Con el ruido político detrás, hay un abanico de variables económicas que dan lugar a creer que el país puede tener un importante crecimiento el año que viene.
Argentina parece atravesar una de esas ventanas de oportunidad que aparecen muy pocas veces. Después de un año marcado por la volatilidad y la incertidumbre —en especial en el terreno político—, el Gobierno transita hoy un clima de serenidad poco frecuente. El resultado electoral devolvió una ancla que se había perdido meses atrás: la política. Y a partir de allí se encadenaron una serie de señales favorables: el dólar se alejó del techo de la banda, las tasas se desplomaron y el riesgo país colapso en pocas semanas. Con el ruido disipado, vuelve a abrirse la posibilidad de pensar en un horizonte más prometedor.
El frente fiscal y la baja de la inflación se consolidaron como los pilares centrales de la administración Milei. Y, tanto hacia adelante como hacia atrás, es evidente el «delivery» del mercado por parte del equipo económico en estos casi dos años de gestión.
La macro muestra hoy un ordenamiento más sólido, que aporta un nivel de certidumbre impensado meses atrás y habilita la idea de que lo más difícil podría haber quedado atrás.
2026: ¿el año de despegue definitivo?
En este contexto, 2026 asoma como un posible año de despegue. En lo que respecta al plano local, el Gobierno se prepara para avanzar con reformas clave —como la laboral y la tributaria— que podrían dinamizar la actividad.
Al mismo tiempo, la perspectiva de tasas a la baja funciona como un estímulo natural para el crédito, mientras que el país se aproxima nuevamente a los mercados internacionales. Ese retorno permitiría enfrentar con mayor holgura los abultados vencimientos del Tesoro en los próximos años. La incógnita inmediata pasa por la acumulación de reservas durante el “trimestre dorado” que abre la cosecha gruesa.
Desde el ámbito internacional, el respaldo a Argentina se volvió explícito. EEUU anunció recientemente un principio de acuerdo que refuerza el vínculo bilateral en un momento clave.
Desde la perspectiva financiera, la Reserva Federal aparece alineada con los intereses del país: una política monetaria más expansiva y con recortes de tasas tiende a mejorar los precios de los commodities, lo que implicaría un mayor ingreso de divisas vía exportaciones.
Con este conjunto de factores, resulta difícil no entusiasmarse. Argentina llega a esta etapa con equilibrio fiscal, orden monetario, respaldo político y un nivel de apoyo internacional que no había tenido en mucho tiempo.
Si estas condiciones se sostienen, el año próximo podría mostrar un crecimiento robusto y un mercado financiero dispuesto a buscar nuevos máximos.
*Socio de AT Inversiones
