P.: ¿En qué sentido repite esa dinámica?
H.R.: En términos institucionales, por ejemplo, Argentina necesitaba y necesita una profunda reforma judicial que garantice independencia. Cuando asume, lo primero que hace Milei es ir por el camino contrario: anotó en una hoja en blanco el nombre de Ariel Lijo como juez de la Corte Suprema. Después lo quiso designar por decreto. En cuanto a poner el valor a la República, agrede al periodismo al punto de decir «hay que odiar más a los periodistas». Y en términos políticos ataca al Congreso ya que ha decidido gobernar con vetos y decretos. Es un gobierno que ratificó la idea de hacerse de facultades delegadas. No hay Presupuesto en la Argentina y eso le permite manejarse con arbitrariedad. En ese diseño institucional hay una repetición. La lucha contra la corrupción no existe. Los organismos del control son una dependencia del poder del Estado.
P.: ¿El nombramiento de la hermana en la Secretaría de Presidencia es un ejemplo?
H.R.: El nombramiento de la hermana tiene algo de nepotismo. Es cierto que, siendo justos, Karina (Milei) tiene su influencia política, pero desde ese lugar parece que se repite la idea de no transformación.
P.: ¿Y en términos políticos?
H.R.: En ese aspecto estamos en la dinámica del pensamiento binario. No hay reflexión posible. Antes era patria-antipatria y hoy es casta-anticasta. Ese mensaje promueve una fractura de la sociedad y la desunión de los argentinos.
P.: ¿En los primeros meses de Gobierno hubo un intento de generar consenso con otras fuerzas?
H.R.: Creo que no. El primer intento de él fue avasallador: la ley Bases de febrero es un ejemplo. No le terminó saliendo porque empezó a insultar al Congreso hasta que tuvo que modificar esa ley. Después consiguió el apoyo para la votación general. En nuestro caso no votamos blanqueo ni superpoderes. Tampoco el RIGI. Creemos que no es conveniente para Argentina ese tipo de instrumentos. Con el tiempo demuestra que no tiene ninguna vocación de diálogo. Milei tiene una vocación autoritaria en el ejercicio del poder. Intenta horadar la legitimidad del adversario de cara a la opinión pública. Lo mismo hace con el Parlamento. Esa posición va radicalizando la discusión. Es el mayor problema que hay: en la radicalización la gente no piensa y los problemas no se solucionan.
P.: En cuanto al orden macroeconómico, hay un desplome de la inflación desde los 200 puntos, pero cayeron los ingresos, el empleo, el consumo y familias no llegan a fin de mes. ¿Cómo se logra unir los dos puntos?
H.R.: Durante muchos años el kirchnerismo dijo que no importaba el déficit fiscal, que se podía emitir, que tener inflación y emisión no era un problema. Es evidente que Milei supo poner ese problema sobre la mesa. El problema es cómo ordenar la economía. A mí me gusta la palabra de “responsabilidad económica”. Cuentas ordenadas, pero sobre marcos éticos. No se puede tener las cuentas cerradas si lo hacés sobre la espalda de los jubilados, de los chicos del Hospital Garrahan, sobre la educación pública. La lógica del ajuste eterno no funciona. Si no tenés una estrategia de crecimiento, pasa lo que ocurre hoy: la gente no llega a fin de mes y los comercios están vacíos o cerrados.
P.: ¿No ve un plan de crecimiento de parte del Gobierno?
H.R.: No. El Gobierno está encaprichado en un modelo de tipo de cambio apreciado. Quieren llegar a estas elecciones con el tipo de cambio quieto para que no haya un impacto en inflación. Eso trae consecuencias negativas. Encima no compraron dólares cuando tenían que comprar. Creo que esta generación tiene que tomar una idea que es la idea de tiempo. Durante muchos años nos impusieron como sinónimo de autoridad política la cuestión de la velocidad de aplicación de un plan. Resolver en poco tiempo. Hay que terminar con eso. De esa manera Argentina no resuelve sus problemas, sino que entra en un círculo vicioso: de un plan platita pasás a una motosierra que reduce de 250 puntos a dos la inflación en un año, pero con un tipo de cambio apreciado, un endeudamiento total, una apertura de la economía y con una caída de la actividad que pone en riesgo el trabajo y la capacidad de las personas de llegar a fin de mes. Las dos ideas están sostenidas sobre la idea de la velocidad. Creo que es corajudo aquel que puede tomar decisiones profundas y sostenidas en el tiempo, porque parte de la responsabilidad económica es ordenar las cuentas sin lastimar a los más vulnerables. Para eso es necesario un acuerdo político y necesitás tiempo.
