Lo que logró LLA fue el apoyo del 40,7% de los votantes y las encuestadoras que más cerca estuvieron de este valor fueron DC Consultores (41,2%), La Sastreria/Trespuntozero (40%), Atlas Intel (39,8%), Management & Fit (39,6%) y Trends (42%).
Entonces podemos decir que “esta vez no les fue tan mal a las encuestadoras”, ya que, en todo caso, sus estimaciones tendieron a darle unos puntitos más de los que obtuvieron, al partido de los libertarios.
Esto dejó en offside a muchos -ignorantes- comunicadores que después del fracaso con las proyecciones electorales para la provincia de Buenos Aires se plegaron a denostar a las encuestadoras, sin entender que no es “el método científico” el problema, sino los encuestadores que instrumentan y venden sus servicios como herramienta de marketing político.
Las encuestas, mal
Así que con LLA, las encuestadoras acertaron. El problema es que, de las que acabamos de citar, salvo los de M&F el resto le “erró fiero” -más allá de la razonabilidad estadística) al 31,7% que sacó Fuerza Patria, y todas estuvieron lejos de prever la diferencia de 9,14 puntos entre las dos primeras fuerzas electorales (la mejor, DC Consultores, 6,3 puntos).
De hecho, desde que terminó agosto, le dieron en promedio 36,4 puntos al armado de los Kirchner, que con indecisos “volaba” a 39,3%.
Así mientras vimos que en los últimos tiempos las proyecciones de cinco de las encuestadoras le arrimaron el bochín al resultado de LLA, solo dos lograron lo propio con FP (de las 70 encuestas que analizamos, apenas cuatro presentaron resultados congruentes con los números finales de la elección, pero como la más reciente es del 20-25 de agosto, esto tuvo más que ver con la casualidad que con un buen poder de proyección).
Lo interesante es que, si tomamos todos los trabajos, no le erraron, por tanto. En promedio, le asignaron 28,9 puntos a FP, que con indecisos trepaba a 32,7 puntos, lo que sugiere que en los últimos tiempos las consultoras experimentaron un claro sesgo en favor del partido mayoritario de la oposición y el desprecio por las terceras vías.
Esto lo vemos al agregar las últimas encuestas (no importa si son diez o cinco encuestas, o si tomamos el promedio o la media), que colocaban a La Libertad Avanza por encima de Fuerza Patria entre 0,4 y 2,2 puntos, esto es dentro de la indiferencia estadística. En castellano, un error brutal.
La caída del interés
Habitualmente, la participación electoral durante las elecciones legislativas es menor a la de las presidenciales: en promedio 74,3% frente a 77,3% desde 1910 y 77,8% frente a 80,1% desde la vuelta de la democracia en 1983.
Este año la situación apuntaba a exacerbarse al tomar en cuenta que en las diez elecciones provinciales habidas se anotó una reducción promedio de 15% de la participación al 59,8%, frente a lo logrado en la legislativa 2021 (70,1%) y 21% frente a la presidencial 2023 (70%).
Si estos valores se nacionalizaban (la participación porcentual en estos diez distritos históricamente estuvo dentro del +/-1% de la nacional) hablábamos de una participación para la legislativa nacional en torno al 60%.
Todavía no tenemos los resultados del escrutinio definitivo, pero según los últimos datos al escribir estas líneas la participación a nivel nacional rondó el 67,8%, lo que constituye una evidente mejora frente a lo que podíamos esperar.
Esto de todas maneras constituye un récord de mínima desde la elección de 1934, haciendo del próximo período legislativo uno de los de menor representatividad desde el punto de vista republicano en la historia moderna del país.
Desde lo formal del mecanismo democrático, es indudable la validez de los resultados, si bien apoyada por apenas el 25,6% del padrón electoral (solo uno de cada cuatro argentinos) LLA queda en el puesto onceavo entre los partidos con el menor respaldo ciudadano desde 1910.
Las apuestas
Si decimos a grandes rasgos que los apostadores acertaron en sus pronósticos, no debiera ser novedad, por más que a veces suelen ser tan inexactas o aún peores que las encuestas.
Salvo alguna duda cuando se conocieron al mediodía del domingo los primeros números sobre la -pobre-asistencia a las urnas, estuvo siempre claro que LLA sería el partido que conseguiría mas escaños en la Cámara Baja (al final se jugaron u$s1,12M por LLA y u$s0,81M por FP)
Mas compleja fue la situación sobre qué partido sería el mayoritario en la nueva legislatura nacional. A pesar del evidente convencimiento que esto era para FP, el domingo las cosas se enredaron definiéndose recién a mediodía del lunes, en favor de los opositores (FP acumuló u$s1,9M y LLA u$s1,57M).
