El presidente Javier Milei, se sabe, quiebra todos los cálculos de análisis político tradicional. La selección del teniente general Carlos Presti, titular del Ejército como ministro de Defensa lo confirma una vez más.
Apareció un “cisne verde” (oliva) inesperado a pesar del poder de negociación del 53,7 % de los votos que había obtenido el saliente Luis Petri en una elección histórica de su distrito; Mendoza. No alcanzó a Petri ese guarismo para influir con el nombre de su reemplazante ante “el Jefe” Karina Milei como así tampoco alcanzaron los “saltitos” virales abrazado con el Presidente en muestra de su cercanía con el mandatario.
Es cierto que la figura de un militar contemporáneo en el sillón de ministro de Defensa ya se había pensado hace tiempo. Petri maduró la idea a partir de la llegada del teniente general Claudio Pasqualini, ex jefe del Ejército de la gestión Macri, como su segundo en la secretaría de Estrategia y Asuntos Militares.
El ministro puso en marcha y aquilató el paradigma de delegar control político en un uniformado en retiro que fungía de viceministro con todos los atributos y responsabilidades en ausencia del mandamás de la cartera de Defensa. Luego, tras la renuncia de Pasqualini, el mendocino reincidió y nombró en su reemplazo otro militar, el coronel retirado Marcelo Rozas Garay.
Fue en esa etapa, a principios de enero de este año, que en una reunión de análisis de campaña ante 5 colaboradores dijo: “si me voy del ministerio me puede reemplazar un militar en retiro”; palabras más o menos.
Hacia la sociedad y el frente castrense la designación del teniente general Presti es el hecho más contundente de la política de revalorización de las fuerzas armadas que voceó el saliente ministro Petri desde el primer día de su asunción y el entierro de las anteojeras setentistas que aún perciben el golpe en el uniforme militar.
Javier Milei y Carlos Presti
La presentación oficial de Presti
El peso del alineamiento con Estados Unidos
El alineamiento estratégico y geopolítico con la administración de Donald Trump también tuvo peso a la hora de elegir el sucesor en Defensa. La comunicación y entendimiento en asuntos de Defensa y Seguridad regional compartidos se ven allanados por la experiencia en el sector.
Se decía que un candidato era el hasta ahora jefe del Estado Mayor Conjunto, brigadier general Xavier Isaac por sus contactos derivados de la negociación para adquirir los cazas F-16 de origen estadounidense, además de haber estado en la agregaduría argentina en Washington.
Claro que la fuerza origen del candidato importa, el Ejército por tradición es el arma de mayor preeminencia en los países, por caso en los Estados Unidos y también en Argentina.
La impronta de la formación militar unida a experiencia en operaciones reales y luego el ascenso a actividad política de alto nivel es una constante en la administración estadounidense de signo republicano.
Entre casos contemporáneos puede citarse a Colin Powell que alcanzó el grado de general, condujo el Estado Mayor Conjunto y luego fue nombrado secretario de Estado por George W. Bush; el más reciente de la gestión Donald Trump, Peter Hegseth, actual secretario de Guerra, prestó servicio en la Guardia Nacional del Ejército estadounidense con el grado de mayor.
Los desafíos del nuevo ministro
Presti llega con una gran expectativa, esperanza de cambio y mejoras en el frente militar. Lo aguardan nubarrones en dos áreas críticas del personal de las fuerzas, la situación salarial y la obra social. En ambas ya no importa la influencia de “el Jefe” sino las directivas del Comandante en Jefe de las FFAA, Javier Milei.
Se trata de recursos prometidos por Milei en la previa de aquel encuentro de camaradería con las fuerzas en la sede del ministerio, para cumplir el programa de jerarquización de haberes postergado desde el inicio de su gestión.
La obra social IOSFA; en situación crítica; requiere que el Comandante Milei se ocupe de sus subordinados, los militares de las 3 fuerzas, y atienda con Economía el pago de una deuda histórica de más de 160 mil millones de pesos por contribuciones patronales que aliviaría la situación financiera.
Se avecina un cambio en la gobernanza de IOSFA, hay dos modelos pujando, una continuidad disfrazada con la sigla OSFA y la que había anunciado Petri, devolver las obras sociales a cada fuerza tal como funcionaban sin problemas antes de la reforma de unificación impulsada por Nilda Garré.
En el sector de la industria para la defensa el recién llegado Presti deberá lidiar con la crisis de la Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA), la inacción en rubricar los contratos del programa Pampa y soporte a la flota de Hércules C-130 son dos hitos a resolver en lo inmediato.
Un tema administrativo será objeto de debate político; si el designado ministro debe o no solicitar su pase a situación de retiro para ejercer el cargo.
La palabra de la ley 19.101 que rige el mundo castrense establece en el Capítulo II sobre Estado Militar, art.7 que: “Son deberes esenciales impuestos por el estado militar para el personal en situación de actividad: 5º) La no aceptación ni el desempeño de cargos, funciones o empleos, ajenos a las actividades militares, sin autorización previa de autoridad militar competente.
6º) La no aceptación ni el desempeño de funciones públicas electivas y la no participación, directa o indirecta, en las actividades de los partidos políticos. En tanto que en el art.9 – “Para el personal en situación de retiro regirán las siguientes limitaciones y extensiones a los deberes y derechos”
4º). Puede desempeñar funciones públicas o privadas, ajenas a las actividades militares, siempre que sean compatibles con el decoro y la jerarquía militar
La sempiterna dualidad de la interpretación jurídica dirá para dónde apuntará el fiel, es una fija que Presti lucirá su uniforme de gala con la insignia de los cuatro soles de teniente general cuando jure en la Casa Rosada. La cosmovisión libertaria lo festejará como un jalón de la batalla cultural.
