G.G.: Esa alternativa es más factible. Chuck Schumer, el líder de los demócratas en el Senado, rechazó la oferta de aplicar el parche de una extensión de gasto que diera una semana o diez días más para negociar una solución duradera y esquivar el “shutdown”. Y uno no observa los esfuerzos habituales, el empeño previo necesario en ambos partidos, la creatividad en términos de iniciativas, para sortear la colisión. Y si es por la mera inercia, a esta altura, vamos al choque inevitable.
P.: ¿Qué es lo que se discute en concreto?
G.G.: Lo que más se discute, pero no es lo único, es el gasto en salud pública.
P.: ¿Seguimos discutiendo el Obamacare?
G.G.: Los demócratas piden una extensión de créditos fiscales especiales vinculados al programa que el gobierno rechaza. Según Schumer, la bancada oficialista está partida, no todos se oponen. Pero hasta el momento es una discrepancia insalvable.
P.: Parece un tema más bien menor comparado con la consecuencia de no llegar a un acuerdo. Cerrar el gobierno, aunque sea parcialmente, y por unos pocos días, es un trastorno importante.
G.G.: Seguro. Pero ceder en esta puja parece ser políticamente más costoso todavía.
P.: ¿No será que Trump busca deliberadamente el cierre del gobierno? El senador Fetterman, demócrata, dice que eso le resultaría ideal para avanzar con su Proyecto 2025 (en referencia al plan político de acción relámpago que diseñó la Fundación Heritage).
G.G.: Esto es jugar con fuego.
P.: Trump ya lo ha hecho otras veces.
G.G.: ¿No es acaso lo que está haciendo hoy en tantas otras áreas? Con los aranceles, sin ir más lejos. Y justamente hoy, por caso, comienza a regir una nueva tanda de gravámenes sectoriales. 100% en productos farmacéuticos patentados (no genéricos), 50% en gabinetes de cocina, 25% en camiones. Se quemó con fuego en abril y tuvo que rebobinar los aranceles recíprocos. Pero una vez que anestesió el mercado de bonos con éxito, volvió a la carga y ahora se despacha a gusto. Si los mercados no se alarman, Trump tomará riesgos. No tengo dudas.
P.: Como sería en este caso.
G.G.: Correcto. Pero si los mercados entran después en una situación de emergencia, o si la opinión pública lo responsabiliza y se le pone abiertamente en contra, deberá cargar con la factura, que puede ser muy gravosa. Económica y políticamente. Estamos todos avisados.
P.: El shutdown más prolongado de la historia, 34 días, se produjo en 2018-2019 y fue en su primera presidencia. No es un novato en estas lides. ¿Qué le podría interesar a Trump del cierre de gobierno? ¿Recortar el gasto de una manera que pudiera ser definitiva? Esa es la alusión al Proyecto 2025, ¿no?
G.G.: Ha sido su principal garrote durante la negociación con los opositores. Voy a despedir miles de empleados públicos, voy a recortar los programas que a ustedes más les interesan. Y, de paso, voy a ejecutar lo que no pudo hacer Elon Musk con la agencia DOGE y la motosierra.
P.: Va a tener que cumplir con sus amenazas, parece.
G.G.: Esa es la inercia que ya se montó sobre rieles. Puede durar unos días, y facilitar la negociación posterior, después que cada partido le mostró a su gente, a los más recalcitrantes, que defiende sus banderas, que no le doblan el brazo. Con el cierre del gobierno ya instalado, el ánimo negociador de la opinión pública suele crecer rápido. Mandar 750 mil u 800 empleados públicos a sus casas no pasa inadvertido. Pero podemos estar un par de semanas antes de ablandar la tozudez. Y con Trump, que es muy agresivo, y que ha dado vuelta los cánones convencionales de la administración como una media, deberíamos estar preparados para algo grande. No lo frenará la oposición, no creo que la opinión pública tampoco. La agitación de los mercados será su límite.
P.: Lo cual no deja de ser un problema. La Bolsa, en la antesala del shutdown, cierra en alza. El Dow Jones Industrial, en récords flamantes.
G.G.: Hay que mirar los bonos del Tesoro.
P.: 4,15%, la tasa a diez años no supone ninguna contrariedad.
G.G.: La señal de los mercados hoy, coincido, es de laissez faire.
P.: ¿Cómo influirá el «shutdown» en la decisión de la Fed que se reúne a fin de mes? ¿Puede complicar una baja de tasa como la que se prevé?
G.G.: Si hay «shutdown», no conoceremos el informe de empleo de septiembre que se debe publicar el viernes. Si el cierre se prolonga un par de semanas, también se demorará la difusión de la inflación al consumidor y mayorista. Habrá que basarse en indicadores que recopila el sector privado, y la propia marcha de la actividad se va a nublar por el parate, aunque sea transitorio.
P.: La Fed, ¿seguirá abierta?
G.G.: La Fed, sí.
P.: ¿Cree que podría resolver demorar la baja de tasas esperada y dejarla para diciembre, cuando todo esto, previsiblemente, se haya regularizado?
G.G.: Como lo que la Fed privilegia hoy es la salud del mercado de trabajo, y lo hace por razones preventivas, tiendo a pensar que preferirá alterar el orden que usted sugiere. Bajar la tasa en octubre, y ver si es necesario, o no, repetir en diciembre. Me temo que esta es otra razón (si bien secundaria) que incitará a Trump a cumplir con sus amenazas.