El recorrido del metal amarillo no solo despierta avaricia sino también algunos miedos. ¿Qué hay detrás de semejante suba? Por eso ahora los analistas se plantean si es hora de mantener posiciones, o si es momento de darse vuelta, o mejor duplicar la apuesta.
Ya no parece ser noticia, pero el oro lo hizo de nuevo, marcó otro hito: su 48º máximo histórico de 2025 al alcanzar los u$s4.176 la onza. Para dimensionar el reciente rally del metal precioso vale señalar que el paso de u$s3.500 a u$s4.000 le tomo solo 36 días. Para los expertos del mercado mundial de metales el aumento ha sido impulsado por una fuerte demanda de inversión en medio de tensiones geopolíticas, la debilidad del dólar, el recorte de expectativas de la Reserva Federal (Fed) y los riesgos del mercado de acciones y bonos.
Por lo visto hoy todos compran, no solo los bancos centrales, los fondos ETF, sino hasta los grandes inversores, e incluso los minoristas empezaron a apostar al metal precioso. Como señaló un avezado operador del mercado mundial del oro, es posible que la “burbuja” no se desinfle hasta que aparezca un vendedor de fuste, lo que no implica que si el metal está muy sobrecomprado ocurra alguna corrección. Pero mirando al horizonte, los expertos destacan que las acciones se muestran nerviosas en octubre debido a la expansión de los excesos y es probable que el oro siga siendo una buena cobertura a pesar de su espectacular suba. Si bien los modelos de asignación de oro sugieren que la tensión política, la fuerte actividad en el mercado de opciones y la debilidad de las divisas influyeron decisivamente en el rendimiento del oro el mes pasado, también reflejan que el único lastre provino de un reequilibrio y una toma de ganancias y en la caída intradiaria del 30 de septiembre, que fue rápidamente comprada.
Es sabido que el mes de octubre es conocido por grandes liquidaciones de acciones y los riesgos son bastante altos. El oro es generalmente una buena cobertura, pero puede haber inquietudes sobre su capacidad de respuesta dado lo soberbio que parece estar. Además, un dólar muy sobrevendido sigue representando una amenaza para el oro, si se materializa una restricción. Sin embargo, los modelos indican que estas preocupaciones no están justificadas y que, en ausencia de una crisis de liquidez, las credenciales de cobertura del oro permanecen intactas. Como septiembre es, en promedio, el peor mes del calendario para las acciones estadounidenses y octubre es conocido por sus grandes correcciones, lo convierte en un momento generalmente nervioso para los inversores en acciones.
¿Le queda combustible al oro en el tanque?
La probable amenaza para las acciones es aguda, dadas las elevadas valoraciones, las proyecciones de ganancias idealistas, la alta concentración del mercado, el posicionamiento extendido y las señales de alerta técnicas. En ese contexto, el oro luce como un adecuado diversificador a largo plazo y una buena cobertura a corto plazo contra las caídas de las acciones, sin embargo, dado que el oro no es una cobertura contractual, no se garantiza un buen rendimiento durante las correcciones de las acciones. Además, existe la preocupación de que el oro no responda tan fácilmente a una caída de las acciones, principalmente porque parece sobrecomprado, y desde una perspectiva táctica, el metal podría tener dificultades para encontrar compradores marginales en este escenario, incluso si el posicionamiento estratégico a largo plazo sigue siendo débil. Dicho esto, ¿le queda combustible al oro en el tanque?
Aquí surge la bipolaridad de los analistas, quienes ven un final de ciclo y quienes apuestan a la tendencia. En otras palabras, ¿mantener, vender o comprar? Pero, quizás, lo más relevante es plantear el dilema desde otra perspectiva: ¿no será el oro el «canario en la mina de carbón»? Algunos, como Alberto Cárdenas del CEIF, sostienen que el precio alcanzado por el oro refleja un nivel de sobrecompra no visto desde 1980 y recuerdan que la última vez que el oro estuvo en estos niveles de sobrecompra, la recesión fue inminente. Explican que la vez anterior fue en abril del 1973, adelantándose 8 meses a la recesión y cayendo el índice S&P500 mas de 40% en los meses siguientes. Entonces, dicen que más allá de la cobertura frente a inflación o protección frente a recesión, hay una historia de riesgo geopolítico desarrollándose no vista en al menos 50 años.