Para el Senado, la cosa estuvo aún más clara, aunque el crecimiento de la intención de voto acercó las posiciones.
Los modelos
No puedo terminar este comentario sin volver a hablar sobre los modelos de predicción política. ¿Cuál es su validez? Sinceramente… ni idea, el número de datos es demasiado escaso para desarrollar algún algoritmo medianamente “robusto”.
Lo más que puedo decir es que lo que sigue es un juego académico en base a datos duros (la Confianza en el Gobierno, el Riesgo País, el Nivel de las Acciones, el Valor del Dólar, la Confianza de los Consumidores, la Inflación, la Desocupación y la Actividad Económica) en el que no media ningún sesgo u opinión.
Arrancando por el modelo más sencillo, uno lineal, lo que surgía la semana pasada -no lo publicamos por la veda electoral- era que el Gobierno contaría con el apoyo del 40,3% de la población, ligeramente más que el 39,6% que contabilizamos a principios de septiembre (en realidad cualquier cosa entre 52,5% y 28,1% estaría dentro de lo esperable).
Para reducir semejante dispersión aplicamos la misma estrategia que antes (un SVM, Soporte de un Vector de Máquina, con un kernel RBF, Función Radial de Base), encontrando que el 41,2% de los votantes se inclinarían por el Gobierno, dentro de un margen de error de +/- 3%; esto es que cualquier cosa entre el 44,2% y 38,2% estaría dentro de lo esperable..
Como control, volvimos a aplicar un modelo XGBoost lo que nos dio un valor de 41,1% (+/- 3,4%), por encima de lo que estimábamos hace más de un mes, mientras que de un Proceso de Regresión Gausiana resultaba un voto del 41,3%, con más menos 3,5%.
Ok. Todo muy complicado, para decir simplemente que en base a la situación económica actual y si la historia de las elecciones de medio término y la economía de los últimos 40 años servía de algo, podíamos esperar que LLA fuese escogida este domingo por algo más del 40% de los votantes.
¿Donde estuvo la sorpresa?
Especulemos un poco. En la primera vuelta de la presidencial 2023, con una participación del 77% para un padrón de 35,9M, LLA obtuvo 8 millones de votos, 30% del total válido (claro que, si sumamos al PRO, hoy en gran medida fundido con LLA, fueron 14,4 millones o 53,8%). En la segunda, trepó a más a 14,6 millones o 55,6% (todo el PRO y más).
Esta vez fueron 39.987.634 electores habilitados en todo el país. Si la participación caía al 60% (21.88M), el 40% eran 8,75 millones de votantes, esto es el núcleo duro de LLA en su primera vuelta, poco más uno de cada diez votantes del Pro en 2023. Pero, finalmente como vimos, la participación fue de 66,5% (24.26M) y LLA avanza sacó 9,34M de votos, es decir su base de 2023 más 1,3M de votantes, o uno de cada cinco votantes del PRO en la primer vuelta 2023 o de cada 3 votantes de Patricia Bullrich en las PASO.
Claramente nada imposible ni tan difícil de lograr (los números dicen que LLA perdió 5,21M de votos y el FP 4,31M frente a la final 2023).
Ahora, si las encuestas, las apuestas, los modelos, la simple lógica aritmética y hasta el propio Gobierno hablan de que el poco más de 40% que sacó LLA era previsible, ¿cuál fue la sorpresa para que el mercado “volara” este lunes?
Fin del riesgo KUKA y un mercado sobrevendido
El dato que nadie esperaba es el pobrísimo resultado electoral que tuvo FP, que de alguna manera abre la puerta a lo que sería el fin de la era “kirchnerista”.
No pudiendo apelar a la baja de la inflación (no alcanzaron a reducirla a menos del 1% mensual) ni a sus logros económicos como ariete eleccionario, el Gobierno se refugió tras la idea del “riesgo Kuka”, la posibilidad de que el Kirchnerismo volviese al poder.
Si bien la evidencia electoral era claramente contraria a una victoria K, esto -más una serie de dislates propios- generó una ola de temor que se fue retroalimentado deprimiendo el precio de los activos argentinos a un punto en que, incapaz de sofrenarlo, el Gobierno debió salir a pedir el auxilio norteamericano.
Ahora, frente a los resultados de la elección -que poco y nada cambia en lo fáctico- quienes se habían sobrevendido debieron salir rápidamente a cerrar sus posiciones, impulsando un rebote de los activos argentinos, que recién en los próximos días sabremos si se trata de un mero rebote o un verdadero cambio de expectativas.
