En Rusia no se celebra la Navidad el 25 de Diciembre, pero esto no es desde año tan cambiante. Además de tener distinta fecha, tienen dos celebraciones del Año Nuevo, separadas por catorce días. Celebran las fiestas de invierno en tres actos. En la historia de Rusia, las fiestas han tenido que ir adaptándose a los tiempos de cambio.
La Navidad se festeja en Rusia, pero no es el 25 de diciembre. Ese día no es feriado, sino un día laborable más. La Navidad la celebran el 7 de enero. El Fin de Año es quizás la fiesta más importante y, como en la mayoría de los países, se celebra en la noche del 31 de diciembre al primero de enero. Después de esto, a los catorce días se festeja también el Año Nuevo Viejo.
Historia de las fiestas
La fiesta de fin de año a finales de diciembre ya era celebrada en el Imperio Romano desde el siglo II antes de Cristo. Pero en la Rusia precristiana el año nuevo llegaba con el calor de la primavera y estaba asociado al renacer de la naturaleza. La celebración era el primero de marzo, durante el gobierno del príncipe Vladímir I. Éste, convirtió al cristianismo la Rus de Kiev, reino eslavo medieval que precedió a la actual Rusia.
Adoptar la nueva religión traía una nueva fiesta: la Navidad. La cual, se adaptó a las tradiciones paganas. El 25 de diciembre coincidía con el solsticio de invierno. La celebración cristiana de la Nochebuena el 24 diciembre absorbió la Koliadá, fiesta de disfraces parecida al Samaín celta o al Halloween anglosajón.
Durante el reinado del zar Pedro el Grande el Fin de Año se trasladó a invierno, en el año 1699. El zar que aspiraba a parecerse a Europa fijó la celebración el 31 de diciembre. Aunque la Navidad siguió siendo la fiesta principal de invierno. Con la llegada del siglo XIX se empezaron a incluir decoraciones similares a las europeas. La Iglesia ortodoxa rusa no aceptaba esto ya que lo consideraba una costumbre occidental.
Cambios con la época soviética
Después de la Revolución, en 1918 se separan oficialmente Iglesia y Estado. La República Soviética de Rusia decidió sustituir el calendario juliano por el gregoriano, que ya desde el siglo XVI estaba implantado en muchos países. Suponía un problema compensar el desfase entre calendarios, había que suprimir trece días. En el año 1918 después del 31 de enero llegó el 14 de febrero.
La Iglesia ortodoxa no aceptó el calendario gregoriano, sino que continuó con el juliano, el cual continuaba marcando las festividades religiosas. Esto es clave para entender por qué no coinciden las fechas con el festivo católico. La fiesta secular de Fin de Año se adaptó al calendario gregoriano, sin embargo las fiestas religiosas no. Se trasladaron en el calendario gregoriano trece días hacia delante. Navidad pasó de celebrarse el 25 de diciembre al 7 de enero.
Dado el carácter ateísta soviético, Navidad y sus atributos fueron prohibidos. Incluso el festejo de Fin de Año, que era visto como una celebración burguesa. La Navidad fue prohibida hasta casi el final de la Unión Soviética. El Fin de Año volvió a los calendarios en 1935, con un intento de aumentar la popularidad de Stalin. Para eliminar las connotaciones religiosas de esta fiesta, las autoridades soviéticas optaron por introducir a nuevos protagonistas. Uno de ellos era Ded Moroz, el Abuelo Frío, basado en el espíritu pagano del frío, pero reencarnado en un anciano bondadoso que guardaba cierto parecido con Papá Noel.
La otra era su nieta y ayudante, Snegúrochka, o Doncella de nieve, originaria de un cuento del siglo XIX. El Abuelo Frío lleva una barba blanca y una vara mágica, y su abrigo llega hasta el suelo y puede ser azul o rojo.
Las fiestas en tres actos
La caída del muro de Berlín en 1989 no fue el primer síntoma del inminente ocaso de la URSS. La política de transparencia, o glásnost, impulsada por Mijaíl Gorbachov suavizó la censura, por lo que abrió la puerta a la recuperación paulatina de las manifestaciones públicas de la religión. La televisión estatal emitió en enero de 1989 un programa en el que se celebraba la Navidad. En diciembre de 1990, un año antes de la caída de la URSS, el 7 de enero (la Navidad ortodoxa, celebrada según el calendario juliano) se convirtió en un festivo oficial en la República Socialista Federativa Soviética de Rusia.
Aunque el Fin de Año se mantuvo como el principal festivo de la temporada, la Navidad fue ganando peso a medida que aumentaban los seguidores de la Iglesia ortodoxa. Mientras que en 1990 solo el 33% de la población de Rusia se declaraba ortodoxo, veinte años más tarde este porcentaje se había duplicado hasta llegar al 70%. En cambio, el catolicismo tiene entre sus adeptos a menos del 1% del país, por lo que prácticamente nadie celebra la Navidad el 25 de diciembre.
Así, la secuencia de Fin de Año, Navidad y Año Nuevo Viejo se han convertido en los tres festivos de las Navidades rusas. El primero es secular y oficial. En clave política, es el día en el que el presidente emite su discurso televisivo, una oportunidad que Borís Yeltsin aprovechó en 1999 para anunciar que abandonaba la presidencia y proponer a Vladímir Putin para el cargo. La Nochevieja es cuando el Abuelo Frío guarda los regalos debajo del árbol. Finalmente, el Año Nuevo Viejo cierra este ciclo de forma oficiosa, sin ser un día festivo, pero evocando las tradiciones rusas anteriores a 1918.