Una somera comparación entre las mayores tecnológicas globales versus las compañías que marcaron la historia del mundo brinda un simple panorama de quién es quién y quién fue quién
Hace poco el mercado celebraba que la tecnológica Nvidia lograba alcanzar la marca récord de u$s4 billones de capitalización bursátil, y unas semanas después se le unía el otrora gigante tecnológico Microsoft. El auge del negocio tecnológico mundial encumbró a las llamadas “7 Magníficas” a la cima de las valoraciones de mercado global. Así Nvidia, Microsoft, Apple, Amazon, Alphabet (Google), Meta (Facebook) y Tesla redefinieron el dominio del mercado y hoy presumen de sus mega-millonarias valuaciones bursátiles. Sin embargo, al compararlas con quienes fueran los titanes de la historia, apenas le llegan a la cintura y a los tobillos. Según los estándares actuales, y gracias a las prácticas monopólicas y la especulación, las históricas empresas de los siglos XVII y XVIII llegaron a valer billones de dólares, muy por encima de los récords actuales. De acuerdo con datos de la gestora y asesora financiera The Motley Fool (TMF), de los hermanos Gardner, actualizados por Visual Capitalist-Voronoi (VC-V), la capitalización de mercado de las acciones de las “Magnificent Seven” son inferiores a tres de las empresas más grandes de la historia: Dutch East India Company (La Compañía Holandesas de las Indias Orientales), Mississippi Company (La Compañía de Mississippi) y South Sea Company (La Compañía de los Mares del Sur).
Según los cálculos de TMF y VC-V a valores de hoy, La Compañía Holandesa de las Indias Orientales de 1637 valdría unos u$s10,15 billones, La Compañía de Mississippi de 1720 unos u$s8,35 billones y la de los Mares del Sur en 1720 unos u$s5,52 billones. Cuando la mayor de las “7 Magníficas” hoy vale poco más de u$s4 billones, algo similar Microsoft, Apple poco más de u$s3 billones, Amazon u$s2,40 billones, Alphabet u$s2,25, Meta u$s1,77 y Testa poco más de un billón de dólares. De modo que la VOC, fundada en 1602, sigue siendo la más grande de la historia al alcanzar una valoración máxima de más de u$s10 billones a precios de hoy.
La Bolsa de Ámsterdam y la VOV: ¿cómo fue su historia?
En el corazón de aquella próspera Ámsterdam, en 1602, se erigió un edificio que cambió para siempre la manera en que se entiende y se hacen los negocios: la Bolsa de Ámsterdam, la primera bolsa de valores formal del mundo. Si bien para la gran mayoría de la gente, la historia del “trading” evoca imágenes de Wall Street en Nueva York o de la Bolsa de Londres, pocos conocen que Ámsterdam, ciudad famosa por sus canales y tulipanes, fue el verdadero epicentro del comercio financiero moderno. En esta ciudad, la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, conocida como la VOC (Vereenigde Oostindische Compagnie), tomó una decisión revolucionaria que sentaría las bases del mercado de valores tal y como se lo conoce en la actualidad. La VOC no era una empresa cualquiera. Fundada a comienzos del Siglo XVII, se convirtió rápidamente en una de las corporaciones más poderosas y ricas de su época, con el monopolio del comercio en Asia.
Pero lo que la hacía realmente excepcional era su estructura financiera innovadora: en lugar de depender únicamente de la inversión de unos pocos ricos, la VOC decidió recaudar capital ofreciendo acciones al público general. Esta decisión fue clave. Por primera vez, cualquier ciudadano con un poco de dinero podía convertirse en inversor y poseer una parte de una empresa que operaba al otro lado del mundo. En 1602, la VOC recaudó suficiente capital para crear posteriormente un conglomerado multinacional de alcance global, con más de 70.000 empleados en su apogeo. Así los inversores compraban acciones de la VOC y recibían a cambio un documento que certificaba su participación en la empresa. A medida que la compañía prosperaba, los beneficios se distribuían en forma de dividendos. Así nació el concepto de compartir el riesgo y la recompensa, un principio fundamental en el mundo del “trading” y las inversiones.