P.: ¿Y la sociedad tiene tiempo?
H.R.: Yo creo que hay una oportunidad muy grande, pero la sociedad también está agotada, principalmente por lo que se hizo hasta ahora. Estuvo cansada de la grieta del kirchnerismo y el antikirchnerismo. Hoy hay otra grieta que es propuesta por el Presidente de la Nación. La gente está realmente angustiada y le cuesta creer. Venimos de una catástrofe del gobierno de Alberto Fernández. Llegó Milei a decir que iba a transformar y revolucionar todo y terminamos otra vez en la corrupción con ANDIS, en la política vinculada al narcotráfico y en el caso LIBRA. Tenemos que cambiar la concepción de cómo se deben abordar los problemas argentinos.
P.: ¿Parte de la desconfianza con el Gobierno hoy se basa en los casos de corrupción que surgieron este año?
H.R.: La sociedad quizá no entiende en profundidad qué es LIBRA, qué es una cripto, qué es ANDIS o quién es Diego Spagnuolo. Tampoco quizá sabe que el 3% de la Suizo Argentina iba para Karina o quién es Fred Machado. Todas estas palabras que te acabo de decir para la gente es una nube, pero lo que siente en el pecho es la traición. Otra vez se repite la estructura del kirchnerismo. Nos montamos en una estructura que está apalancada en el personaje, en la excentricidad o en el poderoso de turno, pero no en la ley. Mientras nosotros no vayamos a construir poder en torno a la ley, siempre vamos a estar a merced de ese personaje. Es el interés corporativo, particular o de su grupo de poder. Tenemos que poder construir en base a la ley para ser realmente libres. Si la ley es la que prima, estás mucho más limitado como poder político, como juez, como sindicato o como empresario. Sino priman los poderes del lobby en beneficio de ellos mismos.
P.: ¿Milei quiere transformar ese modelo?
H.R.: No. No quiere transformar el modelo corporativo. No le interesa. Esa es la clave. No quiere perder poder. Darle poder a la Constitución y a las leyes es que pierdan poder las personas. Gana la sociedad, la Argentina y la política, pero pierde el político que tiene intereses personales.
P.: Ante esa situación, los mercados mostraron su reacción. No acompañaron el apoyo del FMI y tampoco reaccionaron positivamente al auxilio del Tesoro de Estados Unidos.
H.R.: Lo que ocurre es que hoy hay un modelo económico demagógico que lo que intenta es tener resultados inmediatos para tener éxito electoral y no hace las reformas o las compras de reservas que son necesarias. El de Milei es un modelo político que se basa en la agresión, los vetos y decretos. Lo dice el FMI, EEUU y los grandes inversores. No hay forma de que Argentina o ningún país del mundo sea sostenible en términos de desarrollo e inversión si no tiene un sustento político y jurídico sólido.
P.: ¿Por ese motivo uno de los pedidos de EEUU a Milei fue construir gobernabilidad?
H.R.: Claro. Es el ABC. Lo que pasa es que ellos querían construir una gobernabilidad autoritaria. Quisieron imponer la cultura de la doma y de la sumisión. No llegaron a tiempo porque la gente se dio cuenta antes de que eran un gran verso.
P.: ¿Qué lugar le asigna al contexto electoral en la situación económica que atraviesa el país? En el Gobierno acusan a la oposición de torpedear el superávit con leyes…
H.R.: Todo es consecuencia de que no haya Presupuesto. No lo hay porque ellos tienen la fascinación de la administración del Tesoro de manera discrecional. No quisieron acordar un proyecto en el 2023 cuando Milei negoció con (Sergio) Massa una vez siendo presidente electo. Tampoco en el 2024. Si no tenés Presupuesto, la discusión sobre las partidas es así. No se puede ordenar el Presupuesto nacional en cada una de las partidas, pero es por culpa de eso. Lo que hacen con el Hospital Garrahan, con las pensiones por discapacidad o con la financiación de las universidades no está justificado desde ningún punto de vista con el equilibrio fiscal.
P.: ¿Qué opina sobre la suspensión de la aplicación que dispuso el Gobierno por decreto?
