El cambio de curso del nuevo Gobierno checo encabezado por Andrej Babis podría socavar la ayuda y el financiamiento de Occidente a Ucrania y convertir al país en una fuente de incertidumbre al respecto dentro de la Unión Europea (UE), reporta Berliner Zeitung.
El entrante primer ministro de la República Checa, el país que hasta ahora era uno de los más acérrimos aliados de Ucrania, ha formado un gobierno con fuerzas conservadoras, de derecha y euroescépticas que incluso podría plantear la cuestión de la permanencia en la UE y la OTAN. El año pasado, Praga adquirió 1,5 millones de proyectiles de artillería, y estaba previsto que otros 1,3 millones se entregaran a Kiev antes del otoño de 2025. Además, el país utilizó una red internacional de empresas armamentísticas privadas y obtuvo aproximadamente 4.500 millones de dólares para el programa de municiones de unos 15 países socios.
No obstante, Babis criticó este programa durante la campaña electoral y lo calificó de ser «excesivo y opaco«, por lo que, si bien todavía no se ha emitido ninguna declaración sobre si el programa se reformará o se anulará, se espera que la República Checa aseste «un duro golpe» al suministro europeo de municiones a Ucrania con su nueva política respecto al conflicto.
A principios de octubre, Andrej Babis ya declaró que su país no destinará fondos de su presupuesto para armar a Ucrania si su partido ANO (Acción de Ciudadanos Insatisfechos) llega al poder. De igual modo, se opuso a la adquisición de municiones para Kiev, insistiendo en que la compra de armas debería organizarse y pagarse directamente a través de la OTAN.
El político recordó que su nación aporta 60.000 millones de coronas (unos 2.800 millones de dólares) al presupuesto de la Unión Europea (UE), que, a su vez, proporciona asistencia financiera y militar a Kiev. «No le daremos ni una sola corona [del presupuesto] a Ucrania para armas», aseguró. «No tenemos dinero para la República Checa. Creo que hemos ayudado a Ucrania directamente y ahora recibirá ayuda a través de la UE», aseveró.
«Fuente de incertidumbre»
A su vez, el nuevo presidente de la Cámara de Diputados del país, Tomio Okamura, retiró la bandera ucraniana que llevaba tres años colgada en el edificio del organismo como una de sus primeras acciones en el cargo. «Es un símbolo concreto. La bandera ucraniana fue retirada del edificio de la Cámara Baja checa por orden mía, y solo tardó unos segundos», afirmó el legislador, subrayando que ahora la República Checa es «lo primero«.
El giro en la política checa se produce en medio de las consultas dentro de la UE en torno a la confiscación de los activos rusos congelados para financiar con ellos un «préstamo de reparación» a Kiev por valor de 140.000 millones de euros (unos 160.000 millones de dólares) y el megaescándalo de corrupción desvelado en Ucrania, que involucra al círculo cercano de Vladímir Zelenski. «Irónicamente, Praga, que en su día fue un aliado incondicional, podría convertirse ahora en fuente de incertidumbre para los más firmes defensores de Ucrania», señala el medio.
