La alianza que más teme EE.UU.


Desde hace muchos años, uno de los objetivos estratégicos de EE.UU. es evitar por todos los medios posibles que Rusia y China formen una sólida alianza. Varias administraciones estadounidenses no solo han tratado de debilitar a ambas naciones, sino que además han declarado abiertamente que la asociación entre Moscú y Pekín no juega a favor de los intereses de Washington y socava su dominio en varios ámbitos a la vez.

«Como estudiante de historia, que es lo que soy, […] lo primero que aprendes es que no quieres que Rusia y China se unan», dijo el presidente de EE.UU., Donald Trump, en marzo de este año.

Por qué EE.UU. tiene miedo de la alianza ruso-china

En julio de 2024, la OTAN manifestó que el fortalecimiento de la asociación estratégica entre Rusia y la China y «sus intentos mutuamente reforzados de socavar y remodelar el orden internacional basado en reglas son motivo de profunda preocupación». 

La cooperación militar y política entre Pekín y Moscú representa una de las mayores preocupaciones de Washington. Las dos naciones toman parte regularmente en ejercicios militares conjuntos en varias regiones del mundo. En repetidas ocasiones, EE.UU. acusó a China de prestar asistencia a Rusia en su operativo militar especial en Ucrania. No obstante, tanto China como Rusia desmintieron su cooperación en lo que respecta al suministro de armas o despliegue de tropas en territorio ucraniano. «China nunca ha suministrado armas letales a ninguna de las partes en conflicto y controla estrictamente los productos de doble uso», declaró en mayo la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Mao Ning.

Los líderes de los dos países celebran regularmente reuniones bilaterales y desarrollan proyectos conjuntos en diversos ámbitos, entre ellos la energía. Ambos se oponen al «orden mundial basado en reglas» y al dominio de EE.UU., promoviendo políticas independientes tanto por separado como en asociaciones internacionales, entre ellas el grupo BRICS.

Además, EE.UU. ve una amenaza en el sector económico, ya que Moscú y Pekín, así como sus socios en el BRICS, abogan por el uso de divisas nacionales en su comercio, socavando la hegemonía del dólar.

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, destacó en 2024 que «hasta el 2022, aproximadamente, el 80 % de los acuerdos de comercio exterior de Rusia se realizaban en dólares y euros». «Por cierto, las transacciones en yuanes rondaban el 3 %. Actualmente, las liquidaciones en rublos representan el 34 % y aproximadamente la misma cantidad, el 34% o algo, en yuanes», detalló. Ya en mayo de 2025, el mandatario ruso indicó que casi todas las transacciones comerciales entre Rusia y China se realizan en rublos y yuanes, lo que supone una protección frente a la influencia de terceros países.

Este movimiento hacia la desdolarización se enfrenta al enojo de Washington. «Muchos países están abandonando el dólar, pero no lo abandonarán conmigo. Les diré que si abandonan el dólar, no harán negocios con Estados Unidos porque les impondremos un arancel del 100 % a sus productos», dijo Trump durante un evento de su campaña electoral.

En otra ocasión, el inquilino de la Casa Blanca comparó el fin de la supremacía del dólar con una guerra perdida, agregando: «Eso nos convertiría en un país del Tercer Mundo».

«Si perdiéramos el dólar como moneda mundial, creo que sería equivalente a perder una guerra». 

Al respecto, Matt Swinehart, exfuncionario del Departamento del Tesoro de EE.UU., sostuvo que el uso constante de sanciones y tarifas como medio de presión o la amenaza de recurrir a estas medidas «aumentan el número de países que buscarán alternativas al dólar estadounidense». «Cuando nos alejemos de la lógica tradicional de las sanciones o de los aranceles, eso puede menoscabar la previsibilidad del sistema estadounidense en su conjunto y llevar a incentivos más fuertes para buscar una alternativa», opinó durante una conversación con The Washington Times.

Sanciones abonan el suelo para la cooperación

Varias figuras políticas de EE.UU. declararon que las medidas restrictivas que EE.UU. introduce tanto contra Rusia como contra China solo contribuyen al fortalecimiento de su alianza. La presión ejercida motiva a ambas naciones a buscar nuevos socios.

«Creo que no es prudente adoptar una postura hostil hacia dos adversarios de tal manera que los una», dijo en 2022 Henry Kissinger, prominente político y diplomático estadounidense que ocupó los cargos de secretario de Estado y asesor de Seguridad Nacional de EE.UU. durante la Administración de Richard Nixon.

La cooperación entre Moscú y Pekín «despertó una creciente preocupación entre los líderes democráticos desde Washington hasta Tokio», escribió Bloomberg en 2023, agregando que «el acercamiento fue impulsado por un alejamiento común de EE.UU.». «Los dos Estados también comparten una profunda hostilidad hacia las alianzas de EE.UU. en lo que consideran sus propias esferas de influencia legítimas», reza el artículo, detallando que para Rusia se trata de la OTAN, mientras que para China son tratados bilaterales de EE.UU. en la región del Indo-Pacífico.

Trump, a su vez, en repetidas ocasiones ha afirmado que «las políticas malas» de administraciones anteriores contribuyeron a la asociación de Pekín y Moscú. «Les hemos permitido unirse. Es una cosa muy peligrosa«, afirmó.

