“Las elecciones provinciales no están en la agenda de nadie, no están en la conversación, porque la gente está decepcionada de la política”. Es la respuesta de un sacerdote católico que trabaja en medios populares en un municipio del Gran Buenos Aires. Página/12 consultó a sacerdotes católicos y a referentes religiosos que trabajan en barrios del conurbano bonaerense y que respondieron de manera anónima a las preguntas.
El cura prefiere no ser identificado “porque no soy ni dirigente ni analista político, nuestro lugar es el de acompañar a las personas y ayudarlas en lo que podemos”. Es la misma postura de buena parte de los obispos católicos que, sin embargo, siguen llamando la atención por las graves consecuencias de la situación social.
Lo manifestado refleja, con pocos matices, la opinión de sacerdotes católicos comprometidos con los sectores populares, pero también de ministros de otras iglesias que trabajan en los mismos espacios y con idéntica vocación.
En tono más crítico un cura que vive en otro barrio de un municipio al sur de la capital, se explaya en el análisis de la coyuntura política, advirtiendo que “la campaña todavía no comenzó”. Es cierto -dice- que “las listas ya están, pero siguen siendo el resultado de arreglos de palacio, porque no hay armado en el territorio”. En eso coincide con otros de sus colegas, pero también con militantes y animadores populares con presencia en los barrios, al señalar que es necesario que la política elabore un mensaje que de respuesta a los problemas que las personas tienen en su vida cotidiana. El mismo intérprete expresa temor porque “la abstención puede ser muy importante” y subraya que “hay poca generosidad” de la dirigencia política a la hora de atender las demandas populares. Consultado sobre los niveles de participación otro de los entrevistados dijo de manera contundente que “no veo que la gente le esté dando pelota, al menos por el momento, a las elecciones. La mayoría ni siquiera sabe, ni siquiera está informada de que hay elecciones y está más bien preocupada por los problemas que tiene que resolver para subsistir”.
Desde el extremo opuesto del conurbano aparece un dato que suma al diagnóstico: “hay separación entre la política y la vida y pocos piensan que los candidatos que aparecen puedan aportar soluciones para sus problemas”. También porque “los que tienen más conciencia tienen la sensación de que todo depende del estado nacional y que la provincia puede hacer muy poco”.
¿Se le adjudica responsabilidad al gobierno de Javier MIlei la responsabilidad por lo que pasa?, pregunta el periodista.
“Sí. Hay un poco más de rechazo a las políticas de Milei y eso es algo que va creciendo lentamente”, se recibe por respuesta. Pero de inmediato surge la salvedad. “Pero eso no quiere decir que los que están ahora en contra de Milei a la hora de la votación lo vayan a hacer por el peronismo. Siguen muy enojados con el gobierno anterior y con la situación que dejó, porque tampoco obtuvieron las respuestas que necesitaron”.
Diferentes voces coinciden en señalar que “para la mayoría de las personas es muy difícil salir la coyuntura, porque los problemas son cada día más agobiantes. Temas como el narcotráfico, que afecta a los jóvenes y la situación de los viejos son cada día más angustiantes. Los obispos se han pronunciado sobre estas cuestiones, pero nadie escucha los reclamos” admiten.
La mayoría de los entrevistados no oculta su cercanía con el peronismo en términos generales y con la alianza Fuerza Patria, en este caso en particular. “Porque si preguntás en los barrios la gente te sigue diciendo que es peronista, aunque después manifieste bronca y te diga que no va a votar o que no le interesa más la política”. Pero también advierten que un problema es que “siguen los acuerdos de cúpula” de la dirigencia y que “no hay armado en el territorio”.
Nadie se anima a hacer un pronóstico respecto del resultado electoral. Las respuestas oscilan entre “hay que esperar porque la campaña recién comienza”, “todo es imprevisible” hasta “puede depender de muchas variables: el nivel de participación, la bronca de la gente por la situación económica… y hasta de las consecuencias que pueda acarrear una campaña electoral que, sin duda, será muy sucia”, afirman distintos entrevistados.
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