Además, la creación de la Bolsa de Ámsterdam no solo facilitó la compra y venta de estas acciones, sino que también permitió la aparición de un mercado secundario. Aquí, los inversores podían comerciar acciones entre sí, establecer precios y especular sobre el valor futuro de las empresas. Este dinamismo atrajo a todo tipo de personajes: desde comerciantes experimentados hasta aventureros y especuladores. Las vibrantes discusiones y las acaloradas negociaciones en las calles y cafés de Ámsterdam dieron vida a un mercado financiero activo y en constante evolución. Pero la Bolsa de Ámsterdam no solo cambió la manera en que se realizaban los negocios, sino que también democratizó la inversión. Antes de su creación, solo los muy ricos podían participar en grandes empresas comerciales. Ahora, cualquier persona con suficiente visión y capital podía invertir, diversificando su portafolio y, potencialmente, aumentar su riqueza. Este acceso más amplio a las oportunidades de inversión fomentó un espíritu emprendedor y ayudó a alimentar la edad de oro de los Países Bajos. Sin embargo, no todo era perfecto. La Bolsa de Ámsterdam también fue escenario de las primeras burbujas financieras y las primeras crisis de mercado. Uno de los ejemplos más notorios fue la «Tulipomanía» de la década de 1630, cuando la especulación desenfrenada en los precios de los bulbos de tulipanes llevó a una burbuja que finalmente estalló, causando pérdidas financieras significativas. Este episodio fue una lección temprana sobre los peligros de la especulación excesiva y los riesgos inherentes del mercado.
La VOC con el respaldo de estatutos gubernamentales y monopolios globales controlaba gran parte del comercio de especias, lo que le otorgó un poder económico inigualable en su época, podía adquirir productos exóticos, establecer colonias, crear fuerzas militares e incluso iniciar guerras en todo el mundo. A pesar de sus 200 años de trayectoria como el mayor gigante comercial de Europa, el pico especulativo de las perspectivas de la compañía coincidió con la fiebre de los tulipanes en Holanda en 1637. Durante esta época de efervescencia, la VOC valía 78 millones de florines holandeses, lo que equivale a u$s10,2 billones actuales.
¿Quiénes fueron las otras dos mayores empresas de la historia?
Hubo otras dos empresas históricas que integran esta tríada junto a la VOC y que fueron protagonistas de las burbujas especulativas del siglo XVIII: la Mississippi Company y la South Sea Company, que alcanzaron su punto máximo en 1720 en medio de esas enormes burbujas especulativas. En sus momentos de máximo auge, sus valoraciones alcanzaron los u$s8,35 billones y los u$s5,52 billones, respectivamente. Sin embargo, ambas se desplomaron poco después, sirviendo como ejemplos tempranos de euforia del mercado e inestabilidad financiera. Por ejemplo, la Compañía de Mississippi era una empresa comercial francesa con derechos exclusivos para desarrollar los territorios franceses de Mississippi y Luisiana. Los inversores se sintieron atraídos por la especulación sobre la vasta riqueza de los recursos naturales de Luisiana (por ejemplo, el oro), pero nunca obtuvieron beneficios.
Durante la era de la navegación a vela, «realmente grande» significaba algo que valía millones de libras esterlinas, y dos compañías destacaron del resto, aunque no por razones especialmente positivas. Dos burbujas se formaron en 1720 en torno a sociedades anónimas especulativas que prometían capitalizar el comercio con el continente americano. Entre ambas, las Compañías del Misisipi y la de los Mares del Sur alcanzarían un valor combinado de 500 millones de libras esterlinas, lo que dio origen a los términos «millonario» y «burbuja».
Esto ocurrió en 1720, cuando la esperanza de vida promedio de una persona era inferior a 40 años y podía tener suerte si ganaba algo de dinero. El valor económico real de las dos compañías en su apogeo superaría hoy los u$s14 billones. Pero dado que ninguna de las dos compañías logró comerciar mucho con América, esto se asemeja más a la burbuja puntocom en un nivel híper-maníaco. Para imaginar algo similar en términos de las puntocom, habría que imaginar al director ejecutivo del sitio web de comercio de alimentos Webvan recaudando 10.000 dólares de cada persona en Estados Unidos, a cambio de derechos exclusivos de envío a la ciudad de Atenas, ejemplifican los analistas. En fin, los tiempos cambian.