a los costos sociales y éticos de este trucho equilibrio fiscal, la realidad del desempleo (que siempre se percibe más tarde que la baja inflacionaria) y el sufrimiento de sectores concretos como jubilados y Personas con Discapacidad.
Sería erróneo caer en la patanería y ordinarez intelectual de queridos compañeros, pensadores ilustrados, políticos de fuste y fusta que cargan en el “pueblo votante” culpas por elegir como eligen. Las elecciones, siempre, las pierden los políticos.
Y como diría el gran poeta lunfa Carlos de la Púa; “El voto es la puñalada que nunca se olvida, rajen chamuyeros no se las den de vivos, y si te quedó el alma como un bandoneón herido o desinflado, banque loco, no se haga el despistado”.
* Diputado nacional Mandato Cumplido por Río Negro
