La primera llegó este martes con el anuncio del regulador monetario de que el «crawling peg» pasará del 2% al 1% mensual en febrero y la segunda, va un poco más lenta, pues la intervención de la administración actual en el tipo de cambio resulta tan obvia como la anterior y esto genera preocupación en el mercado, que vislumbra que, si no se sale del cepo en abril o mayo con el ingreso de la cosecha gruesa, habrá restricciones (cepo) para rato, lo que dejaría al Gobierno en falta con una de sus mayores promesas de campaña.
La efectividad de estas medidas, sin embargo, depende de múltiples factores que van más allá de los ajustes técnicos que pueda hacer el equipo económico, ya que, en el contexto económico argentino, asumir que las variables clave se mantendrán inmutables es un enfoque que subestima la volatilidad intrínseca del mercado local: las fluctuaciones cambiarias, las expectativas inflacionarias y las tensiones políticas son fuerzas dinámicas que desafían constantemente la formulación de políticas económicas y la planificación financiera.
La medida bajo la lupa de los analistas
Como bien explica el asesor de inversiones, Gastón Lentini, en declaraciones a Ámbito, la baja del «crawling peg» tiene por fin cumplir el “job description” del presidente Javier Milei, que tiene como primer punto bajar la inflación y, «desde ese lugar, tenemos que comprender la decisión».
El estratega ratifica que la medida da lugar a que, si la devaluación es menor que la inflación, lo que conviene para el inversor es estar posicionado en pesos y hacer tasa, para ganar en dólares, «aunque eso de ser competitivos internacionalmente está abajo en la lista, después de bajar la inseguridad y sacar gente de la pobreza».
Para Pablo Repetto, jefe de Research en Aurum Valores, la sostenibilidad de esa suerte de estabilización lograda hasta ahora dependerá mucho de qué haga el equipo económico con la tasa en pesos. Explica en declaraciones a este medio, que al no bajar el índice de política monetaria después de reducir el crawl, implicaría que el Estado se va a estar endeudando a tasas en moneda dura muy altas».
Y es que, si bien no se mencionó un ajuste en la tasa de política monetaria, el mercado espera un posible recorte esta semana. «A priori, parece demasiado arriesgado haber bajado el «crawl» sin que se hayan cumplido las condiciones de inflación que había anunciado» el propio Gobierno, analiza Repetto. Y agrega que, «además en el contexto global, donde hay depreciación de monedas, se suma un factor adicional a la apreciación del peso».
Lentini agrega que sin duda la medida tendrá un impacto negativo para las industrias, aunque de forma distinta según el sector y la región del país. Pues, la lectura que hace el experto es que la política nacional parece estar más orientada a proteger a las personas, brindarles mayor poder adquisitivo a través de sus salarios, que a proteger a las pymes o empresas que no lograron adaptarse a lo largo de las décadas.
«Estas empresas, que han estado en una situación cómoda durante un largo tiempo, ahora se enfrentan a la necesidad de ajustarse, lo que podría incomodar a muchos y dejar a varios fuera de juego», desliza.
Los instrumentos en pesos
Mariano Ricciardi, CEO de BDI Consultora, matiza con los diagnósticos anteriores y sostiene que, a partir del primero de febrero, el «crawling peg» al 1% va a ser el ancla contra la inflación. El experto recuerda que este miércoles se van a licitar nuevas Letras capitalizables del Tesoro (Lecaps) y Bonos Capitalizable (Boncaps) y que el resultado seguramente va a ser bueno para luego anunciar una baja de las tasas de interés, la de política monetaria y que sirve como parámetro para los plazos fijos.
Ricciardi calcula que el recorte no será en la misma proporción porque van a tener que mantener la tasa real positiva, es decir, la tasa de política monetaria, la que rinde un plazo fijo, tiene que mantenerse por encima a la inflación y la tasa de devaluación que va a ser el 1%, entonces quizá este miércoles la tasa de interés que está sobre el 3,2%, baje al 2,8% o 2,7%, lo cual hace atractivo estar en pesos para cuando llegue la quita del cepo.
El estratega agrega que, además, el dólar se vuelve un tema complicado, ya que está barato a nivel regional. Pues todos los países latinoamericanos y México están devaluando sus monedas, mientras que el peso argentino permanece fijo. Esto genera una presión adicional de devaluación entre los países vecinos.
«Si no ajustamos el tipo de cambio, perderemos competitividad. La dinámica de querer reducir la nominalidad de la economía, bajar la inflación y mantener el dólar estable se vuelve muy compleja, en particular, cuando las monedas de los países vecinos se están depreciando», analiza Ricciardi.
Y es que, llegado a este punto, mantener tasas reales positivas sin devaluar es un desafío. Por eso, los expertos recomiendan a los inversores conservadores y moderados que, en lugar de mantenerse en pesos, empiecen a dolarizar sus carteras ante un posible ajuste del dólar debido a la pérdida de competitividad, «ya que el dólar ya está muy rezagado», concluye Ricciardi.
Lentini concluye que los instrumentos a tasa fija sostendrán la alta demanda a medida que se liciten, mientras el sistema aún se termina de adecuar a poder realizar transacciones con «más libertad directamente con dólares desde las Cuentas Especiales de Regularización de Activos (CERA)». Sucede que ese proyectó que prometieron las gestoras de tarjetas de crédito para el año pasado, se demoró, según palabras de Federico Sturzenegger, para este trimestre, un factor que se torna fundamental para seguir el proyecto que permita “dolarizar con la nuestra”.