En el Hospital Garrahan, las renuncias se suman al ajuste. Mientras el gobierno nacional sostiene el recorte sobre la salud pública y mantiene congeladas partidas esenciales, una nueva baja en la conducción del hospital pediátrico más importante de América Latina vuelve a encender las alarmas. Soraya El Kik presentó su renuncia a la presidencia del Consejo de Administración, apenas ocho meses después de haber asumido, en medio del conflicto salarial con residentes y profesionales.
Desde la dirección del hospital argumentaron que la salida responde a “motivos de salud”, aunque puertas adentro se habla de presiones políticas y del deterioro de las condiciones de gestión por la falta de recursos. El Garrahan sufre desde hace meses un grave desfinanciamiento, que ya provocó la renuncia de profesionales clave y la reducción de servicios.
En su lugar asumirá Mariel Sánchez, médica pediatra especializada en bioética y administración hospitalaria. En este contexto indicaron que la gestión de Sánchez buscará “profundizar el camino de eficiencia operativa y uso responsable del presupuesto”. En los hechos, temen los trabajadores, eso se traduce en más ajuste y precarización.
La salida de El Kik ocurre en un clima tenso. El conflicto con los residentes, que llevaron adelante paros por mejoras salariales y condiciones dignas de trabajo, había alcanzado su punto más álgido a comienzos de mes. La oferta oficial –que pretendía llevar el salario inicial a 1.300.000 pesos– fue rechazada y las medidas de fuerza se levantaron solo tras advertencias de sanciones.
El hospital pediátrico de referencia nacional y latinoamericano atraviesa su momento más crítico desde la reapertura democrática. Con renuncias, amenazas y recortes, el Garrahan se convierte en símbolo del desfinanciamiento en salud pública que impulsa el gobierno de Javier Milei. Mientras tanto, los pacientes siguen esperando.