Opinión de la Agencia China Xinhua.
Estados Unidos reunió a principios de este mes a 49 jefes de Estado africanos y al jefe de la Unión Africana en Washington para su ambiciosa Cumbre de Líderes de Estados Unidos y África, después de una pausa de ocho años, para demostrar su «compromiso inmutable» con el continente en desarrollo.
Sin embargo, la Casa Blanca no ha recibido la respuesta esperada, sino un creciente escepticismo y críticas, como con tantas otras ocurrencias en el escenario internacional en lo que va del año.
El medio digital estadounidense Politico comentó sobre la cumbre que los líderes africanos «sienten que ya los han engañado una vez, cuando el expresidente Barack Obama utilizó la primera cumbre de este tipo en 2014 para señalar un compromiso creciente con el continente. En cambio, Obama recortó los fondos para combatir el SIDA en África y redujo la ayuda exterior a la región».
Tal reacción de los líderes africanos es comprensible. El papel autoritario de Estados Unidos resulta contraproducente: con frecuencia y sin escrúpulos intimida a otros países y viola confianzas en entornos diplomáticos bilaterales y multilaterales.
Estados Unidos, durante mucho tiempo, ha invadido descaradamente numerosos países con varios pretextos, causando desastres duraderos a las víctimas. El país ha invadido 84 de los 194 países reconocidos por las Naciones Unidas y ha estado involucrado militarmente con 191 de ellos, según el libro «Estados Unidos invade: cómo hemos invadido o estado militarmente involucrados con casi todos los países de la Tierra», coescrito por Christopher Kelly y Stuart Laycock.
Además de las invasiones, Washington, autoproclamándose un «faro de la democracia», también ha intensificado sus prácticas de intimidación bajo el pretexto de la «democracia» y los «derechos humanos», incluyendo obligar a otros a tomar partido, imponer sanciones unilaterales a los países que no cumplen, provocando conflictos en muchas regiones y lucrándose con el caos.
El presidente de Ruanda, Paul Kagame, rechazó el intento de Estados Unidos de obligar a su país a elegir entre fortalecer los lazos económicos con Estados Unidos o con otros. «No creo que debamos ser intimidados a tomar decisiones», a tomar partido, dijo Kagame al margen de la Cumbre de Líderes de Estados Unidos y África.
Lo cierto es que Estados Unidos hará cualquier cosa para beneficiarse a sí mismo a expensas de los demás. Esto ha quedado cada vez más claro y su camino hacia la hegemonía llevará eventualmente a un callejón sin salida. Con una tendencia ascendente de enfrentamiento negativo y no cooperación por parte del resto del mundo en respuesta a las llamadas estadounidenses, el país norteamericano apenas está ganando amigos reales cuando corteja a otros.
En la 9ª Cumbre de las Américas, celebrada en junio, los líderes latinoamericanos resistieron la exclusión ideológica estadounidense de los líderes de Cuba, Nicaragua y Venezuela, mostrando que la hipocresía estadounidense ha pinchado y es menos popular en el escenario internacional.
Cuando se trata de países del sudeste asiático, Estados Unidos utilizó la misma táctica de obligar a los países a tomar partido de manera condescendiente, provocando conflictos y haciendo promesas vacías. Sin embargo, la mayoría de los países de la región han expresado sus profundas sospechas sobre la «estrategia del Indo-Pacífico», por la creencia de que la Casa Blanca tiene motivos ocultos.
«Los estadounidenses todavía son vistos como potencias neocolonialistas» y no todos los países creen que los estadounidenses deben ser los guardianes de la democracia y los derechos humanos, dijo Politico citando a Zeenat Adam, exdirectora de la sección del Cuerno de África del Departamento de Relaciones Internacionales y Cooperación de Sudáfrica.
Estados Unidos solo aplica las reglas internacionales cuando le conviene y las descarta cuando no.
La semana pasada, 127 miembros de la Organización Mundial del Comercio presentaron por 61ª vez la propuesta del grupo para iniciar los procesos de selección para cubrir las vacantes del Órgano de Apelación, a fin de que funcione correctamente, pero Estados Unidos volvió a bloquear la propuesta.
«Solo hay un país cuya fantasía autodeclarada es ser la potencia dominante del mundo: Estados Unidos», dijo Jeffrey D. Sachs, director del Centro para el Desarrollo Sostenible de la Universidad de Columbia.
Lo que más necesita Estados Unidos es cohesión social en casa y una cooperación responsable con el resto del mundo, más que una fe ciega en la búsqueda de la hegemonía, porque tal como dijo Sachs, esta última no es más que «una idea peligrosa, delirante y pasada de moda».
/Xinhua
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