«Biden los unió. Es una pena, la estupidez de lo que han hecho. Bueno, voy a tener que
desunirlos y creo que puedo hacerlo«

«Biden los unió. Es una pena, la estupidez de lo que han hecho. Bueno, voy a tener que
desunirlos y creo que puedo hacerlo«, prometió en octubre del año pasado.

Cómo EE.UU. trata de romper la alianza de Rusia y China

En los últimos días de la anterior Administración estadounidense, el ex secretario adjunto de Estado Kurt Campbell dijo: «No estoy seguro de que pudiéramos haber evitado, debilitado o interrumpido esta alianza creciente, pero también diré que lo intentamos«.

En el contexto de los intentos de EE.UU. de evitar el desarrollo de las relaciones amistosas entre Rusia y China, varios expertos recuerdan la política de Richard Nixon (1969-1974) y del exsecretario de Estado Henry Kissinger (1973-1977). En los años setenta, Washington decidió mejorar relaciones con China, aprovechando el enfriamiento de los lazos entre Moscú y Pekín. EE.UU. no solo buscó fomentar vínculos estadounidense-chinos, sino también debilitar la influencia de la Unión Soviética en Asia.

Respecto a los pasos de la Administración Trump, algunos analistas califican esta política de ‘Nixon inverso‘ (‘Reverse Nixon’, en inglés), que consiste en mejorar las relaciones de Washington con Moscú, aislando de esta manera a Pekín. Los expertos destacan que EE.UU. regresó al diálogo con Rusia y, en el contexto del conflicto en Ucrania, prometió a Moscú concesiones, como levantar algunas sanciones antirrusas.

Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, enfatizó que la estrategia de ‘Nixon inverso’ «resucita la obsoleta mentalidad de la Guerra Fría«. «La asociación estratégica integral de coordinación entre China y Rusia ha resistido la prueba de un panorama internacional cambiante y se mantiene al día con el desarrollo de nuestros tiempos, tan sólida e inquebrantable como las montañas», reiteró.

Varios expertos también opinan que esta estrategia apenas puede dar frutos. «Romper la alianza de China con Rusia sería prácticamente imposible«, teniendo en cuenta su alto volumen de comercio, cooperación militar y una visión compartida de nuevo orden mundial multipolar, escribió Emil Avdaliani en un artículo de opinión para South China Morning Post. El experto sostuvo también que Rusia no confiará mucho en Washington, teniendo en mente «el hecho de que cualquier acercamiento significativo podría revertirse fácilmente con un nuevo presidente en EE.UU.«.

A mediados de julio, Trump decidió llevar a cabo otro enfoque hacia Rusia y amenazó con imponer aranceles secundarios del 100 % a los países que comercien con Moscú si no se concierta un acuerdo de paz en el conflicto ucraniano en 50 días. Al respecto, desde la Cancillería china precisaron que se oponen «firmemente a cualquier sanción unilateral ilegal y a la jurisdicción de brazo largo».

Qué dicen China y Rusia sobre sus lazos

«Nuestra relación es igualitaria, mutuamente beneficiosa y permanente«, enfatizó el líder ruso. De acuerdo con sus palabras, «estas relaciones han alcanzado su nivel más alto, son autosuficientes y no dependen de factores políticos o de la actual coyuntura mundial». El presidente chino, Xi Jinping, a su vez, aseveró que China y Rusia son «vecinos amistosos unidos por montañas y ríos», y también son «amigos sinceros que se han templado en acero«.

Moscú y Pekín se comprometieron a reforzar su cooperación militar bilateral, destacando que su asociación en el ámbito militar «es un elemento importante para aumentar la capacidad de defensa y mantener la estabilidad global y regional».

En lo que respecta a la economía, China es el principal socio comercial de Rusia, mientras que el país eslavo ocupa el quinto lugar en la lista de países que son contrapartes comerciales de China. El país asiático también es el mayor consumidor de recursos energéticos rusos y Rusia ocupa el primer lugar en sus exportadores de petróleo, de acuerdo con Putin.

Ambos países manifiestan el deseo de construir un orden mundial multipolar más justo y democrático. Tanto Rusia como China destacan que su cooperación no está dirigida contra otros países.

«Pilar de la mayoría mundial»

Andréi Kortunov, director general del Consejo Ruso de Asuntos Internacionales, declaró en un artículo para Global Times que «la Administración Trump está tratando de crear una brecha entre Moscú y Pekín». No obstante, precisa que el deterioro de las relaciones entre Rusia y China no puede contribuir a la seguridad internacional. «El hecho es que, en la actualidad, las relaciones entre China y Rusia destacan como uno de los muy pocos pilares que quedan para la estabilidad internacional en un mundo profundamente inestable y altamente volátil. Si se elimina ese pilar, toda la estructura comenzaría a desmoronarse como un castillo de naipes», sostuvo, haciendo hincapié en que «las consecuencias de este peligroso proceso serían sin duda perjudiciales para todos, incluido Estados Unidos«.

Timoféi Bordachev, director del programa del club de debate internacional Valdái, precisó que el estado de las relaciones chino-rusas «tiene una gran importancia internacional como pilar de la mayoría mundial«, hablando así de los países «que buscan determinar de forma independiente sus intereses en materia de política exterior y sus objetivos de desarrollo».

«Rusia y China han dado ejemplo de cómo es posible, sin dejar de comprometerse con las instituciones y el derecho internacionales, apoyar las tendencias más importantes en el desarrollo de la política internacional, entre las que destaca la formación de un orden mundial multipolar», subrayó.

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Fuente: actualidad.rt.com

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