El liderazgo de China se hace evidente en el sector tecnológico. El gigante asiático contribuyó con u$s44.600 millones en dividendos, impulsado principalmente por Alibaba (BABA), que comenzó a remunerar a sus accionistas este año. La compañía, además de lanzar un pago regular, añadió un dividendo especial de u$s6.800 millones, lo que la iguala a Petrochina como el segundo mayor pagador en el país.
Por su parte, BYD (BYDDF), el fabricante de autos eléctricos, también registró un dividendo récord y reflejó así su éxito comercial tanto en el mercado chino como en el global. La información se desprende del informe de Janus Henderson Global “Dividend Index”.
El documento señala que el tercer trimestre es clave para las empresas chinas, ya que muchas realizan pagos únicos anuales, lo que se traduce en más de la mitad del total trimestral. A pesar de los desafíos económicos, los dividendos en el gigante asiático, crecieron un 12,3% en términos subyacentes y un 15,4% en general, lo que consolida su influencia en los mercados emergentes.
En el norte: el impulso de la mano de Meta y Alphabet
En EEUU los dividendos subyacentes aumentaron un 10%, lo cual supera con amplitud el promedio global. Meta (META) y Alphabet (GOOG), al pagar dividendos por primera vez, representaron una cuarta parte de este crecimiento. Además, empresas como Disney reiniciaron pagos tras suspenderlos durante la pandemia.
A nivel global, los sectores bancarios y de medios fueron los principales impulsores del crecimiento, mientras que la minería y el transporte marcaron retrocesos. Jane Shoemake, gestora de Janus Henderson Global Equity Income, destacó que, pese a las preocupaciones sobre las tasas de interés, las empresas mantienen una sólida rentabilidad y facilidad para refinanciar deudas. “Este entorno favorable apoya la expectativa de un crecimiento sostenido de los dividendos, que podrían extender el rebote en 2025″.
Shoemake subrayó como sectores emergentes, como el tecnológico, presentan una maduración financiera al comenzar a distribuir dividendos. Alphabet, con una tesorería neta de u$s80.900 millones, ya ha destinado u$s5.000 millones a dividendos y u$s46.700 millones a recompras de acciones este año, lo que evidencia margen para mayores retornos en el futuro.
Las perspectivas para 2025
Ámbito asistió a un evento que organizó Schroders donde los principales expertos del broker, Johanna Kyrklund, chief investment officer) y Nils Rode, chief investment officer de Schroders Capital, compartieron una visión exclusiva sobre las perspectivas del mercado para 2025.
De entrada, la proyección es optimista para el año que viene. Esto a pesar del “efecto Trump” y el impacto de sus políticas en la economía, lo cual consideran “puede abrir algunas oportunidades de inversión”.
Kyrklund señaló que existen buenas oportunidades de retorno, incluso después de las ganancias obtenidas en 2024. Sin embargo, considera que los inversores deberían “mirar más allá de los ganadores recientes”, como “Las Siete Magníficas de Wall Street”, entre las que se incluye Meta y Alphabet.
Para la estratega, los inversores de renta variable se acostumbraron a que un pequeño número de grandes empresas impulse las ganancias del mercado bursátil. “Pero ese patrón cambió a lo largo del 2024”, por lo que opina que existe el potencial para que los mercados se diversifiquen aún más.
Y agrega que, en ese contexto, “diferentes sectores y regiones podrían parecer más atractivos». «Será necesario un enfoque activo para evitar la sobreexposición a los antiguos líderes del mercado y captar nuevas oportunidades de retorno a medida que surjan”, desliza.
Estrategia en “private equity”
Por su parte, Rode comentó que anticipa que el 2025 será un entorno atractivo para nuevas inversiones en los mercados privados, “lo que otorga potencial tanto de retorno como de generación de ingresos”, ya que varios ciclos se alinean de manera favorable. Estos incluyen los ciclos de recaudación en mercados privados, la disrupción tecnológica y los ciclos económicos.
Los mercados privados incluyen activos que no cotizan en bolsas públicas, como empresas privadas, bienes raíces, deuda privada e infraestructuras. Se caracterizan por menor liquidez, mayor horizonte temporal y suelen estar disponibles para inversionistas institucionales o calificados.
En ese sentido, y dado el contexto de tensiones geopolíticas persistentes y los elevados riesgos de conflictos en escalada, Rode considera que el papel de los mercados privados en proporcionar resiliencia a las carteras “es crucial”. Mientras tanto, y a pesar de los cambios políticos en EEUU, el estratega espera que la tendencia hacia la descarbonización continúe.
En ese sentido, Nils señaló que los espacios de «small/mid-buyout» y «capital de riesgo» son los más atractivos dentro del capital privado, mientras que el sector inmobiliario también podría disfrutar de un buen 2025.
Las estrategias de inversión en «private equity» abarcan enfoques diversos según el perfil de las empresas objetivo y su etapa de desarrollo. El modelo Small/Mid-Buyout al que se refiere Nils se enfoca en la adquisición de empresas medianas con alto potencial de crecimiento, donde por ejemplo gigantes como Blackstone o KKR buscan maximizar valor a través de mejoras operativas y expansión estratégica.
Por otro lado, el capital de riesgo (Venture Capital) se dirige a financiar startups en fases iniciales y a apostar por su capacidad de disrupción en mercados clave. Ejemplos destacados incluyen a Sequoia Capital o Andreessen Horowitz, que impulsaron el crecimiento de líderes tecnológicos como Airbnb o Stripe y, en ese tren, posicionarse como referentes globales.
Por último, los estrategas de Schroders deslizaron que, “si nos alejamos de los flujos tradicionales en EEUU y observamos los mercados internacionales, parece que las oportunidades están más diversificadas». «Esto presenta un potencial significativo para captar mayores retornos”, concluyeron.