Especialistas advierten sobre la falta de profesores en las escuelas. En línea con un fenómeno replicado a nivel global, comienzan a escasear los suplentes necesarios para cubrir licencias en la ciudad de Buenos Aires. Los bajos salarios y las oportunidades en empresas privadas son algunos de los factores que más inciden en el fenómeno.
«Hace meses no logramos cubrir el puesto«. La frase de la máxima autoridad de una escuela pública del sur de la ciudad de Buenos Aires bien vale para diversos colegios privados e institutos de todos los niveles. Relegado de la agenda en medio de una reñida carrera presidencial, el problema se profundiza silenciosamente, en línea con una tendencia mundial.
De acuerdo con un informe elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), en algunos países en desarrollo hay hasta 100 alumnos por maestro en las escuelas. Mientras que en países como Alemania y Suecia, más del 70% de los profesores son mayores de 40 años y hay escasez de docentes. El fenómeno se refleja incipientemente en diversos centros urbanos de Argentina.
Según datos del Gobierno porteño, entre julio y agosto del 2023, hubo un promedio diario de 300 vacantes sin cobertura en escuelas públicas. El remanente diario al 30 de agosto era de 567 puestos.
«Hay unos 200 cargos que todos los días quedan sin cubrir solo en el nivel primario, que afectan a unos 5.000 niños que quedan sin clase. En la educación secundaria esto equivale a 1.800 horas de clase diarias sin cobertura«, detalla a Federico Puy, docente de la Escuela Normal N.° 5 y referente del gremio Ademys (Asociación de Enseñanza Media y Superior).
«En mi escuela tenemos una suplencia vacante desde hace un mes por una profesora que tuvo un accidente. Hoy esos chicos están a cargo de la secretaria de la escuela, que se encarga de poder continuar con la tarea de enseñanza y aprendizaje en el grado», afirma Puy.
En junio, el Ministerio de Educación de la capital del país anunció que cubriría temporalmente parte de las vacantes de escuelas primarias con docentes de jardín de infantes, mediante el programa Maestros Itinerantes.
Las advertencias en torno a la profundización de la problemática fueron realizadas en reiteradas oportunidades. El observatorio Argentinos por la Educación alertó en 2021 sobre el déficit de personal docente, en un trabajo donde remarcaban la opacidad de las estadísticas al respecto.
Consultado, Martín Nistal —investigador y autor del informe— señala que «en Argentina los datos sobre docentes son realmente muy escasos. Lamentablemente, no hay información actualizada, pero sí sabemos que la falta de cobertura de vacantes existe y que se replica en la caída de inscripciones en institutos de formación docente».
Déficit estructural
Si bien la problemática reviste un carácter estructural, la falta de profesores se refleja sobre todo en las materias vinculadas con tecnología e idioma extranjero, dado que muchos profesionales optan por volcarse a empresas donde los sueldos superan al salario docente.
«Es cierto que ciertas materias son de más difícil cobertura, y eso hace que haya una oferta muy dinámica en la formación docente. La programación es el área más difícil por las propuestas laborales que emergen del sector privado, donde la remuneración es más elevada«, explica Gustavo Galli, director de Educación Secundaria de la provincia de Buenos Aires.
«El fenómeno en áreas como computación y lenguas extranjeras es una realidad concreta e innegable que existe a nivel nacional, no solo provincial«, sostiene el funcionario.
El problema no se termina tan solo con la cobertura del puesto vacante per se: los pedagogos remarcan la importancia de que, más allá de que la clase pautada se dicte, esta quede en manos de una persona capacitada en términos didácticos.
La especialista en Educación Laura Lewin destaca que «en muchas localidades faltan docentes especializados en áreas como matemáticas, entonces algunos directivos acuden a un contador o a un ingeniero, y esto genera fallas pedagógicas graves: la formación pedagógica fundamental para la clase, tanto como el conocimiento de la materia que se dicta».
«Este déficit estructural tiene que revertirse porque si no cada vez será peor, ampliando la brecha entre la expectativa del alumno hacia la escuela y lo que esta efectivamente ofrece. Si el docente no es idóneo, no va a tener la autoridad necesaria para dictar la clase», advierte Lewin.
La insuficiencia de los ingresos docentes —o el «costo de oportunidad» ante la opción de aplicar a un puesto en una firma privada— queda de manifiesto frente a un dato concreto: «Argentina tiene el porcentaje más alto de profesores que tienen otro trabajo por fuera de la escuela. Y más del 30% de los profesores de la escuela primaria trabajan en más de un colegio«, grafica Nistal.
«El 14,1% de los docentes argentinos de primaria tienen otro trabajo remunerado que no es la docencia. Argentina lidera ese ranking entre 16 países de la región», dice el investigador del Observatorio Argentinos por la Educación.
Desde del aula, Federico Puy da fe de la estadística: «El salario docente obliga a tener que trabajar dos o tres cargos para poder llegar a fin de mes, cuestión que precariza muchísimo nuestra jornada laboral, porque a las horas que lleva la clase hay que sumar el tiempo de preparación y de corrección de exámenes».
«Los docentes con dos cargos pueden trabajar unas 45 horas por semana pagas, eso son nueve horas por día, pero además tienen todas las horas por fuera del aula, o sea que tenemos docentes que tener dos trabajos se les hace muy difícil y tener uno solo los deja muy cortos a fin de mes«, explica el dirigente gremial.
«Uno está obligado no solo a dos turnos, sino que esto no contempla la cantidad de trabajo pedagógico fuera del aula y que es el que posibilita la clase. Muchos compañeros eligen trabajar un turno y después especializarse en otra cosa, como las clases particulares o el trabajo en empresas que poco tienen que ver», dice Puy.
«Hoy ser docente es épico», sentencia Laura Lewin. «Porque ¿cómo haces para enamorarte de una profesión cuando en la vida real los sueldos no alcanzan, hay que correr de un colegio al otro para llegar a fin de mes y ya no existe el prestigio de otra época? Debes tener una gran vocación y pasión para compensar todo el déficit que significa ser docente hoy«, concluye.
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