Cabe señalar que, tanto el oro como el mercado de bonos del Tesoro de EEUU, vienen reflejando el creciente malestar mundial con las políticas económicas de la administración Trump y, como sostuvo días atrás Desmond Lachman del AEI, es probable que se produzca una crisis financiera antes de un cambio de política. En ese sentido, Lachman, un sobreviviente del legendario banco de inversión de Wall Street, Salomon Smith Barney y ex funcionario del FMI, advirtió que al igual que los mineros usan a los canarios para dar una señal de alerta temprana de que algo está mal en una mina de carbón, también el aumento meteórico del precio del oro desde el inicio de la administración Trump podría estar indicando que se avecinan problemas reales en los mercados del dólar y de bonos. Bajo la óptica de este experto mundial, la administración Trump haría bien en prestar atención a estas advertencias y corregir pronto el rumbo de su política para recuperar la confianza del mercado, porque de lo contrario, habría que prepararse para una verdadera turbulencia en los mercados financieros en vísperas de las elecciones intermedias del próximo año. Para Lachman el repunte del precio del oro en 2025 es «espectacular», superando a todos los demás activos financieros importantes.
¿Qué se ve detrás del boom del oro?
¿Qué es lo que ve Lachman detrás del boom del oro? Para él, una de las principales razones del alza del precio del oro es el temor a que EEUU intente liberarse de su enorme deuda pública licuándola vía inflación. Opina que este temor parece estar bien fundado ya que la Ley de Recortes Fiscales de Trump, ya promulgada, ha llevado las finanzas públicas del país por una senda claramente insostenible. Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, dicha ley mantendrá el déficit presupuestario por encima del 6,5% hasta donde alcanza la vista, lo que provocará que la deuda pública aumente hasta alcanzar un 128% del PBI, similar al de Grecia, para 2034. Pero otra razón por la que muchos creen ahora que la actual administración intentará reducir la deuda pública mediante la inflación son los continuos ataques de Trump a la independencia de la Fed: en un momento en que la inflación se mantiene por encima del objetivo del 2% de la Fed y se espera que los aranceles a las importaciones de Trump aumenten la inflación, el líder republicano está ejerciendo una presión considerable sobre el presidente de la Fed, Jerome Powell, para que reduzca las tasas de interés entre dos y tres puntos porcentuales, y también está haciendo todo lo posible para llenar la Junta de la Fed con pacifistas en política monetaria y nombrar un sustituto para Powell que cumpla sus órdenes para reducir drásticamente las tasas de interés.
También considera que la tendencia actual de los bancos centrales a alejarse del dólar y acercarse al oro en sus reservas es otro factor que juega en este ajedrez. Lachman explica que así parece estar haciéndolo debido a su creciente desconfianza en EEUU como socio financiero confiable, ya que, en los últimos años, EEUU ha utilizado el dólar como arma en su conflicto con países como Irán y Rusia, lo que genera temores de que esta práctica pueda ser utilizada contra otros países. De igual manera, cree que los bancos centrales parecen estar inquietos por la imposición arbitraria de aranceles punitivos por parte de Trump tanto a aliados como a enemigos, así como por su aparente desprecio por el Estado de derecho.
Claro que también señaló que el oro no es el único activo financiero que hace sonar la alarma de que la política económica de EEUU puede estar “fuera de control”, ya que desde principios de año, el dólar ha perdido alrededor de un 10% de su valor cuando se esperaba que se viera impulsado por los aranceles de importación más altos en un siglo y por la ampliación del diferencial de tasas de interés a corto plazo a favor de EEUU. Lo mismo ocurre con el mercado de bonos que parece haber perdido su estatus de refugio seguro, dado que los inversores ya no parecen acudir en masa al mercado del Tesoro estadounidense en momentos de turbulencia.
Como solía decir un viejo conocido de Argentina, el economista del MIT, Rudi Dornbusch, las crisis financieras tardan mucho más en ocurrir de lo que se creía posible, sin embargo, cuando ocurren, lo hacen a una velocidad mucho mayor de lo que se hubiera previsto. Lachman sostiene que con las claras señales tempranas de que los inversores están perdiendo la confianza en la economía estadounidense provenientes de los mercados del oro y del dólar, la administración Trump haría bien en reconsiderar su enfoque económico.