H.R.: Es totalmente inconstitucional. Hace pocos días presentamos una nota ante la Defensoría de Niños, Niñas y Adolescentes con información que obtuvimos a través de un acceso a la información pública donde dimos a conocer que el Garrahan tenía $40.000 millones colocados en el fondo de inversión Pellegrini. En función de eso los médicos fueron a patear la puerta del Consejo de Dirección del Garrahan y empezaron a aplicar ese dinero. Es mentira que ese dinero se aplica a obra nueva por eficiencia en la administración. Esos fondos se están aplicando a obra que ya debería haber sido finalizada, pero que fue paralizada por falta de financiamiento. El reclamo salarial no se resolvió: se dieron solamente tres bonos a los médicos, pero no son remunerativos y tienen fecha de vencimiento. Nosotros insistimos con toda claridad: el financiamiento del hospital tiene que venir por cuenta del Tesoro con impuestos. No puede venir de lo que se recaude en función de la gente que se atiende en el hospital y que tiene prepaga, porque es poner a la institución en una inestabilidad e incertidumbre absoluta. A la defensoría le pedimos que accione judicialmente. Respecto a la no reglamentación, estimo que rápidamente vendrá una acción judicial. Espero lo mismo con la ley de Financiamiento Universitario.
P.: El Gobierno afirma que es necesario implementar una auditoria en universidades y en el sistema de salud…
H.R.: La discusión libertaria sobre todos los problemas argentinos es de ajuste. Lo único que se discute sobre el sistema universitario argentino o sobre la educación superior es si hay ñoquis o no, pero no traen un solo nombre. Lo que sí hacen es avanzar con un ajuste sobre el Presupuesto. No hay discusión sobre cómo reformar los planes de estudio o cómo vincular a la universidad con el complejo científico y tecnológico o con las economías regionales. Tampoco se discute cuáles son nuestros sectores competitivos económicos. Tenemos energía, turismo, laboratorios, agroindustria, minerales. ¿Cómo ponemos el conocimiento a disposición de eso? No se da esa discusión. El eje de los libertarios es si recorto o no fondos.
P.: Si fuera electo diputado, ¿Qué temas tendrían prioridad en su agenda?
H.R.: Lo primero por lo que pondría manos a la obra es por una nueva ley de Prepagas. Yo paré los aumentos del año pasado. Cuando Milei, con el DNU 70, desregula toda la economía se llevó puesto a las prepagas. Es un mercado imperfecto. La demanda no transita libremente, porque una persona no se puede ir de una empresa a otra, sea porque está en un tratamiento o por la edad. Entonces lo que hicieron fue cartelizarse, aumentar los precios y tener a la gente cautiva. Logré parar esos momentos y compré aire para la gente, pero es necesario una nueva ley. También logramos que salga el decreto 102/2025 que indica que a nadie le pueden cobrar más de tres veces lo que lo que paga el cliente joven, pero ni las prepaga ni la superintendencia lo aplican de forma automática. Muchas veces son $300.000 y $200.000 más lo que pagan por mes. Lo segundo es la compra de medicamentos. En Argentina hay que cambiar el sistema de compra de medicamentos donde interceden el sector privado y el público. Hoy por hoy hay un sobrecosto fenomenal por la manera en que compramos. No hay transparencia, hay sobreprecio, cartelización y el lobby farmacéutico es muy pesado.
P.: Junto con Marcela Campagnoli había presentado un pedido a Milei para que suspenda las licitaciones a la Suizo Argentina que no estaban asignadas todavía a la ANDIS… ¿Tuvieron respuesta?
H.R.: No. Increíblemente la empresa que fue denunciada por una coima del 8%, de la cual el 3% se llevaba a Karina, a la fecha participa en 12 licitaciones en curso. Están preasignadas como competidora y en muchos casos tiene altas chances de ganarlo. Es por un monto de $5.000 millones. Entonces pedimos al Gobierno que revise esos pliegos y suspenda las contrataciones hasta tanto se resuelva esta investigación. Sería una joda si las siguen asignando.
P.: Volviendo a las reformas, ¿Está dispuesto a avanzar en una discusión en el Congreso sobre cambios en temas previsionales, laborales y fiscales?
H.R.: Sin duda. Las tres están vinculadas. Aspiro a debatirlo en profundidad. Ojalá que el Gobierno tenga la apertura y la rigurosidad para debatir cada uno de los temas. Hoy hay cuatro pasivos por cada activo. Eso no se sostiene. En lo que respecta al sistema previsional, creemos que tiene que haber una asignación universal a la vejez que sea financiada por el Tesoro y con parte de la coparticipación que distribuye nación entre las provincias. Luego planteamos un sistema de reparto y habilitar la posibilidad de la capitalización mediante un sistema privado. Esas tres partes aseguran una cobertura para el que no aportó, un sistema solidario para los trabajadores en actividad y quien tenga la oportunidad y la voluntad de capitalizar privado también puede hacerlo.
P.: En el plano laboral, ¿Considera que los sindicatos deben tener voz en el debate?
