La inflación oficial de junio marcó 1,6%, según informó el INDEC. Sin embargo, para quienes alquilan, ese número suena a ficción. Un relevamiento de Inquilinos Agrupados, elaborado en base a datos oficiales, reveló que los precios de los alquileres aumentaron entre 4,5% y 8,6% en todo el país, con subas muy por encima del promedio general.
Mientras el gobierno festeja cifras de una inflación controlada y asegura que “la economía se está estabilizando”, el drama del mercado inmobiliario sigue desbocado. La región más golpeada fue la Patagonia, donde el valor de los alquileres trepó un 8,6% en un solo mes. Le siguieron el Noreste, con 8,2%; la región Pampeana, con 6,4%; Cuyo, con 5,6%; y el Gran Buenos Aires, que registró un incremento del 4,5%.
Los inquilinos pagan el ajuste
“Dicen que la inflación bajó, pero al renovar contrato te aumentan igual. Y más”, contó Luciana a Página 12, inquilina en San Telmo, al resumir lo que viven miles de familias en el país. Desde la derogación de la Ley de Alquileres y con un mercado completamente desregulado, los valores se pactan sin referencia ni límite, generando aumentos que superan en hasta cinco veces la inflación mensual oficial.
Desde Inquilinos Agrupados advierten que en este escenario más de la mitad del salario promedio de una familia se destina solo al alquiler, dejando al resto de los gastos esenciales en la cuerda floja.
El dato que Milei no muestra
Si bien las cifras oficiales muestran una inflación controlada, la realidad cuenta otra historia. Porque en la calle, en las inmobiliarias de barrio y en los grupos de alquileres, los precios se disparan sin freno y sin control.
El informe de Inquilinos Agrupados expone que los aumentos de alquileres duplicaron o incluso quintuplicaron la inflación en varias regiones del país. Y aunque los números del INDEC muestran una desaceleración, la recesión del consumo es inocultable, con persianas bajas, comercios vacíos y una crisis habitacional que ya dejó de ser un drama individual para transformarse en una verdadera emergencia social.
Mientras el alquiler se vuelve un lujo inaccesible para amplios sectores de la clase media y trabajadora, el Gobierno sigue repitiendo que “la inflación está bajo control”. La combinación de precios desbordados, salarios planchados y consumo en picada tensiona al límite la vida cotidiana, en una economía que –aunque los números oficiales intenten maquillarla– profundiza su deterioro mes a mes.