El misterioso avión Bombardier 5000, cuyo 50 por ciento es propiedad del argentino Leonardo Scatturice, no realizó un viaje sin control a Buenos Aires, sino siete (7) en muy pocos meses. No sólo hubo una orden “de alguien de arriba”, para que no se verifique el equipaje, sino que la única pasajera, Laura Belén Arrieta, y el dueño, Scatturice, firmaron un contrato con la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) para actuar como lobbistas ante el gobierno de Donald Trump, una especie de embajada paralela. El dato llamativo es que el contrato -firmado por medio de otra sociedad, Tactic COC LLC, constituida en Miami-, fue por 10.000 dólares mensuales, en tanto Tactic selló otro contrato similar con Vietnam, por 200.000 dólares mensuales, lo que hace pensar que se pagó mucho más a Scatturice, pero con fondos reservados. Más llamativo todavía es que la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), el ámbito en el que se reunieron Donald Trump y Javier Milei, se convirtió en CPAC Argentina Incorporated, también con Scatturice como principal accionista, que reconvierte una supuesta ONG de derecha, en un negocio dedicado a la organización de actividades de derecha. Para redondear el panorama, a través de otra empresa COC Global, Scatturice se hizo cargo de Flybondi. Cartón lleno.
La información surge de la investigación que pusieron en marcha los fiscales Claudio Rivas Rial y Sergio Rodríguez, ambos de la Procuración de Investigaciones Administrativas (PIA), y un escrito presentado este viernes por el diputado Rodolfo Tailhade ante esos mismos fiscales.
Las curiosidades del avión
Como se sabe, la PIA investiga el hecho de que el 26 de febrero, el Bombardier llegó a Aeroparque y al pie de la escalerilla a Arrieta le dieron un celular para que hable con “alguien de arriba”, tras lo cual ingresó diez (10) bultos sin que pasen por el scanner de control. Las imágenes presentadas en su dictamen por Rivas Rial y Rodríguez exhiben una cola de otros pasajeros llegados en vuelo privado pasando su equipaje por el scanner, mientras que a Arrieta le abrieron un andarivel para que pase sin revisión.
El piloto de la aeronave, Juan Pablo Pinto, que revistó como piloto de la Casa Rosada, intentó hacerse cargo de buena parte de los bultos, algo incomprobable porque nada pasó por los scanners. De paso, reveló que el avión salió de Opa Locka, en La Florida, y no de Fort Lauderdale, como estaba declarado.
Tanto Arrieta, que vino en el vuelo de ida, como Víctor Du Plooy, que estuvo en el de vuelta junto con Arrieta, forman parte de OCP Tech que formalizó varios contratos con el Ministerio de Economía y con ARCA; son también parte de COC Global, que es la operadora del avión, y de Tactic, la que firmó el llamativo contrato con la SIDE para hacer lobby con Trump. Todas esas sociedades son encabezadas por Scatturice, un hombre que no fue parte de la agencia de espías de la Argentina -fue un inorgánico-, pero hizo trabajos para la SIDE.
El Bombardier se guardó en un hangar de la empresa Royal Class, igualmente de propiedad de Scatturice en un 50 por ciento. Un dato llamativo es que el avión tiene estampadas las letras «L, B y A»: las iniciales del nombre de Laura Belén Arrieta.
Un viaje, dos viajes, siete viajes
En su escrito, Tailhade prueba que el Bombardier hizo un vuelo previo al del 26 de febrero. Fue el 25 de enero, saliendo de Opa Locka y llegando a Aeroparque a las 8.05 del día siguiente. Se quedó en Buenos Aires nada menos que 13 días, con lo que cuesta tener un avión inmovilizado.
En ese período, como ya anticipó Página/12, el Ministerio de Economía le adjudicó un contrato a OCP Tech (de Scatturice) por 800 millones de pesos para proteger correos electrónicos y Milei anunció que viajaría a la CPAC en Miami. En ese marco se firmó también el acuerdo entre la SIDE y Tactic COC LLC, para que actuara como lobby de presidencia ante Trump. El total de contratos firmados con Economía y Arca sumó 2.500 millones de pesos.