H.R.: Sí. Creo que son actores importantes para discutir, pero también para limitar. Hoy los sindicatos no presentan declaración jurada, seguimos con el aporte sindical obligatorio y hay un montón de reformas sindicales que hay que hacer y que el sindicalismo tiene que entender. Sino se convierte en lo que son: un grupo de privilegiados, cuando deberían ser un grupo de representante de los trabajadores
P.: ¿Y los empresarios?
H.R.: Bueno, lo mismo. Cuando hablábamos al principio de la Argentina corporativa, yo digo que en todas las verticales tenés una elite: la elite sindical, la judicial, la política, la empresarial. Ahí arriba están todos de acuerdo. Entonces, la Argentina se hunde, pero ellos flotan. Esto aprieta a los de abajo. La Argentina corporativa es la que no le permite crecer al emprendedor, a la pyme, la que le pone aranceles, la que carteliza, la que hace política de proveedores y si no sos parte del clan, estás muerto. Lo mismo en los sindicatos. Hay que permitir que florezca lo nuevo y para eso hay que romper ese techo.
P.: Hoy en día la Coalición Cívica va por cuenta propia. ¿Pensando a futuro piensan ampliar tal vez con sectores como Provincias Unidas?
H.R.: La Argentina no se puede explicar en libertarios y kirchneristas. Sino ¿Qué hacemos los que no entramos ahí? Yo creo que tiene que haber una reunión. Pero ahora lo que les pido a los porteños es que a mí me voten para que nosotros podamos asistir a esa reunión con fuerza y poner en valor nuestras ideas, nuestros trabajos, nuestro testimonio. Nosotros no tuvimos ideas tibias en Cambiemos ni tibieza en la ejecución de las ideas. Si querés luchar contra la corrupción, tenés que ir de frente de verdad. Para eso hay que tener las manos limpias, coraje y saber cómo hacerlo. Queremos llevar esa discusión. Para nosotros la institucionalidad no es un deber ser, no es algo romántico, es un instrumento. Si no hay división de poderes, si no hay justicia independiente, si no hay organismo de control fortalecido, si no tenés capacidades estatales para romper con la cartelización privada, tenés una Argentina empobrecida sí o sí. Cuando hablamos de igualdad de oportunidades, hablamos de verdad. No hablamos de igualdad de oportunidades para el que es amigo del poderoso. Esa bandera queremos llevar a esa reunión. Creo que sería necesario armar un espacio así.
P.: ¿Por eso en esta oportunidad eligieron ir por cuenta propia?
H.R.: En esta elección queremos reivindicar esos valores y apostar a la renovación. Yo nunca fui diputado nacional. Es la primera vez que me postulo para esa banca y estoy preparado para eso. Soy de la escuela de Lilita (Carrió) y tengo esa formación, esa rigurosidad. Esta es la apuesta de la Coalición Cívica. Queremos sembrar semilla del futuro.
P.: Aún con La Libertad Avanza ganando en octubre, no llegaría a tener los números para avanzar en las reformas que quiere Milei. Necesitaría del consenso. ¿Cree que el Presidente está dispuesto a cambiar para dialogar?
H.R.: Depende 100% de Milei. Nosotros estamos dispuestos a discutir todo. Creo que esas tres reformas son importantes sin importar quien gobierne: Milei, Carrió, Macri o Cristina Kirchner. Son tres debates pendientes. Ahora, si el Gobierno no cambia su tesitura y no tiene una vocación de diálogo real, no va a ocurrir.
P.: Se presenta como candidato por la Ciudad, ¿Qué reclamos de los porteños llevará al Congreso?
H.R.: Parte de mi rol va a ser defender los intereses de la Ciudad que fueron robados directamente por Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Se robaron la coparticipación, que no es otra cosa que un impuesto que paga el vecino de la Ciudad. Es el esfuerzo de los porteños. Eso está mal. Milei dijo que lo iba a resolver y lejos de resolverlo nos sigue reteniendo la plata de los porteños. Todo sigue igual. Hay cosas que no cambian.
P.: En las elecciones se presentan 17 opciones electorales, ¿por qué los porteños deberían votarlo?
H.R.: Porque van a votar a alguien que hace esto con mucho compromiso, con mucho amor, que está preparado para hacerlo. En Argentina faltan dos cosas. Una lucha contra la corrupción, por la institucionalidad sin medias tintas, y alguien que piense en el otro, en la igualdad de oportunidades. Entre las expresiones de centro no hay ninguna fuerza que piense en esas dos cosas con la misma potencia que nosotros.