La historia de la minería en San Juan no solo se cuenta a través de sus yacimientos y fundiciones, sino también por los métodos que permitieron transformar la roca en riqueza. Desde los rudimentarios sistemas de amalgamación con mercurio hasta las modernas plantas de lixiviación con cianuro, la evolución tecnológica ha sido clave para el desarrollo del sector.
Durante el siglo XIX, el método más utilizado para recuperar metales preciosos como el oro y la plata fue la amalgamación, que consistía en mezclar el mineral molido con mercurio. Este metal líquido se unía químicamente al oro o la plata, formando una amalgama que luego se calentaba para separar el mercurio por evaporación. En San Juan, este sistema fue aplicado en las primeras explotaciones de Huachi, Hualilán y especialmente en Hilario, donde se instalaron tinas de amalgamación y hornos de refina. Aunque eficaz, el proceso era lento, costoso y altamente contaminante, ya que el mercurio afectaba tanto a los trabajadores como al ambiente.
La fundición fue el siguiente paso en la evolución técnica. En Hilario, por ejemplo, se utilizaban hornos de reverbero y de manga castellano para calentar el mineral a altas temperaturas y separar los metales. Este método permitía procesar grandes volúmenes y obtener plomo argentífero, aunque requería mucho combustible (carbón vegetal) y mano de obra especializada. La planta de Hilario llegó a tener capacidad para procesar 200 quintales diarios, aunque solo se alcanzaban 60 por problemas logísticos. Aun así, fue considerada la más avanzada del país en su tipo.
Con el avance del siglo XX, la minería sanjuanina incorporó la lixiviación, un proceso químico que utiliza soluciones —principalmente de cianuro— para disolver el oro y la plata directamente desde el mineral triturado. Este método, más eficiente y menos dependiente de la fundición, permitió recuperar metales de baja ley y operar a mayor escala. La lixiviación se convirtió en el estándar de la minería moderna, aplicada en proyectos como Veladero, Gualcamayo y otros emprendimientos metalíferos de gran envergadura. Aunque más eficiente, también trajo nuevos desafíos ambientales, lo que impulsó el desarrollo de protocolos de seguridad y monitoreo.
La evolución de los métodos de extracción en San Juan refleja la capacidad de adaptación del sector minero a los avances científicos, las condiciones geográficas y las demandas del mercado. Cada técnica dejó su huella: la amalgamación como símbolo de los inicios, la fundición como salto técnico, y la lixiviación como revolución química. Hoy, la minería sanjuanina se enfrenta al desafío de combinar eficiencia con sustentabilidad, y mirar hacia el futuro sin olvidar el camino recorrido.