El siguiente vuelo fue el del escándalo, el 26 de febrero, siempre con el Bombardier 5000 matrícula N18RU. El regreso fue el 6 de marzo, igualmente mal declarado: no volvió a La Florida, sino que fue a París y de ahí a Estados Unidos.
El tercer vuelo se produjo el 14 de abril, con un dato asombroso: fue en el mismo avión, pero cambió de matrícula a N100LA. Sucede que Scatturice transfirió la nave de una empresa suya a otra empresa suya, Surjet. Posiblemente efecto del escándalo del vuelo de las valijas.
Después, siguieron los vuelos: el 30 de abril, el 2 de junio, el 12 de junio y el 29 de junio.
Viajes y negocios
En todos los vuelos vinieron integrantes de las sociedades armadas por Scatturice. La más llamativa, Tactic COC LCC, que firmó el contrato con la SIDE. Como se sabe, en Estados Unidos es legal hacer lobby, aunque hay que registrarse ante la FARA (Foreign Agents Registration Act) y por eso se conocen los acuerdos.
El contrato en sí mismo es sorprendente. Tactic sólo tiene un cliente más, Vietnam, con quien se firmó un contrato similar: para hacer lobby con el gobierno de Trump. El acuerdo con Vietnam es por 200.000 dólares por mes, mientras que el que firma la SIDE es “una ganga”: 10.000 dólares por mes. En su escrito dirigido a los fiscales, Tailhade sostiene que es muy probable que haya otro texto-acuerdo, pero que se paga con fondos reservados.
Más relevante todavía es que la relación con un gobierno extranjero pase por el servicio de inteligencia, en forma paralela a la Cancillería. Pero la explicación es que se trata de un negocio: todos los integrantes de las sociedades, los viajeros en los aviones, los que firman los contratos con el gobierno de Milei, forman parte de la Conferencia de Acción Conservadora. O sea, que la CPAC es una fuente de dinero para los privados y, posiblemente, para integrantes del gobierno de La Libertad Avanza.
Pasajeros y valijas
Los fiscales Rivas Rial y Rodríguez concluyeron en su dictamen que los 10 bultos no pasaron por los scanners. Y lo probaron de manera categórica con imágenes. Como es obvio, nadie sabe lo que contenían los bultos. La sospecha básica: dólares, material de inteligencia o elementos informáticos. El razonamiento es que los pasajeros están todos relacionados con Scatturice, convenios informáticos con Economía, ARCA y la SIDE, convenio de lobby y acción política de derecha. En una foto en el Hotel Hilton aparecen los protagonistas: Matt Schlapp, CEO de CPAC internacional; Barry Bennett, estratega de Trump; Soledad Cedro, integrante de sociedades de Scatturice y CEO de CPAC Argentina; Laura Arrieta, pareja y parte de todas las sociedades, Mercedes Schlapp y José Mallea, todos de CPAC. En el centro Javier Milei.
Hay otra foto en Casa Rosada, también con el presidente, rodeado Schlapp, Cedro y dos empresarios norteamericanos. Todos llegaron a la Argentina en el Bombardier 5000, con la nueva matrícula.
Una duda que siempre surge es por qué no viene la cabeza del grupo, Scatturice. Se dice que por problemas legales, denunciado por internas en la SIDE surgidas en una causa llamada Dark Star, haber filmado a Juan José Gómez Centurión en una interna de la Aduana y tal vez otros expedientes poco conocidos. Lo cierto es que en esos siete vuelos, con contratos, oscuridades de por medio, no vino.
Y, además, Flybondi
El escrito de Tailhade se redondea planteando interrogantes sobre la forma en la que Scatturice terminó quedándose con Flybondi. Textualmente: “no es posible descartar la canalización de fondos reservados de la SIDE, vía el contrato firmado con Scatturice y Tactic, que tranquilamente pueden haber terminado en la operación de compra de la aerolínea Flybondi“. Por lo tanto, pide el diputado, que se haga una investigación más global sobre las personas, empresas, intereses y relaciones que orbitan en torno al vuelo y las valijas que los fiscales están investigando. Parece que el problema no es sólo de equipaje.