Después de una semana en Estados Unidos, Luis “Toto” Caputo regresó al país con una sonrisa diplomática y una valija llena de frases cautelosas. El ministro de Economía aseguró haber sellado un acuerdo financiero con Washington, que incluye un swap por 20 mil millones de dólares y la compra de bonos y pesos, pero no dio detalles sobre los términos ni las condiciones del supuesto «salvataje».
En una entrevista televisiva, Caputo se mostró confiado, aunque el mensaje sonó más a consuelo que a anuncio: “Todas las herramientas están arriba de la mesa”, dijo, sin aclarar cuál de todas piensa usar ni cuándo.
Consultado por la posibilidad de una dolarización, el ministro fue tajante —al menos por unos segundos—: “Está descartada”. Acto seguido, matizó su propia respuesta: “La dolarización puede ser una alternativa. En el fondo, lo que se busca es el mecanismo monetario-cambiario que permita crecer lo más pronto posible”. En otras palabras, un «sí pero no».
Mientras tanto, el esquema de bandas cambiarias y tipo de cambio flotante seguirá vigente “después de las elecciones legislativas del 26 de octubre”. Un alivio temporal en un contexto socioeconómico donde lo que flota no siempre es el dólar, sino la incertidumbre.
“El apoyo de Estados Unidos no es intervencionismo”
Caputo insistió en que el respaldo de Donald Trump no implica “intervencionismo”, sino una muestra de “confianza en la nueva Argentina”. “Es la noticia más importante desde que tengo uso de razón”, declaró sin ruborizarse, atribuyéndole a la potencia del norte una vocación altruista poco imaginable, sobre todo desde el líder republicano.
Según el ministro, Estados Unidos “identificó un ataque político” del kirchnerismo, lo que habría motivado la asistencia financiera. “Tampoco se necesitaba al FBI para darse cuenta”, ironizó, en una frase que bien podría resumir el tono de toda la entrevista.
La interpretación de los hechos en medios norteamericanos, sin embargo, fue menos entusiasta: varias fuentes señalan que la intervención directa del Tesoro estadounidense habría servido, más que para “rescatar” al país, para facilitar la salida de los capitales especulativos atrapados en bonos argentinos.
En ese sentido, el “rescate histórico” podría ser apenas un paréntesis financiero de corto plazo, similar al crédito del FMI en 2018, también bajo la batuta de Caputo.
«Whatever it takes»
Como si fuera poco, Caputo definió el reciente acuerdo con el gobierno de Donald Trump como un “whatever it takes” a favor de la Argentina, en referencia a la famosa frase utilizada por Mario Draghi durante la crisis europea. Según el ministro, el entendimiento impulsado por el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, “no tiene nada que vaya a perjudicar a los argentinos”, y constituye —según sus palabras— un gesto de respaldo “pleno” al programa económico del presidente Javier Milei.
Caputo buscó despejar los cuestionamientos sobre la pérdida de autonomía nacional al calificar como “un disparate” las versiones que apuntan a una cesión de soberanía. Aclaró además que el swap por 20 mil millones de dólares acordado con Washington “no reemplaza” al firmado con China, sino que se trata de una “herramienta adicional” para sostener el plan económico.
También anticipó que la administración de Donald Trump “está dispuesta a seguir comprando pesos”, y adelantó que el martes 14 de octubre, durante la reunión entre ambos mandatarios en la Casa Blanca, podría haber “un anuncio importante”.
Ajuste, gobernabilidad y la política ausente
De regreso al plano local, el ministro habló de gobernabilidad y reconoció que la relación con los gobernadores “se resquebrajó”. Entre autocríticas medidas y elogios propios, admitió que “fue un error no involucrarse más en lo político”, aunque dejó claro que el ajuste no se negocia: “Les decía que no me iban a sacar un mango. Nos tenés que cortar un brazo”.
El discurso volvió a centrarse en la baja de impuestos y regulaciones, sin mención a los impactos sociales del ajuste ni a los sectores más golpeados por la recesión. “Una moneda débil es una economía débil”, sentenció Caputo, como si la fortaleza de un país se midiera por la cantidad de dólares en sus reservas y no por la vida cotidiana de quienes los cuentan en pesos.
Sin precisar plazos ni medidas, el ministro aseguró que “algo se está trabajando” para impulsar el crecimiento, pero no quiso revelar de qué se trata. La estrategia del misterio, o del silencio, parece ser la nueva política comunicacional del Palacio de Hacienda.
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