Por Diego Sztulwark de Página 12.
Escuchando a Cristina. Confirmación de diagnóstico (estado paralelo y poder judicial mafioso; un país arrojado a la intemperie de “alegalidad” en favor de las grandes empresas y contra de los ingresos de grandes mayorías), e insistencia en que la condena que recibió la convierte en un obstáculo electoral para el peronismo (lo cual puede sonar contradictorio: ¿porque aceptar las condenas de una justicia considerada ilegítima?).
La mejor impresión que se puede tener al respecto es que CFK está esperando una reacción de las bases del peronismo (volvió a pedir bastones de mariscales y menos miedo para actuar), ante la ostensible ineptitud mostrada hasta ahora por una parte de la dirigencia del Frente de Todos en el gobierno (de lo cual la prisión de Milagro Sala es un ejemplo altamente simbólico).
CFK lanzó una convocatoria a movilizar el próximo 24 de marzo con la consigna “por una democracia y una Argentina sin mafias”. Apostar por la movilización antes de dedicarse al armado electoral y confrontar con poderes antidemocráticos, como condición de posibilidad para enfrentar a los rostros de la alianza opositora ¿abre una oportunidad para reaccionar contra quienes bloquean practicas populares en todos los niveles, en todos los territorios y niveles de la economía? ¿Se puede hacer esto sin romper con aquellos dirigentes políticos que pactan con esas mafias?
En todo caso, cuando los asistentes cantan “si la tocan a CFK que quilombo se va a armar” da la impresión de una suerte de desacople: ¿No está de alguna forma CFK advirtiendo que ya la han tocado (del intento de magnicidio, la condena y la proscripción) y pidiendo que, en todo caso, de una vez haya reacción? En otras palabras: el quilombo ya se armó, y queda por ver qué papel le toca en el a las distintas formas de movilización popular.
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