En los últimos días, varios clientes bancarios recibieron mensajes como este: “Queremos ayudarte, por eso te ofrecemos la posibilidad de financiar el total de tus consumos que todavía no vencieron”. Lejos de ser un gesto aislado, la iniciativa refleja la reacción de las entidades financieras frente a un fenómeno que preocupa: el aumento de la morosidad en las familias, producto de la caída del salario real y la suba de tasas. En este marco, los bancos con mayor exposición a clientes individuales ya comenzaron a reforzar sus estrategias de “alerta temprana”.
Según datos oficiales difundidos por el Banco Central de la República Argentina (BCRA), en junio el ratio de morosidad del sistema financiero alcanzó el 5,2%, un nivel similar al registrado durante la pandemia. Por su parte, la consultora EcoGo, dirigida por Marina Dal Poggetto y Sebastián Menescaldi, reveló que los casos de irregularidad en las carteras de las entidades financieras prácticamente se duplicaron, al pasar del 7,4% en noviembre de 2024 al 14,2% en junio pasado. En las entidades no bancarias, el 14,2% se encuentra en situación de morosidad.
La suba en los niveles de incumplimiento ya está teniendo un impacto en la oferta de crédito, lo que llevó a los bancos a mostrar un mayor cuidado y selectividad al momento de aprobar nuevos préstamos. Algunas entidades, además, están ensayando nuevas estrategias para contener la morosidad. Entre ellas se destacan la refinanciación de saldos de tarjetas de crédito y la posibilidad de acceder a préstamos personales con tasas más competitivas, una medida que se encuentra bajo análisis en algunos bancos.
La morosidad de acuerdo a las líneas
“La morosidad atravesó dos o tres etapas en los últimos dos años. Primero, al inicio del Gobierno de Javier Milei, con la suba del tipo de cambio. Luego, el crecimiento del crédito permitió que la mora se redujera. Pero a partir de febrero-marzo de este año volvió a repuntar, pasando del 2%/2,5% al 5% en todo el sistema”, señaló una fuente bancaria.
No obstante, conviene detallar qué ocurre en cada segmento. Hoy los bancos no registran morosidad en créditos hipotecarios ni en clientes corporativos. Sin embargo, en este último caso la reciente suba de tasas influyó para que muchas empresas optaran por no tomar nueva deuda.
En donde sí creció la morosidad fue en los préstamos personales y consumos en tarjetas de crédito. De hecho, los créditos al consumo cayeron en los últimos dos meses – junio y julio – según datos oficiales, mientras que en agosto registró un leve crecimiento. Esta merma se vincula, tanto con la desaceleración del consumo, como con la creciente dificultad de los hogares para cumplir con sus compromisos financieros.
En el plano macroeconómico, el endeudamiento de las familias en relación con el Producto Bruto Interno (PBI) alcanzó el 5,35% en la actualidad, acercándose al máximo histórico de 6,25%, registrado en enero de 2018.
El panorama del crédito no bancario es aún más desafiante: de acuerdo con EcoGo, la morosidad en este segmento pasó de 2,9% en diciembre de 2023 a 5,2% en junio de 2024, con picos de hasta 39,6% de irregularidad en algunas carteras de banca digital y entidades no tradicionales.
El impacto de la suba de tasas y el «revolving» en las tarjetas de crédito
“El salario dejó de crecer. En las tarjetas, las tasas siguen siendo elevadas, aunque todavía no se reflejó de lleno el aumento de los intereses en el `revolving`. El gasto real comenzó a pesar más en los hogares. Los bancos más grandes, con mayor exposición a clientes individuales, son los que muestran los niveles de mora más altos, de hasta un 6%”, señaló una fuente del sistema financiero.
El «revolving bancario» refiere al uso de la tarjeta de crédito cuando, al llegar el resumen, no se cancela la totalidad del saldo o se opta por el pago mínimo. El monto pendiente se financia automáticamente al mes siguiente con interés. De ese modo, el saldo acumulado se recalcula mes a mes hasta que se abona en su totalidad. Desde mayo de 2024, tras la Comunicación “A” 8026 del Banco Central, las entidades quedaron habilitadas a fijar libremente la tasa de este financiamiento, sin tope regulatorio. Durante la pandemia, en cambio, el BCRA había limitado el «revolving» a una tasa nominal anual del 122% para saldos de hasta $200.000, en un intento por contener la mora que alcanzó entonces sus máximos históricos.
Un alivio parcial para los deudores es que la suba de tasas en el «revolving» tiene un “efecto diferido”: el impacto pleno se percibe recién a los tres meses de que se ajusta la tasa de referencia del sistema.
De todos modos, en los bancos admiten que la situación genera preocupación. Si bien la morosidad aún no compromete los balances, las entidades reconocen que debieron volverse más proactivas en el seguimiento de clientes, ofreciendo alternativas de financiación más adaptadas y limitando la exposición a riesgos excesivos. “Tenemos que ser muy responsables a la hora de otorgar crédito. Con estas tasas, quienes toman financiamiento suelen estar muy ajustados y, en muchos casos, no podrán pagar. Eso es un problema tanto para el cliente como para el banco”, concluyó una fuente del sector en diálogo con Ámbito.