La escena actual parece guionada por el enemigo. Mucho de lo que se está viendo en las últimas semanas a nivel financiero y cambiario era esperable verlo pocas semanas antes de las próximas elecciones. Pero a esta altura, genera mucha sorpresa y confusión. Desde antes de fines del mes pasado, los encuentros presenciales y virtuales entre inversores, asesores, consultores y clientes se intensificaron. Era algo que tradicionalmente es lógico ver, por la intensidad, más adelante, cuando comienza la tradicional época de planeamiento de los presupuestos de las empresas. Reconocen en las reuniones que reina una especie de manto de neblina generalizado sobre hacia a dónde se dirige el mercado, y en particular, el tándem Caputo-Bausili.
Decía un operador que, por ahora, la pulseada la está ganando el BCRA al ver las pantallas de los futuros de dólar y spot. Pero, en realidad, los que pierden son siempre los mismos, reconocen los hombres del mercado. Son siempre aquellos que ven la fiesta desde afuera, como esas cosas que nunca se alcanzan, «la ñata contra el vidrio», diría el gran Discépolo.
A estos niveles de tasas es difícil mirar otras opciones en el corto plazo, por más que el mercado las considere transitorias, señalaban en un «conference call». Por lo pronto, hoy el mercado amanece diariamente con alguna que otra medida, ventanilla o licitación fuera de agenda. Son momentos para evaluar los pasos a seguir, por más que los cantos de sirena del «carry trade» obnubilen la toma de decisiones de inversión, aconsejó uno de los últimos dinosaurios de la city.
Lo cierto es que, en general, nadie vaticina un descalabro mayor a poco más de dos meses y medio de las elecciones. A capa y espada el equipo económico defenderá la desaceleración inflacionaria, el resto, Dios proveerá después. Es más, los analistas políticos son contemplativos sobre el resultado de las elecciones para el oficialismo, incluso los más afines auguran un saldo positivo.
Entre pases, licitaciones y apretón monetario
Explicaba un economista, ex BCRA, en la mesa de una gestora boutique que, en un nuevo giro en el manejo de la política monetaria, el BCRA reabrió una ventanilla de liquidez diaria para que los bancos puedan estacionar los excedentes al cierre de cada día, así bajar la volatilidad de la tasa de corto plazo. Pero en paralelo, el Tesoro enfrentó la licitación con la mira puesta en renovar vencimientos más allá de las elecciones (vencían $15 billones, un tercio de la Base).
Según el jefe de la mesa, esto lucía algo complicado porque el mercado estaba necesitando liquidez. Al final, el rollover fue del 64% ($9,1 billones) y todo para después del 26 de octubre, y en esto tuvo mucho que ver la nueva operatoria de Pases. ¿Por qué? Según señaló el experto, debido a que hubo un tramo corto con muy poca oferta y el Tesoro tenía que convalidar premio para no dejar pesos excedentes.
El balance final, por ahora, continúa con la volatilidad de tasas nominales y tasas reales muy altas. Destacaron que el salto de las tasas tuvo un impacto significativo sobre todo aquello que tuviera algo de «duration», y solo el tramo más corto de LECAP evitó caer en negativo, mientras que dentro de la curva CER, lo más afectado fue el tramo medio y largo.
¿Y el dólar?
Al respecto, comentaron que el BCRA mantuvo la estrategia de intervenir en aquellos contratos en que el precio estaba por afuera del techo de la banda proyectada, aunque, de todos modos, vieron un incremento en el interés abierto en los meses de más candombe electoral.
En cuanto a los soberanos «hard dollar», muy alineados con los emergentes, con algún que otro premio en el tramo corto y medio, donde la acumulación de divisas para el pago de enero 2026 genera un impacto positivo relevante y no afecta tanto el eventual ruido electoral que pueda aparecer en las próximas semanas.
Al decir de Arriazu, en MegaQM, los dólares no son el problema. De una u otra forma, el Gobierno tiene las divisas para afrontar los compromisos, total todos los últimos gobiernos hicieron lo mismo, en referencia a usar las reservas ajenas. Por eso alertó que el sucundum podía desatarse por el lado del embrollo del mercado monetario de pesos.
Desde otra mesa vivieron esta agitada semana para los pesos, luego del apretón monetario que está realizando el BCRA (suba de encajes retroactiva para más que compensar la expansión resultante de la última licitación), destacando que el aumento en los encajes le generó a las entidades financieras un rojo equivalente al 4,1% de los depósitos de pesos, por eso los bancos tuvieron que salir a buscar $6 billones adicionales para cubrir las posiciones de efectivo mínimo en la cuenta corriente del BCRA.
La lectura que hicieron fue que la medida apunta a un objetivo electoral: contener el dólar, y no a cumplir los objetivos monetarios establecidos con el FMI. Si bien la barrida de los pesos ayudó a reducir la liquidez sobrante, tuvo su lógico correlato en la suba de las tasas de interés y en volver a rearmar el carry trade con un dólar a la baja.
Por tratarse de una mesa de un importante banco privado, hicieron hincapié en que la medida implica un fuerte encarecimiento del crédito, por lo tanto, un consecuente y esperable impacto negativo en la actividad, que ya venía estancada desde febrero y, a la vez, un menor traspaso del salto en el dólar a la inflación.
Un operador aportó la última estimación de Eco Go, cuyo relevamiento de precios minoristas de la segunda semana de agosto arrojó una variación semanal de alimentos de 0,6% y la proyección de agosto de 2%, datos que van en línea con la estabilización del dólar que contribuyó a limitar el “pass-through”, aunque también la mayor apertura comercial y la caída en la demanda comprimen márgenes.
Un brindis con oro y plata
Una reunión fuera de agenda en cercanías de la Residencia de Olivos: un grupo de economistas y financistas celebraban el dato del IPC de julio como un gol olímpico, sobre todo de la núcleo (1,5% mensual, el más bajo desde enero 2018). Pero reconocían tener el foco en las tasas de interés en pesos y las condiciones de liquidez.
Los más ortodoxos anti-K bramaban que la gente, el mercado y los medios no entendían nada: sin convalidación monetaria, es imposible que reviva la inflación. Obvio, todos fans de la teoría cuantitativa del dinero.
Para ellos, hay cierto desconcierto respecto a las expectativas inflacionarias por parte de la gente. Comulgan con la idea de que la inflación que hoy corre por debajo del 2% irá al 0% el año que viene. Confían en el team del «Toto».
Uno de los comensales tiró sobre la mesa un estudio del Deutsche Bank que analizó las tasas de inflación promedio en 152 países desde 1971 y encontró que ninguna economía, desarrollada o no, ha mantenido con éxito una tasa de inflación del 2% a largo plazo. El más cercano fue Suiza, con un promedio de 2,2%, seguido de Alemania y Japón. También se explica por qué el yen japonés y el franco suizo se consideran monedas de refugio seguro confiables: tardan 32 años en depreciarse un -50%.
Lo que vieron al comparar con la performance del oro y la plata es que todas las monedas pierden rápidamente su valor en términos de poder adquisitivo, excepto las monedas de oro y plata, que no solo han protegido el poder adquisitivo, sino que lo han multiplicado. Vale señalar que el portador del estudio gestiona un ETF global de metales.