La película que protagonizamos  


Una multitud marchó hacia Plaza de Mayo el miércoles cuestionando la detención arbitraria e injusta de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. El juicio, plagado de irregularidades, debería dar lugar a nuevas instancias en las que se cumplan y respeten todas las garantías constitucionales.

La marcha fue muy importante desde todo punto de vista. Estuvieron prácticamente todos los sectores políticos, sociales, sindicales y culturales que componen el amplio campo nacional, popular y democrático. Por supuesto, entre ellos hay y habrá diferencias. Pero tendremos que resolverlas: dentro de la multitud que se movilizó a Plaza de Mayo estaban la mayoría de las partes que deberán confluir en un frente común para derrotar al actual modelo.

En las próximas elecciones, es imprescindible encontrar el camino para armar propuestas unificadas entre todos los sectores representados. Los plazos electorales obligan porque establecen fechas que cumplir. El objetivo es construir un frente en el terreno de la acción política y, en simultáneo, trasladar ese frente al campo de lo electoral. La marcha es una foto, pero no es la película. La película será la sucesión de fotos que tenemos que continuar construyendo.

Cristina tiene un rol gravitacional en la política argentina desde hace años. No hay ninguna razón para pensar que no lo seguirá teniendo. Probablemente, ese rol se sostendrá en un acuerdo con otros sectores. Lo importante es estar unidos detrás de un proyecto transformador, que exprese el conjunto de demandas fragmentadas que se multiplican en la medida que el gobierno despliega su modelo de país.

Hay una necesidad objetiva de que nuestro espacio unifique su representación. No veo muchas posibilidades de transitar otro camino. Es probable que no todos quedemos enteramente conformes, pero todos estaremos en condiciones de contribuir, con lo que se cede y con lo que se gana, a la construcción de la unidad imprescindible para ponerle un límite al proyecto libertario.

No podemos naturalizar lo que ha sucedido con Cristina. El daño al funcionamiento democrático es enorme. Estamos ante un proceso judicial plagado de irregularidades, que culmina con una Corte Suprema de sólo tres miembros tomando una decisión de una magnitud tal como es proscribir y quitarle la libertad a una expresidenta.

La Argentina necesita Justicia independiente, defender la división de poderes y la calidad institucional. Que el Parlamento sea respetado y no maltratado y que los Decretos de Necesidad y Urgencia se dicten cuando haya verdadera necesidad y urgencia. Tampoco los vetos deberían ser utilizados constantemente para anular leyes, porque no hay poder del Estado más democrático que el Poder Legislativo. En él están expresados los territorios, los sectores sociales, los distintos partidos políticos, las distintas representaciones de la sociedad.

De lo que estamos hablando es de la batalla cultural que se manifiesta de muy distintos modos: por ejemplo, cuando jubilados y jubiladas están a punto de ser reprimidos marchando sobre la vereda y alguien dice que no los pueden reprimir porque no están en la calle, se estaría aceptando que si estuvieran en la calle sería aceptable que los reprimieran. En realidad, no está bien que los repriman en ninguna circunstancia.

Lo mismo sucede con los disparos de gases lacrimógenos. Algunos dicen: las fuerzas de seguridad tiran en línea recta y no en 45 grados como establece el protocolo. De nuevo: lo que no debería pasar es que tiren en cualquier circunstancia. Se van haciendo concesiones, casi siempre sin darse cuenta, ocupando una posición crecientemente defensiva. Es necesario salir de ese lugar.

Lo que está en discusión es el sistema democrático. En su defensa deberíamos estar todos y todas de acuerdo: sin fisuras y sin matices.

La expresidenta ha dicho hace un tiempo: “no vienen por mí, vienen por ustedes, por los salarios, los derechos de los trabajadores, de los jubilados”. Recientemente, el miércoles de esta semana, en la Plaza de Mayo colmada por los manifestantes, se la escuchó afirmar: “¿saben por qué no me dejan competir? Porque saben que pierden (…). El verdadero poder económico sabe que este modelo no tiene futuro, sabe que se cae y por eso estoy presa”. Y agregó: “se cae no sólo porque es injusto e inequitativo, sino fundamentalmente porque es insostenible en términos económicos. Tiene vencimiento como el yogur y no es nuevo, ya lo vimos con Martínez de Hoz en el 76 y con Cavallo en los noventa”. Finalmente, su voz grabada se escuchó nuevamente el viernes en un Parque Lezama desbordado de argentinos y argentinas y con miles de banderas flameando: quieren “tapar el desastre económico y social que vive nuestro país y sufre nuestro pueblo con las políticas de Milei. Se conocieron los nuevos índices de desocupación (…) en los partidos del conurbano bonaerense, en el corazón de la industria manufacturera de la Argentina, la desocupación llegó al 9,7%, casi el 10% de las personas que viven ahí no tienen trabajo. En el Gran Córdoba (…) una cifra parecida, un 9,2%. Es decir: ya estamos casi en dos dígitos de desocupación en los principales centros industriales del país”.

El problema no es sólo la proscripción y la quita de la libertad a la expresidenta: también lo son las políticas que está implementando el actual gobierno. El proyecto de país que impulsa el oficialismo tiene tres ejes: ajuste, endeudamiento y represión. ¿Para qué necesita tomar deuda? Para contar con más Reservas. ¿Y para qué necesita tener más Reservas? Para mostrar a los acreedores que se está en condiciones de pagarles. Pero ¿cómo se les va a pagar si el país cada vez tiene más deuda? Lo que hace falta es un modelo que posibilite el crecimiento de las fuerzas productivas y, al mismo tiempo, mejore las formas de distribución de la riqueza. Por eso, como hemos dicho muchas veces, lo que es necesario es cambiar el modelo.

La contradicción es entre democracia o autoritarismo. Pero también entre dos proyectos de país: uno de concentración del ingreso y exclusión; otro de distribución del ingreso e inclusión.

La moneda está en el aire y también depende de nosotros que caiga de un lado o del otro. Estamos ante la sucesión de distintas fotos que darán forma a la película que protagonizamos. En ese marco, la unidad detrás de un proyecto transformador es un imprescindible punto de partida para que la película tenga un final feliz.

* Diputado nacional Unión por la Patria y presidente del Partido Solidario



Fuente: www.pagina12.com.ar

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