El Gobierno deja trascender número favorables de la aprobación presidencial. Pero más que las encuestas y los focus groups, lo más palpable es la reacción del público cuando Milei se deja ver en eventos. Y en ese plano, mientras sigue sin poder ir a un estadio de fútbol -la última vez la Bombonera lo despidió con una lluvia de insultos- las selectas hinchadas de La Dolfina y La Natividad lo recibieron con aplausos en la final del Abierto de Palermo. Se trata de una muestra pequeña pero válida al fin para ilustral el apoyo de uno de los sectores más pudientes con la gestión del Presidente, pese a que aún no cumplió su promesa de bajar retenciones.
Luego de almorzar con la cúpula de los Granaderos en lo que debía ser un aniversario de la Batalla de Ayacucho pero terminó siendo usado para un extraño videoclip gubernamental, el clan Milei llegó llegó al Campo de Polo, frente al Hipódromo, sin cambiarse de ropa. Con una campera de cuero, más un buzo, en un día primaveral de diciembre, el Presidente atravesó la cancha proncipal del predio que todavía pertenece al Ejército. Allí, con el puño en alto, y con autoarengándose, el jefe de Estado disfrutó sonido de las palmas de cientos de asistentes a un evento tan esperado por el jet set.
Al final del partido, con la derrota a cuestas de su equipo un sonriente Adolfito Cambiasso le regaló una La Dolfina y Milei no dudó en sacarse dos de sus abrigos para calzarse la casaca.
«Sory, orgulloso de que este tipo sea nuestro presidente», dijo el relator del partido, sin disimular su acento barrial.
Eso sí, en redes Milei tuvo competencia: es que para generar más impacto los organizadores decidieron que el saque inicial lo haga el influencer ruso Hasbulla.
