
El rechazo de Ficha Limpia en el Senado fue un giro parlamentario inesperado como pocos. El shock no solo se vio en los rostros de los senadores de Unión por la Patria. Algunos de ellos, entre lágrimas, festejaron que la titular del PJ, Cristina Kirchner, podrá ser candidata en las elecciones nacionales de este año. Del otro lado del recinto también hubo asombro. En especial, entre los referentes de la UCR y el PRO, que se quedaron petrificados mirando el tablero con el resultado final. La jugada sorpresa de los misioneros, ¿significará un antes y un después en la Cámara que lidera Victoria Villarruel?
¿Nadie, salvo los dos misioneros que dieron vuelta su voto de manera sorpresiva, estaba al tanto de que la iniciativa naufragaría? Algunos senadores aseguran que conocían el desenlace de la sesión de antemano. Como fuera, hubo un pacto que se rompió entre los 38 senadores que se habían pronunciado a favor de Ficha Limpia y que habían acordado llamar a la sesión.
Pero, dejando de lado el capítulo Ficha Limpia, si bien forman parte de diferentes colores políticos, esos 38 senadores son los que le garantizan a Victoria Villarruel la puesta en marcha de la Cámara.
O, en palabras de una alta fuente del Senado, son los legisladores que garantizan (o garantizaban) el orden institucional de la Cámara. Es decir, generar una mayoría en las comisiones, autoridades y sesiones que eviten un bloqueo por parte de Unión por la Patria que, con 34 senadores, tiene un poder de fuego más que importante. Desde que asumió como vice, Villarruel se propuso que el Senado no se paralice, como ocurrió, de acuerdo a su visión, en los 4 años previos, cuando lo presidía Cristina Kirchner.
El que avisa no traiciona
“Romper acuerdos es lo peor que puede pasar en política”, dijo una fuente que conoce las negociaciones del Senado al dedillo. Y agregó: “La regla siempre es la contraria: el que avisa, no traiciona”. Esa misma fuente aseguró que “los misioneros todo el tiempo dijeron q estaban, y se dieron vuelta callados”.
Este accionar “es un golpe letal para política del recinto”, insistió. Es que, precisamente, el oficialismo tiene un margen de acción muy acotado. Con mucho viento a favor, una ley que lleve el sello del Gobierno puede reunir 38 votos.
Pero el escenario híper ajustado no es el único problema que tiene Victoria Villarruel cada vez que se decide abrir el recinto. “Con Por Santa Cruz casi no podés contar para nada porque ellos hacen la de ellos, así que, básicamente, tenés 36, o sea, estás sin quorum”, graficaron en el Senado. Es que los dos santacruceños, que en la última sesión votaron Ficha Limpia, no son garantía. Juegan de callado y, en más de una ocasión, le complicaron el panorama a los libertarios.
Y a los dos patagónicos hay que sumarle otros nombres, que no necesariamente se alinean con sus bloques. Por caso, los radicales Martín Lousteau y Pablo Blanco, o la larretista Guadalupe Tagliaferri. Con lo que ocurrió con Ficha Limpia, la lista de líberos se alarga.
Pero con un dato más: la desconfianza. El Gobierno, a espaldas, habría pactado con los misioneros. Al menos esa es la lectura generalizada en el Senado. Los mismos que “le salvaron las papas” al Gobierno en otras ocasiones: la más reciente fue que frenaron la comisión investigadora del Caso $LIBRA.
El impacto puertas afuera
Con este panorama de desconfianza, enojo y de números ajustadísimos, se avizora un escenario complicado cuando sean los senadores y no la Casa Rosada los que quieran poner en marcha la maquinaria del Senado.
Esa dificultad no se traslada a las leyes que emanen de Casa Rosada. O, al menos así lo auguran varias fuentes que participan de la mesa chica de Villarruel. “El Gobierno lo sabe perfectamente. Así que, no creo que corran tanto riesgo sus leyes”. Y añadió: “Te habrás dado cuenta que Milei maneja como quiere el margen de dos o tres senadores. Los domestica”. Aun así, esa misma fuente remató: “Es difícil llegar al recinto. Empezás a no confiar”.
Otra importante fuente del Senado tiene una mirada menos negativa: “A Victoria no le afecta en materia de control institucional del Senado y al Gobierno tampoco, porque (a los dos misioneros) los mandaron ellos”.
Aun así, subraya que “hay mucha bronca” entre los senadores del PRO y la UCR, porque el Gobierno los «usa» para que defiendan “un montón de cosas en el recinto, para después no avisar y que suceda esto”.
Al enojo y la pérdida de confianza habrá que ver si se le suma otro facto: el electoral. El armado de las listas y el desenlace de la pelea PRO-LLA podría ser decisivo para el oficialismo en un Senado en el que apenas cuenta con 6 de las 72 bancas y que aún en el mejor de los escenarios, después del recambio del 10 de diciembre, seguirá estando muy lejos del quorum propio.
Por lo que, poner en marcha el recinto seguirá siendo un desafío para Villarruel a quien, al mismo tiempo, la Casa Rosada deja afuera de cualquier tipo de conversación. Y muy en claro lo dejó Milei en la entrevista de cerca de 6 horas en Carajo: «Ese laburo [contar los votos] lo hacen Guillermo Francos y Santiago Caputo, y los votos no estaban».
El trabajo de contar los votos, tradicionalmente, lo tiene los presidentes de las cámaras, que son los que negocian con los diferentes bloques.