El Banco Central (BCRA) reafirmó su política cambiaria y monetaria. Lo hizo en una presentación de Vladimir Werning, vicepresidente de la entidad, titulada “Argentina 2025: superando el cisne negro, se ratifica la fortaleza del régimen económico”. Werning insistió en que el factor clave para la inestabilidad de las variables económicas fueron las elecciones y no la política de compra de reservas ni el desarme de las LEFIs, a los que desligó de las fuertes tensiones observadas desde julio de este año tanto en el dólar como en las tasas de interés.
De este modo, el funcionario respondió a los analistas del mercado que reclaman insistentemente una mayor acumulación de reservas para fortalecer la posición de la autoridad monetaria, no solo frente a episodios electorales, sino también ante eventuales shocks externos o eventos disruptivos que puedan debilitar el esquema macroeconómico. Para buena parte de la city, la banda cambiaria sin un respaldo robusto de reservas resulta frágil, especialmente en un esquema que propone al tipo de cambio como ancla nominal.
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Para ponerlo en perspectiva, la banda cambiaria logró amortiguar el shock electoral y anclar las expectativas de devaluación. No obstante, el mercado continúa asignando un grado de probabilidad a un eventual ajuste del tipo de cambio. Así lo reflejan los contratos de dólar futuro: hasta mayo, las cotizaciones se mantienen alineadas con el límite superior del esquema —que por ahora avanza a un ritmo del 1% mensual—, mientras que desde junio de 2026 comienzan a ubicarse en niveles similares o levemente por encima de esa referencia.
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Reservas: las advertencias de la city y el FMI
Para Miguel Kiguel, uno de los analistas más escuchados del mercado, “el tipo de cambio puede seguir siendo el ancla siempre y cuando la sociedad crea que se mantendrá estable». «En ese caso, el BCRA puede sostener su política monetaria expansiva y acompañar la recuperación del crédito”, agregó. Sin embargo, advirtió sobre escenarios alternativos en los que esa confianza se erosione y obligue a un giro más contractivo de la política monetaria, algo que ya sucedió durante octubre.
Kiguel no es el único que señala esta vulnerabilidad del esquema cambiario. También lo hizo el propio Fondo Monetario Internacional (FMI). Julie Kozack, portavoz del FMI, sostuvo en noviembre que la “política monetaria y cambiaria tendrá que tener aportes más ambiciosos para acumular reservas, lo que ayudará a Argentina a afrontar eventuales shocks y facilitará el acceso a los mercados”.
Actualmente, las reservas internacionales brutas rondan los u$s42.000 millones, mientras que el Tesoro lleva comprados en total u$s1.105 millones. Según los cálculos del FMI, descontando swaps, encajes y otros ítems que no se contabilizan para la meta del acuerdo de Facilidades Extendidas, el saldo de reservas netas continúa siendo negativo en torno a los u$s15.513 millones, pese al proceso de acumulación realizado durante 2024 y comienzos de 2025. En ese contexto, el mercado ya descuenta que el Gobierno solicitará un waiver.
“La meta se estableció en abril y se flexibilizó tres meses después. Argentina decidió que no era prioritario acumular reservas y hoy estamos a u$s14.500 millones de la meta”, explicó recientemente Christian Buteler en su cuenta de X.
Desde PPI coincidieron en ese diagnóstico: “Un waiver luce inevitable. Para cumplir la meta, el Gobierno debería sumar más de u$s12.000 millones en lo que resta del mes (o u$s14.500 millones si se contabiliza el swap), un escenario más que improbable”.
En la misma línea, J.P. Morgan señaló en un informe reciente que será necesaria una “recalibración del marco cambiario y la introducción de un programa de acumulación de reservas”, aprovechando el respaldo de Estados Unidos. El banco remarcó que este paso es clave para atraer inversión directa y recomponer los colchones financieros antes del ciclo electoral de 2027. En la city, el temor es que el Gobierno enfrente un nuevo shock electoral sin dólares suficientes y vuelva a depender de swaps o líneas de financiamiento externo.
El eje del debate: la remonetización, la compra de reservas y el crecimiento
Frente a estos cuestionamientos, el Gobierno insiste en que la remonetización es la condición necesaria para la acumulación de reservas. Así lo planteó el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, el 18 de noviembre pasado durante un evento en el Hotel Alvear. Luis Caputo expresó los mismos argumentos.
“El ritmo de acumulación de reservas será definido por el proceso de remonetización, y no al revés”, explicó Bausili. Y agregó: “Hasta que no cambie la estructura productiva del país, la acumulación de reservas se dará en un ciclo virtuoso de desarrollo, y no con un tipo de cambio artificialmente alto que refleje una economía deprimida”.
“La acumulación de reservas será consecuencia del éxito del programa, no su motor. Eso es lo que se observó en todos los programas de estabilización exitosos”, enfatizó Bausili, quien advirtió que “el objetivo no puede ser la acumulación de reservas a cualquier costo, de manera que ponga en riesgo la estabilidad económica”.
Para Bausili, el mercado está pidiendo una suba del tipo de cambio para acumular reservas, mientras que los analistas de la city sostienen que, ante una mayor oferta de dólares —proveniente del agro y de la fuerte emisión de obligaciones negociables—, es en ese contexto donde el Gobierno debería fortalecer al BCRA. Una diferencia sustancial de argumentos.
La remonetización, en términos simples, es el proceso mediante el cual aumenta la demanda y la circulación de la moneda local. Se trata de un fenómeno que responde a una mayor necesidad de dinero vinculada a decisiones de inversión y consumo de empresas y familias, y no a un impulso inflacionario. El riesgo es que, con una actividad económica que aún luce frágil —pese al rebote estimado del 5% del PBI para este año—, ese proceso, que el Gobierno considera condición primaria para avanzar en la recomposición de dólares, avance más lentamente de lo previsto y mantenga la fragilidad del esquema cambiario actual.
