Dólar y tasas al alza: el nuevo desafío económico de Argentina


El mes de julio marcó un punto de inflexión en las condiciones financieras de Argentina, poniendo a prueba la robustez del programa económico del gobierno de Javier Milei. La esperada suba del dólar, tras el fin de los incentivos temporales que impulsaron la oferta de divisas en junio, sorprendió por su magnitud: un incremento del 14% en el tipo de cambio oficial, que cerró el mes en $1.374, según datos del Banco Central de la República Argentina (BCRA).

Este movimiento, el más pronunciado desde diciembre de 2023, se dio en un contexto de intervenciones récord del BCRA en el mercado de futuros y tasas de interés que escalaron hasta un 65% de Tasa Efectiva Anual (TEA) en las licitaciones del Tesoro. A este panorama se sumó la eliminación de las Letras Fiscales de Liquidez (LEFI), un instrumento clave para la gestión de la liquidez bancaria, que añadió ruido a un mercado ya tensionado. Las consecuencias de estas dinámicas comienzan a manifestarse, con un impacto que se reflejará tanto en los precios como en la actividad económica en los próximos meses.

El dólar y su traslado a los precios

La suba del dólar en julio, que llevó al tipo de cambio oficial a rozar el techo de la banda cambiaria de $1.450 establecida por el BCRA, no fue un fenómeno inesperado. La finalización de incentivos como la reducción temporal de retenciones a las exportaciones agrícolas, que habían impulsado la liquidación de divisas en junio, dejó al mercado cambiario expuesto a una mayor presión. Sin embargo, la magnitud de la depreciación superó las expectativas de los analistas, quienes, según el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del BCRA de junio, habían proyectado un tipo de cambio nominal de $1.207 para julio de 2025.

Esta devaluación tiene un impacto directo en los precios, especialmente en una economía con alta sensibilidad al tipo de cambio. En los últimos meses, la apertura comercial y el vencimiento del impuesto PAIS habían permitido que los productos importados actuaran como un ancla para contener la inflación de bienes locales. Sin embargo, el encarecimiento del 10% en los productos importados desde fines de junio ha elevado el techo de precios, otorgando margen a los productores locales para ajustar sus valores. Aunque el traslado a precios fue acotado en julio, la aceleración del tipo de cambio tendrá un impacto más pronunciado en agosto, con estimaciones de inflación que oscilan entre el 2,3% y el 3%.

Otros factores refuerzan esta presión inflacionaria. Los combustibles, un componente clave del IPC, registraron tres incrementos en los últimos 35 días, mientras que los servicios públicos y el transporte también han experimentado alzas. La inflación de julio, que se estima rondará el 2%, podría dar paso a un repunte en agosto, con proyecciones que sugieren un IPC cercano al 3%. Este escenario pone en riesgo el sendero descendente de la inflación, que había caído a un mínimo desde 2018.

La eliminación de las LEFI y el impacto en las tasas

Paralelamente, la eliminación de las LEFI, anunciada como parte de la Fase 3 del programa económico, marcó un cambio estructural en la política monetaria. Estas letras, emitidas por el Tesoro y administradas por el BCRA, permitían a los bancos gestionar su liquidez en un contexto de transición hacia un régimen de metas de agregados monetarios. Su reemplazo por Letras de Capitalización (LECAPs), con cotización en el mercado secundario, liberó aproximadamente $10 billones al mercado, lo que generó un exceso de liquidez que presionó al alza tanto el tipo de cambio en un comienzo y a las tasas de interés luego.

El BCRA, en respuesta, intensificó sus intervenciones en el mercado del dólar futuro y el Tesoro terminó convalidando rendimientos de hasta 65% TEA en las licitaciones. Este nivel, en un contexto donde la inflación esperada para los próximos 12 meses se ubica entre el 25% y el 30% según el REM, implica tasas reales positivas de entre 20% y 35%, un umbral que se considera insostenible para el sector privado y público. Estas tasas, 35 puntos por encima de la inflación proyectada, afectan tanto el crecimiento económico como la capacidad de financiamiento del Tesoro, que enfrenta mayores costos para refinanciar su deuda.

Consecuencias para la actividad económica

El incremento de las tasas de interés, si bien busca anclar las expectativas inflacionarias y estabilizar el mercado cambiario, tiene un costo directo en la actividad económica. La economía argentina, que ya mostraba signos de enfriamiento tras la recesión de inicios de 2023, enfrenta ahora un entorno de mayor restricción crediticia. Según el INDEC, el PIB creció un 0,8% en el primer trimestre de 2025, pero las proyecciones para el segundo y tercer trimestre se han revisado a la baja, con crecimientos estimados de 0,5% y 0,6%, respectivamente. Estas proyecciones deberán ser revisada dado el impacto de las tasas elevadas, que encarecen el crédito para el sector privado, sino también la mayor incertidumbre asociada al ciclo electoral de medio término en octubre.

El contexto político agrega otra capa de complejidad. Las elecciones, que definirán la composición del Congreso, darán paso a una dolarización de carteras, lo que exacerba la presión sobre el tipo de cambio y refuerza la volatilidad financiera.

Perspectivas y desafíos a corto plazo

De cara a los próximos meses, Argentina enfrenta un escenario de creciente volatilidad. La reciente aceleración del dólar y el aumento de las tasas sugieren que el camino hacia la estabilización no estará exento de obstáculos.

Para los inversores, este panorama plantea dilemas. Por un lado, las tasas reales positivas ofrecen retornos atractivos en instrumentos en pesos, pero la incertidumbre cambiaria y electoral podría limitar el apetito por activos locales. Por otro lado, la acumulación de reservas del BCRA, impulsada por un superávit comercial proyectado de $6.507 millones para 2025, según el REM, brinda cierto respaldo a la estabilidad cambiaria. No obstante, cualquier desliz en la política monetaria o fiscal podría reavivar la presión sobre el dólar y los precios.

En conclusión, la suba del dólar en julio y el incremento de las tasas de interés han puesto en jaque el delicado equilibrio del programa económico argentino. Agosto será un mes clave para medir el impacto del traslado a precios, mientras que las tasas elevadas y la incertidumbre electoral amenazan con profundizar el enfriamiento de la actividad. En un contexto donde la inflación sigue siendo el principal desafío y las elecciones de medio término asoman en el horizonte, el gobierno y el BCRA enfrentan la tarea de calibrar sus políticas para evitar una aceleración inflacionaria sin sacrificar el crecimiento. Los inversores, mientras tanto, deberán navegar un terreno donde las oportunidades coexisten con riesgos significativos.

Analista financiero





Fuente: Ambito

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