Japón avanza en la construcción de un vasto entramado defensivo en el archipiélago de Ryukyu, elevando la temperatura del ya delicado pulso diplomático con China. El epicentro simbólico de este despliegue es Yonaguni, un islote subtropical situado a apenas 110 kilómetros de Taiwán y convertido ahora en la primera línea de defensa japonesa.
Desde la caída en el 2022 de misiles chinos, lanzados en respuesta a la visita a Taipéi de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU., Nancy Pelosi, cerca de sus costas, Tokio aceleró lo que será su mayor expansión militar en al menos 40 años.
A lo largo de las más de 160 islas que componen la cadena Ryukyu, Japón está apostando baterías de misiles, radares, depósitos de municiones y nuevas instalaciones de combate, reporta Bloomberg. Este refuerzo se extiende también al sur de la isla de Kyushu, donde comienzan a desplegarse cazas F-35, misiles de largo alcance y nuevas unidades de la Brigada Anfibia de Despliegue Rápido, una fuerza inspirada en los Marines de EE.UU.
En Yonaguni, entretanto, la vida cotidiana de sus aproximadamente 1.500 habitantes se ve alterada por la transformación del paisaje. La isla, famosa por sus caballos salvajes y puntos de buceo con tiburones martillo, experimenta ahora un auge repentino de construcciones para alojar a los militares desplegados desde el 2016.
Unos 30 nuevos miembros del personal se sumarán el próximo año a los cerca de 230 ya desplegados, en paralelo con la llegada de capacidades de guerra electrónica y misiles antiaéreos. Ante la inquietud de parte de la población, el Ministerio de Defensa nipón explicó en una reciente reunión informativa el porqué del incremento militar y la necesidad de sistemas destinados a interceptar misiles y bloquear comunicaciones enemigas.
Enfrentamiento con China
Las medidas para reforzar la capacidad de respuesta ante un posible escenario de tensión o conflicto militar en torno a Taiwán se dan luego de que la primera ministra de Japón, Sanae Takaichi, asegurara en noviembre que Tokio respondería si Pekín despliega fuerzas militares en Taiwán.
Sus declaraciones originaron una serie de críticas y advertencias por parte de China, como la imposición de sanciones, la suspensión de las relaciones económicas, diplomáticas y militares, y una restricción del comercio.
La situación se volvió aún más tensa el pasado fin de semana, cuando aviones de combate chinos apuntaron sus radares de control de fuego contra cazas japoneses F-15 sobre aguas internacionales por su acercamiento al área de ejercicios de la Armada china.
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