Periodista: La economía se anotó una gran sorpresa. Creció 4,3% en el tercer trimestre. Nadie esperaba tamaña pujanza.
Gordon Gekko: Ni siquiera el pronóstico en tiempo real de la Fed de Atlanta, que lideró las proyecciones durante todo el trimestre (y que es notablemente volátil).
P.: Cuando terminó julio, el consenso de los analistas privados todavía veía el crecimiento por debajo de 1%. Después fueron levantando la puntería – en forma sostenida – hasta arribar a una estimación de 3%.
G.G.: El indicador de la Fed de Atlanta presagiaba 3,5%. Nobleza obliga, a fines de noviembre, supo abrigar un pronóstico de 4,2% pero después lo rebajó.
P.: La Fed comenzó a recortar las tasas a mediados de septiembre, el 17. Es decir, a pocos días de terminar el tercer trimestre. ¿No vio venir toda esta oleada de energía?
G.G.: No tan potente. Pero sí sabía de un ritmo de la actividad más robusto que en la primera mitad del año. El shock del Día de la Liberación que estropeó abril en los mercados financieros ya había sido absorbido. Y la recuperación de Wall Street fue muy fuerte como para despejar las dudas sobre un daño residual en la economía real.
P.: Y, sin embargo, la Fed resolvió comenzar la baja de tasas igual. Con el diario del lunes, ¿qué tan acertada fue la decisión? Comprobamos hoy que la economía explota de revoluciones. Y la Fed redujo 75 puntos base las tasas desde septiembre.
G.G.: Lo que sí se dañó fue el mercado de trabajo. Mucho. Y muy rápido. Ese frente fue lo que la Fed quiso cuidar con las tres rebajas de tasas. La economía destruyó empleo neto en el segundo trimestre, lo que quedó en claro después de sucesivas revisiones. Recuperó la creación de trabajo en el tercer trimestre. Pero la sospecha, Powell dixit, es que las estadísticas oficiales ocultan la verdadera gravedad de la situación. El chairman, quince días atrás, expresó que la economía está perdiendo unos 20 mil empleos netos al mes. La tasa de desocupación era 4,1% en junio. Trepó medio punto – a 4,6% – en noviembre.
P.: Me quiere decir que la Fed no se arrepiente de nada. Lo hecho, hecho está. Y además está bien hecho.
G.G.: La Fed está dividida como nunca. Powell, Williams y Waller no se arrepienten de lo actuado. Jeff Schmid, un doble disidente, en octubre y diciembre, seguro debe tener otra opinión. Sabemos que la mayoría de los presidentes de distrito hubieran evitado, por lo menos, un recorte. Y el hombre de Trump, Stephen Miran, lamentará no haber podado las tasas el doble.
P.: ¿Cómo cambia la política monetaria de aquí para adelante? Ya vimos el diario del lunes. ¿Es el fin de la baja de tasas? Los mercados preveían dos hachazos el año próximo. ¿No es hora de empezar a tacharlos?
G.G.: Mire de nuevo el mapa de puntos. La tasa de fed funds hoy tiene techo en 3,75%. Hay tres opiniones allí, de un total de 19, que consideran apropiado que se ubique en 4% a fin del año que viene.
P.: Y eso fue escrito antes de conocer que la economía crecía al 4,3%.
G.G.: En términos interanuales, el crecimiento es de 2,3% a septiembre. Y, oh sorpresa, esa es la estimación de la FED para 2026.
P.: ¿Podríamos entonces tener una suba de tasas?
G.G.: No hay quórum. Y si se construye, no será como reacción a un dato puntual. Pero siete de 19 funcionarios ya alentaban quince días atrás la idea de no seguir cortando.
P.: La economía vuela de actividad y, a la par, destruye empleo. Cuando conozcamos el número de productividad va a ser altísimo.
G.G.: Sin dudas. Estamos creciendo al 2% plus anual y achicando personal. Pero vamos a tener una colección de otras dudas también muy grande. La foto que acabamos de conocer cubre julio, agosto y septiembre. El 1 de octubre comenzó el “shutdown”. Y la Administración estuvo parcialmente cerrada por 43 días. Eso va a pasar una factura. Aunque sabemos que el cierre moderó el crecimiento, de ninguna manera lo anuló. Pero además desarticuló todo el sistema de estadísticas. Y llevará algún tiempo tener mediciones confiables. Hay mucho margen para recibir más sorpresas. No es solo la calidad de la data. El comportamiento de los agentes es muy heterogéneo a nivel micro. Obliga a desgranar la información.
P.: No sé si lo entendí.
G.G.: El consumo creció 3,5% en el tercer trimestre. La confianza del consumidor cayó 30%. Como si la hubiera volteado una recesión. No es la primera vez que se da una discrepancia entre el gasto y el sentimiento, pero la magnitud es inédita. El consumo está propulsado de una manera extraordinaria por la franja de la población de mayores ingresos. La caída de la confianza la motorizan los sectores de ingresos medios y bajos. La economía crea menos empleos, pero también cae la oferta laboral, sobre todo, la contribución de los extranjeros. Si no fuera por las políticas inmigratorias, ¿dónde estaría la desocupación? Hay un impacto adverso muy fuerte en el desempleo juvenil, que no sabemos cuánto puede estar exagerado por errores de medición. Sí sabemos que la inteligencia artificial afecta el acceso de los profesionales sin experiencia a su primer trabajo. Son varios shocks a la vez, en sentidos muchas veces contrapuestos, que hay que distinguir para entender qué pasa. Y encima el shutdown nos quitó visibilidad. Y crucemos los dedos para que no haya otro cierre en enero.
P.: ¿Qué cree que hará la Fed en la reunión de enero?
G.G.: Me imagino una reunión mucho menos complicada que la última. La trifecta preventiva que la Fed tenía en sus planes ya se aplicó, para bien o para mal. Los últimos números de inflación, también cuestionables, proveyeron una excelente cortina de fondo. La Fed apuesta a un boom de productividad en sus proyecciones de diciembre. Y ello es desinflacionario. Ahora toca esperar. Entre otras cosas, que la Administración Trump se pronuncie sobre el reemplazante de Powell.
