Los datos oficiales mostraron que no hubo recesión técnica este año, aunque reflejan un virtual estancamiento de la actividad económica desde hace aproximadamente seis meses. De cara a 2026, la mayoría de los especialistas proyectan un crecimiento de entre 2% y 3%, pero también que se mantendrá la heterogeneidad sectorial y que la economía dependerá más de la inversión y las exportaciones que del consumo.
Días atrás, el INDEC informó que su Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) cayó 0,4% mensual en octubre, luego de arrojar una mejora en el tercer trimestre tras una serie de ajustes en los valores previos de la serie desestacionalizada del organismo. El citado repunte fue traccionado fundamentalmente por el sector de la Intermediación Financiera. Según pudo averiguar Ámbito con fuentes oficiales, no fue un crecimiento de los depósitos o del crédito lo que explicó las extraordinarias subas del sector, sino los movimientos en los mercados bursátiles, generados en un contexto de fuerte dolarización de carteras previo a las elecciones.
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Una economía con claros ganadores y perdedores
El Grupo SBS subrayó en un informe que en el último trimestre móvil (agosto-octubre vs. mayo-julio) la economía mejoró 0,8%, impulsada principalmente por los servicios, en especial la Intermediación Financiera y el rubro de Transporte y comunicaciones, aunque también resaltaron algunas performances en bienes como la del sector de petróleo y minería. El crecimiento acumulado de 2025 (+5%) también fue apuntalado por algunas de las actividades mencionadas, a las cuales se le suma Hoteles y Restaurantes.
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Respecto de ese último rubro, el director de Planificación Productiva de Fundar, Daniel Schteingart, aclaró que el incremento responde fundamentalmente al crecimiento del empleo informal en restaurantes, dada la forma en la cual se mide el EMAE en esta actividad. “Lo curioso es que empresas y empleo formal caen. Me pregunto en qué medida puede ser que parte del fenómeno Rappi/Pedidos Ya se esté contando como empleo informal, con su consecuente incidencia en el EMAE”, acotó.
En el otro extremo, la industria manufacturera, con fuerte peso en el Producto Bruto Interno (PBI), aparece como el sector más golpeado. Ocho de las diez divisiones industriales más importantes muestran retrocesos desde el último pico de noviembre de 2024, destacándose las caídas en textiles e indumentaria, automotriz, y maquinaria y equipo (donde pesa bastante electrodomésticos), fabricaciones particularmente afectadas por la apertura comercial.
Los analistas prevén un 2026 con crecimiento económico, pero dudan en materia de empleo
Esta disparidad sectorial deberá monitorearla el Gobierno de cara al año próximo, dado que el modelo de crecimiento se apoya en actividades poco intensivas en mano de obra. El equipo de Research del banco BBVA marcó su preocupación al respecto, aunque es optimista respecto de que la reforma laboral pueda incentivar una mayor contratación de trabajadores formales.
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Por su parte, SBS catalogó como un “gran desafío” la creación de empleo privado en los sectores intensivos en trabajo, así como de aquellos más expuestos al boom de importaciones. En contraposición, ven que el crecimiento estará apuntalado por el agro y el sector energético, a la vez que ven una oportunidad para la construcción en caso de que las condiciones monetarias se normalicen y vuelva a repuntar el crédito hipotecario. En ese marco, pronostican una mejora del PBI del 2%.
Para noviembre, la consultora Equilibra pronosticó un nuevo retroceso mensual, del 0,5%. Hacia adelante, la entidad contempla dos escenarios para 2026: uno más optimista, con un avance del PBI del 3%, y otro alternativo, con un incremento más cercano al 2%.
“A finales de este año estaríamos llegando a un piso de actividad”, sostuvo en diálogo con este medio el economista de la entidad Gonzalo Carrera, aunque no avizora cambios respecto de la heterogeneidad sectorial. “La Intermediación financiera, la energía y algunos servicios profesionales deberían seguir traccionando si el Gobierno consigue financiamiento para pagar la deuda y cierta estabilidad cambiaria, pero la apertura comercial golpea a sectores como la industria”, profundizó.
El mercado apuesta a la inversión y las exportaciones como motores del crecimiento en 2026
Por el lado de los componentes de la demanda agregada (consumo, gasto, inversión y comercio exterior), la consultora LCG aseveró que «la clave seguirá puesta en el sector externo, aunque entendemos que todavía el aporte al crecimiento será menor, con exportaciones creciendo en el margen (excluido Vaca Muerta) e importaciones al alza debido a la elasticidad importaciones-actividad y cierta estabilidad del tipo de cambio».
En cuanto al consumo, espera que la estabilidad post elecciones y el recorte de las tasas de interés den algo de impulso al crédito, pero no avizoran un escenario similar al de 2024 en esa materia. En paralelo, no se animaron a asegurar un boom de inversiones y marcaron que las «dudas remanentes respecto la estrategia cambiaria, a pesar de la modificación en la actualización en el esquema de bandas, podrían estirar el ‘esperar y ver'».
En cuanto a los factores macro, desde SBS subrayaron la importancia de evitar la volatilidad en las tasas de interés y en el valor del tipo de cambio, así como de la acumulación de reservas y el grado en que se remonetice la economía. Además, dijeron que las reformas estructurales pueden “dar mayor previsibilidad al sector privado, tanto local como extranjero, y jugar un rol clave, en especial pensando en inversión real de largo plazo y creación de empleo de calidad que permita recuperar salarios reales privados y consumo”.
En BBVA también apuestan a las reformas estructurales. En ese sentido, la institución financiera proyecta un salto del 9,2% en la inversión para el año próximo, lo cual la transformaría en el principal motor del crecimiento.
Algo similar le dijo a Ámbito la economista de Econviews, Pamela Morales: «El crecimiento ahora depende de cuestiones estructurales«. «Que Argentina logre salir del estancamiento que lleva más de una década requiere de reformas profundas, por lo que es clave lo que pueda llegar a pasar en el Congreso en los próximos meses», expresó.
De este modo, la reacción de la inversión a la política macroeconómica del Gobierno y a su capacidad de llevar a cabo las reformas que viene pidiendo el sector privado emerge como la clave a la hora de determinar la velocidad a la cual avanzará la economía en 2026. Sin embargo, por el otro lado, la incertidumbre en materia de empleo, salarios reales y consumo podría poner un freno al optimismo oficial.
