Las huestes emponchadas de las tribunas de la Sociedad Rural Argentina ratificaron ayer la línea de conducta histórica de la patronal agropecuaria. En las mismas gradas de las que bajaron aplausos para Juan Carlos Onganía o Jorge Rafael Videla durante sus respectivas dictaduras, o abucheos para el presidente radical Raúl Alfonsín en 1988, celebraron ayer las menciones de los oradores centrales a la proscripción de Cristina Fernández de Kirchner. «Si algo me faltaba para saber que estoy del lado correcto de la historia y de la vida es ver y oír cómo festejan que esté presa tanto en la Sociedad Rural como el embajador propuesto por Trump», contestó la expresidenta. “No es sólo un problema de plata. Es una cuestión ideológica de una minoría que siempre se siente incómoda con las mayorías populares y con la democracia”, sumó Leopoldo Moreau, diputado de origen radical de Unión por la Patria. Su par Juliana di Tullio agradeció como peronista “el gesto de claridad”.
Tanto el presidente Javier Milei como el titular de la Rural, Nicolás Pino, fueron incapaces de ocultar su desprecio por la dirigente política que obsesiona desde hace casi 20 años.
El hombre que en octubre, a sus 55 años, podrá evaluar por primera vez en su vida la respuesta en términos de votos a su gestión de gobierno, aludió con su rigor habitual a la “doblemente condenada (sic) y ahora presidiaria”, sin nombrar a la ex jefa de Estado por su nombre.
“El partido del Estado cree que ustedes deben subordinarse eternamente a subsidiar a las decrépitas industrias infantes de la casta. Ellos piensan que, como sector, no valen nada, que solo extraen una renta de un activo fijo. Recordemos la fijación que tenía la doblemente condenada y ahora presidiaria, al llamar yuyo al producto que había financiado toda su aventura colectivista” (sic), bramó, e hizo una pausa para esperar la respuesta. La distinguida platea aplaudió sonriente y no faltó quien revoleara un poncho.
Minutos antes había sido Pino quien elogió “la actuación independiente de la Justicia, manifestada recientemente en el cumplimiento efectivo de la condena de una ex presidente de la Nación”. Milei fue de los primeros en aplaudir, seguido por Jorge Macri, el alcalde porteño al que volvió a ignorar olímpicamente.
“El titular de la Sociedad Rural, Nicolás Pino no podía dejar de seguir la tradición de alguno de sus predecesores, en este caso, celebrando la proscripción del líder del movimiento popular argentino”, hizo notar Moreau antes de recordar otras grandes ovaciones en la pista central de Palermo.
“También ocurrió cuando recibieron al dictador Onganía, que ingresó en un carruaje conducido por lacayos con librea a poco de derrocar al Presidente Arturo Illia, con un golpe que fue planificado en la casa de Faustino Fano, presidente de la Sociedad Rural en aquellos años”, hizo historia desde un posteo en redes sociales.
“Si de ovaciones se trata, mucho más celebratorias fueron las que le brindaron, en ese mismo lugar, a Jorge Rafael Videla. Distinta fue la chiflatina que promovieron contra el padre de la democracia, Raúl Alfonsín, que había impuesto retenciones de sólo el 8%, un porcentaje bastante menor que el que todavía le mantiene a Milei”, comparó.
“No es sólo un problema de plata. Es una cuestión ideológica de una minoría que siempre se siente incómoda con las mayorías populares y con la democracia. Primero festejó el fallo Peter Lamelas, ahora lo hace Nicolás Pino. Está todo dicho”, concluyó Moreau.
“Creo que el gesto más honesto de esta mañana en la inauguración de la muestra de la Sociedad Rural fue el aplauso a la detención ilegal de la principal opositora a las políticas de ajuste del gobierno de Milei. Como peronista agradezco el gesto de claridad”, ironizó Di Tullio en otro posteo, que cerró con los dedos en V.
“En el día que recordamos a Evita, la misma Sociedad Rural que la odiaba, manifiesta públicamente el mismo odio hacia Cristina Kirchner”, comparó otra diputada peronista, Florencia Carignano. “Los mismos que celebraban la muerte de Evita, celebran que Cristina está presa. A Evita la conocen en el mundo entero, es película, musical, nombramos a nuestros hijos con su nombre. Con Cristina ya pasa lo mismo y se va a acrecentando a medida que pasa el tiempo”, apuntó. “A estos ni las vacas los reconocen. Odiadores intrascendentes, sin nombre ni historia”, los despachó.